Jisung describiría a Minho como una persona rara. Después de las primeras semanas de conocerse pudo traspasar esa actitud paranoica suya y conocerlo de verdad. Era alguien extremadamente espontáneo, pero más allá de eso había algo de él que nadie podía terminar de entender. Eso a Jisung le encantaba, con él aburrirse era imposible. Lo que si le aburría era no poder pasar tiempo con él por su trabajo. Era sabido que por más que su horario de salida sea a las 6, nadie se iba a esa hora. Era costumbre irse a la hora que los jefes se iban, a las 8 de la noche.
Había días en los cuales a Minho le gustaría poder llegar a su casa y encontrarse a Jisung esperandolo para dormir junto a él. Pero eso no era posible por muchísimas razones. Aún que este cansancio que venía sintiendo, esta presión, se estaba por acabar. En tan solo unos meses pudo juntar casi todo el dinero que debía y eso no era solo gracias a su trabajo duro. Minho había notaba como sus amigos pagaban todo lo que tuviera que ver con su hermano, sus viajes en el colectivo, sus almuerzos y cenas. También con Jisung pasaba algo parecido, siempre parecía estar un paso antes que él ya que todos los días que llegaba al trabajo se encontraba un tupper en su escritorio con su almuerzo. Y él estaba eternamente agradecido, pero todo lo iba a devolver. En el próximo mes ya iba a tener todo el dinero que debía listo y iba a juntarse con esa gente para darlo, esperaba que después de eso lo dejaran en paz. Pero no todo en esta vida es color de rosa y Minho eso lo sabía muy bien.
Había días en los que Jisung pensaba que se estaba ilusionando demasiado con Minho. Pero aún que él no lo creyera, cada vez que se veían Minho sentía que por fin podía relajarse. Y eso lo notó todo el mundo, entre esas personas, los padres de Jisung. Por lo que un viernes saliendo del trabajo el Señor Han invitó a Minho a cenar ese sabado en su casa. Tanto él como su esposa pensaban que ambos chicos estaban en pareja, solo que no se atrevían a decirlo.
- Jisungie tu padre me invitó a cenar mañana. ¿Sabías de eso?
- No Hyung, no tenía ni idea. Pero me pone contento que vengas. ¿Innie también viene?
- No, se va a quedar en la casa de Hyunjin creo.
- Esos dos viven juntos más o menos.
- Prefiero que eso a que él esté solo. De todas formas Hyunjin sabe que si algo le pasa a mi hermano yo lo mato.
- Él te tiene miedo, ¿Sabías, no?
- Si, lo se. Aún que si nos olvidamos del hecho de que es el novio de Innie, yo lo quiero muchísimo. Me tengo que ir Jisung, estoy muerto. ¿Te veo mañana?
- Okey, descansa. Te quiero Hyung.
- Yo también Jisungie.Ambos chicos se tiraron en sus camas y solo uno de ellos se fue a dormir con el estómago lleno esa noche. Mañana sería un nuevo día, eso se decía Minho todo el tiempo. La idea del mañana siempre era mejor que el presente, por más cosas buenas que este tenga. Este miedo, miedo que sentía en sus músculos, lo estaba matando segundo tras segundo. Pero la idea de un día nuevo le daba esperanza, esperanza que venía siempre acompañada del recuerdo de su madre. Ella hubiera querido que él y su hermano fueran felices. Lo sabía y hacía todo lo posible para que al menos Jeongin lo sea. Por suerte estaba Hyunjin a su lado y Minho jamás lo admitiría, pero estaba extremadamente agradecido con él. Gracias a Hyunjin, él podría trabajar y ausentarse sin tanta culpa, su hermanito no estaba solo. También por suerte estaba tan ocupado que a penas tenía permitido ponerse a pensar en estas cosas y cuando lo hacía el cansancio era tal que quedarse dormido no era un problema. Esa noche ambos chicos se quedaron dormidos rápidamente, uno con miedo y esperanza mezclados y otro con amor e ilusión. Eran dos mundos tan separados los de Minho y Jisung, sus realidades jamás se hubieran conectado si no fuera por la suerte del azar. Pero gracias al cielo que sucedió, porque ahora, quizás y solo quizás, no vivirían sus vidas viendo a los otros siendo felices en vez de a ellos mismos.
Era, por lo menos, la quinta vez que se miraba en el espejo y se cambiaba de ropa. Ya conocía a los padres de Jisung pero esto era distinto, sentía que estaría más observado que en su entrevista con ellos. Porque una cosa era el trabajo y otra era su hijo. Al final salió de su pequeño departamento, no por estar satisfecho con como se veía sino porque llegaría tarde de otra forma. Cuando llegó las manos le sudaba y no para de preguntarse que lo ponía tan nervioso. ¿Quizás el no saber que esperar?
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El mundo de las maravillas
FanfictionA veces la vida nos obliga a encerrarnos en nosotros mismos. Nos obliga a ser como animales enjaulados, cualquier movimiento brusco nos provoca. A veces el miedo nos controla y el dolor nos nubla el razonamiento. A veces no hay otra opción. Minho pr...