- Euforia -

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No sé si estoy despierto o tengo los ojos abiertos.

Y aveces, las cosas que pienso me hacen pensar que pienso demasiado.

Ser consciente de mi asexualidad se había vuelto otra nueva cuestión que no paraba de dar vueltas en mi cabeza, empeorando mi insomnio.

Comencé a ocupar mi mente en recordar todas las veces que no lograba empatizar con la forma en la que mis compañeros veían a las chicas; todas esas veces que una chica se me insinuó y no lograba conectar con sus intenciones, cohibiendome; o aquella vez que tuve mi primer beso por curiosidad y me sentí tan incómodo que me aparté. Todo. Absolutamente todo venía a mi mente sin darme un descanso.

Me detuve en el río como siempre acostumbraba hacer. Estaba lloviendo. Últimamente llueve demasiado y eso me gusta porque siento que el aire se purifica. Estar en este lugar junto al estuario, me despeja un poco y me distrae de mi estúpida autocompadecencia. Odio siempre caer en ella cada vez que encuentro algo de lo que soy víctima. Quisiera ser menos autocompadeciente, y ser un chico más fuerte, que enfrente su patética realidad en lugar de dejarse derribar por ella. Es irónico ser consciente de todos estos defectos míos y no ser capaz de corregirlos por mi cuenta.

De pronto detengo mis pensamientos cuando veo a lo lejos a Jimin cruzar la calle para llegar a la acera del lado del río mientras se cubre de la lluvía con sus pequeñas manos. Arranco el motor y me acerco hasta donde está él para que se resguarde en mi taxi.

-¡Me atrapó la lluvía!

Jimin siempre estaba tan risueño a pesar de todas las adversidades con las cuales tenía que luchar. Mi corazón pesar de todas las adversidades con las cuales tenía que luchar. Mi corazón palpitó con alegría al recibir la dulce sonrisa de sus ojos una vez que se sentó a mi lado. Él era tan puro. Parecía mentira que se prostituía.

-Ten, te traje un obsequio -Dijo arrojandome un preservativo.

Olvidenlo, él realmente da indicios de ser un muchachito del ambiente.

-Gracias, pero no creo que lo use -Le respondí haciendo notar la ironía.

-Lo sé -Me respondió divertido. Yo lo miré fingiendo estar ofendido -Es con aroma a banana, te servirá como perfume para tu taxi -Me explicó mientras abría el pequeño paquete y colgaba el preservativo en el espejo retrovisor.

-¡Jimin! ¡¿Pero qué carajos?! -Me quejé asqueado, a lo que él se hechó a reír a carcajadas.

Su risa era como la de cientos de niños pequeños. Era dulce y adorable. Era imposible que me molestara con Jimin, y era inevitable no ser contagiado por su risa. Por eso, comencé a reír con él.

-¿Y cómo va tu insomnio? -Preguntó Jimin encendiendo el aire acondicionado para que secaran sus ropas.

Últimamente su confianza hacia mí había crecido y ahora nuestras conversaciones eran muy amenas y se daban con naturalidad.

-Empeora -Contesté desanimado -No importa cuánto lo intente, no puedo dormir, y si lo hago, con suerte duermo una hora. Pero ayer fué horrible, no dormí nada.

Jimin me miró de manera comprensiva y formó un gesto en su rostro que me hizo saber que algo estaba pensando. O tramando. Porque de la nada una sonrisa divertida surcó sus gruesos labios, y supe que algo travieso planeaba.

-¿En qué estás pensando, Jimin?

-Tenemos que cansarte.

-¿Cómo? No entiendo.

Jimin salió del taxi sin decir nada y lo rodeó hasta estar de mi lado. Entonces abrió la puerta y comenzó a tirar de mi brazo de forma juguetona. Yo seguía sin entender, así que me resistí.

Prostituto (Jikook)[Adap.]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora