Luego de esa pequeña charla, Richie se la pasó el resto del día con Eddie. Incluso durmió en su casa, luego de pasar por la señora K y una seria conversación con Richie de que no quería ningún escándalo en la habitación de su hijo. Ambos tenían mucho de qué hablar aún, y Los Barrens no era un lugar conveniente.
Subieron por los escalones, Richie apretaba fuerte sus dientes y apartaba la mirada para todos lados. Se sentía en extremo incómodo. Ninguno de los dos soltaron palabras mutuas desde que entraron a esa casa y, al parecer, Eddie estaba en las mismas condiciones que él. Podía romper el silencio con alguna broma estúpida, pero aún persistía el temor de que Eddie se enfadara con él.
Y, sí, siempre se enfada con él. Pero esta vez, más en serio.
Entraron mudos a la ordenada habitación y Eddie cerró la puerta tras él. Ambos se sentaron en el suelo, apoyando la espalda en la cama.
— Entonces —habló finalmente el asmático, alargando—, ¿tus padres no se preocupan hasta más de dos días?
— Bah; Went es el más despreocupado, él sabe que si me desaparezco una noche y no digo nada, es porque me he quedado en nuestra cueva secreta a dormir o a la casa de Denbrough. Me conoce mejor que Robyn; él al menos intenta.
— Robyn es…
— Su esposo, sí.
Otro silencio. Richie se muerde el labio.
— ¿Vas a hablar de eso? —volvió a hablar.
— ¿Sobre qué?
— Lo de Los Barrens.
— No sé; eso es decisión tuya —mira hacia el techo y se rasca la mejilla—. Entiendo que sea incómodo hablar de eso para ti.
— No lo es —bufó—. Sólo es… extraño. Muy extraño.
— Matamos a un payaso-demonio cambia-formas golpeándolo con un maldito bate, cuéntame otro chiste. —suspiró pesado— Juguemos videojuegos.
— No, Richie, tengo que solucionar esto.
— ¿A dónde quieres llegar con esto, Eds? No puedes cambiar tu sexualidad por voluntad propia, nadie decide ser así. No eliges qué color te gusta más o tu comida favorita del día, sólo lo sientes, no es tan sencillo. ¿Acaso crees que mi padre eligió tenerme?
— Eso es gracioso… y triste. —suspiró— Pero sé a qué quieres llegar. Sé que no elegí esto, pero puedo arreglarlo.
— No, Eds… no me entiendes.
Richie quería hacerle ver que sentirse así no estaba mal; lo cual, por cierto, era contradictorio a lo que él estaba haciendo. Su incongruencia le hizo dudar unos instantes.
— Derry odia a las personas así —interrumpió Eddie. Richie bufó al anticipar que volvería con el mismo cuento—. No, Rich, insisto; ¿has visto alguna vez a la madre del niño nuevo? Es porque ella lo abandonó y se fue del pueblo, él desde hace un año vive con un anciano que no le da el más mínimo caso. Nadie quiere terminar así —miró firme hacia el frente, decidido—. Y si yo tampoco quiero eso, tengo que dejar esta estúpida etapa.
Aquello elevó las dudas de Richie, que sólo permaneció viéndolo. A pesar de su voz firme y autoritaria, él pudo ver en sus ojos una verdad diferente: sabía que no era sólo una etapa, y eso le aterraba, negándose a aceptarlo.
— No estoy de acuerdo contigo —comentó el de lentes—, pero supongo que es tu decisión, cielo. —abrazó al pequeño rodeando su cuello, y se acercó a besar su hombro.
Notó el escalofrío de Eddie y cómo apartaba ligeramente su hombro, mas no se separó por completo. Richie supuso que ya se estaba acostumbrando a esa clase de contacto, así sea en juego o no.
«Esto me pone en mi propia contra. Yo también estaba aterrado cuando lo descubrí, pero ya he aprendido a aceptarlo. ¿Por qué él no lo haría, entonces?»
