Capítulo 7

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Cada minuto de las siguientes dos horas estaba completamente planeado. Nada podía salir mal. Nada debía salir mal.

En su departamento se encontraba Minho junto a su novio. Jisung acariciaba su pelo y le daba pequeños besos por todas partes con tal de darle algo de calma. Para él se sentían como los últimos que recibiría de su parte. Por lo que sabiendo cuanto tiempo les quedaba juntos, simplemente puso ambas manos en los cachetes de Sung y lo besó lenta y profundamente. Diciendo que lo amaba, pero no solo eso. Prometiendole amor por más tiempo que el posible. Prometiendo lo inalcanzable. Queriendo darle toda la honestidad a través de su tacto, toda aquella que no pudo darle antes. Toda la que se merecía. Porque sí, Han Jisung era un mundo entero para Minho, un mundo lleno de maravillas. Uno que le enseñó más cosas de las que se ve capaz de explicar, porque le enseñó que las palabras no dicen más que las caricias. Entre ellos dos éstas siempre sobraban, porque con un simple beso se decían más que en años enteros. Querían seguir, cada vez acortando más la distancia. Pero no podían, por más de una razón.

- Desde ayer… yo… todavía no puedo… vos sabes que quiero decir Minho no me hagas decirlo.
- Lo se bebe. - Le sonrió y lo volvió a besar brevemente. - Me gusta tu pelo, el rubio naranja te quedaba hermoso pero el azul me gusta muchísimo más.
- ¿Si?
- Si, todo de vos me encanta.

Se dieron de esas miradas que cargaban amor y pena, con miedo ambos se aferraron al otro. Se besaron una última vez y se desearon buena suerte. Jisung estaría en el cuarto de Jeongin escondido donde no lo podrían encontrar, solo por si era necesario, con el arma de Minho. Este último detalle el otro no lo sabía, porque si lo supiera jamás le dejaría hacerlo. En un principio en vez de Jisung iba a estar Changbin, pero él seguía demasiado conmocionado por lo que había hecho en la mañana. Todavía no podía reaccionar, estaba en una especie de trance, de shock. Con él se encontraban, en su casa, Woojin, Jeongin, Seungmin y Felix. Por otro lado, Chris y Hyunjin se encontraban en el café de enfrente del edificio de Minho. Si alguien resultaba herido ambos sabían primeros auxilios sin contar que Chris era estudiante de medicina. Todo estaba cubierto, todo debería ir de acuerdo a lo planeado no mucho tiempo atrás.

Pasaron 20 minutos y Minho escuchó el timbre, era él o ellos, no sabía cuantos realmente. Al estar todos en el departamento sorprendentemente le dieron la oportunidad de explicarse. Pero se notaba bastante que lo único que querían hacer era meterle una bala entre las cejas.

- No iba y no voy a matar a mi amigo.
- Entonces yo los mataré a ambos, obligando a tu lindo novio y tierno hermanito a mirar.
- No lo vas a hacer.
- ¿A si? ¿Y qué te hace pensar eso nene?
- Hay cierta grabación tuya hablando con el actual presidente ¿Qué pasaría si la diera a conocer?

El silencio arrasó el departamento y una sonrisa llena de malicia cruzó por un breve momento la cara de Wongyong. Lentamente sacó un cuchillo de su campera y le pidió a sus dos acompañantes que salieran. Minho temblaba del miedo, pero aún así sabía que no le haría nada. Él se sentó en el sillón mirando de arriba a abajo a Lee, sonriendose cada vez más al ver el terror en sus ojos.

- Ahora que estamos solos, contame niño bonito, ¿Qué fue lo que me escuchaste decir?
- District 9 manipuló los resultados de las elecciones a cambio de impunidad. Está grabado y esa grabación nisiquiera se encuentra en el país. Si algo me pasa a mi o a cualquiera de mis amigos va a ser publicada.
- Supongo que queres algo más que seguridad ¿No?
- Quiero que District 9 deje en paz a mi familia y quiero saber donde está el Señor Yang.
- Muy bien, te daré su dirección.

Lentamente se levantó y se acercó a Minho, quien parecía una estatua. Con el pequeño cuchillo le rozó la mandíbula, su sonrisa se ensanchaba cada vez más. Lo apoyó debajo de su barbilla y le hizo levantar la mirada. A centímetros de distancia Minho podía ver lo retorcido que era realmente ese hombre. Nada se escapaba de sus manos, esta era una de las primeras veces en mucho tiempo. Lo frustraba, pero lo divertía. Él ya tenía lo que quería, ahora lo que restaba era tapar sus intenciones a los ojos de sus compañeros.

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