«Le gustan los hombres. Tengo la mitad de las ventajas que antes no tenía, a mi favor, y sólo me queda descubrir quién es el chico que le gusta. Pero, por otro lado, él tiene mucho miedo a enamorarse. Cualquiera (yo, por ejemplo) se mantendría en silencio con este tema, y sin embargo Eddie se abrió conmigo. Sólo conmigo»
— Richie —escuchó llamar, haciendo un asentimiento con su cabeza—, te quiero.
Abrió sus ojos de golpe ante la exaltante declaración. Su corazón volvió a palpitar fuerte. Levantó la cabeza sin dejar de abrazarlo, descubriendo un pequeño rubor en sus aún infantiles pómulos.
— ¿Ah, s-sí? —dijo Richie, fingiendo desconcertación, pero con la voz temblorosa— Pero pensé que yo era un bocazas sucio y altanero.
— No me hagas repetirlo, joder —se tocó la frente con una mano—. Lo eres, pero has tratado de ayudarme y eso es muy valorable. Cualquiera me habría… —pausó un momento— incluso mi madre, ¿sabes?
— ¿Denigrado? —completó, sin dejar de mirarlo. Eddie no dijo nada, pero su silencio afirmaba— Tu madre es una bruja enorme, pero te sobreprotege demasiado, es estúpido tu ejemplo. Y, por favor, ¿ves esto? —levantó su mano, revelando en la palma una hondura lineal ya cicatrizada.— Esto es lo que nos une a Los Perdedores. Después de todo lo que pasamos, ¿crees que te dejaremos por todo lo que me contaste? Tu preocupación sobra con esto. Deberías decirle a los demás, ninguno te juzgará. Además, Stan es mucho más gay de lo que crees.
— Richie… —susurró Eddie, con la voz perdida— ¿cómo estás tan seguro?
El de lentes suspiró.
— No estoy seguro—afirmó Richie—, lo sé. Son nuestros amigos. Soy t-tu maldito amigo.
De alguna forma, a Richie le costaba soltar esas palabras sin balbucear. Su corazón aún palpitaba con vehemencia. Eddie no lo notó (al menos hasta antes del tartamudeo), pero Richie comenzaba a perder su compostura.
— Richie, ¿estás bien? —volvió a llamar el asmático, asomando su mano para posarse sobre su hombro, como la mariposa que elige el pétalo del cual sostener sus finas patas.
— Sí, lo estoy. —sonrió él. No era una sonrisa comprensiva, sino una chillona, la sonrisa de Richard Tozier de la que todos sabían que de ella nacería otro chiste estúpido— Muy… muy bien.
Pero nunca salió.
Lo tenía en la punta de su inquieta lengua, y por alguna razón regresó a su garganta. En su lugar, otro balbuceo irrumpió. Sus gafas se cayeron. Eddie las recogió y se las entregó.
— Te tengo exhausto, ¿no es así?
— No, no, no —negó rápidamente el bocazas— Claro que no, Eds; tu forma de pensar sí me aturde, pero estoy seguro de que no es eso. Es… diferente.
— Quizá desviar el tema te haga bien —sonrió él.
— No, no puedo hacer eso. Esto es importante para ti.
— Tú eres mucho más importante, Rich. Tú no eres sólo una etapa.
Eddie no medía sus palabras, hablaba con suavidad y un tenue semblante con las mejillas enrojecidas. No por vergüenza o lástima, sino porque aquello que le contaba a Richie era una verdad; su verdad. Y, sin darse cuenta, esperanzó innecesariamente al pequeño de catorce años con gafas que en ese momento le miraba con un brillo que jamás había visto antes.
Sí, malinterpretó esas palabras. Pero aquel error fue sólo mayor motivación para que Richie intentara conquistarlo con mayor vivez.
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gay ; reddie
Fiksi PenggemarEn donde Richie está enamorado de Eddie, aún sabiendo que es abiertamente homófobo. ෴ • ෴ ༎ 2 3 / 0 9