Capítulo I.

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Hubo una vez, una pequeña niña con cabellos de cobre, ojos color avellana, mejillas coloradas y piel azúcar morena. Era alegre, era pequeña, tan baja de estatura que nunca podía alcanzar las repisas para ayudarle a su madre a limpiar; pero, a ella eso no le importaba mucho, ya que siempre pensaba en grande, vivía con sueños, ilusiones de infancia; pensaba en tocar las estrellas y hacer poesía con ellas, soñaba en un mundo lleno de color, llegar a la luna de plata. Cantar y volar libre como un ave. Quería ser la hija que sus padres deseaban.
Un día, donde el sol de oro iluminaba, en el bosque donde los pajarillos cantan cada mañana, encontró a alguien, una persona; que sin pensarlo [...] Se convertiría en una parte importante de su corazón.

La vida da muchas vueltas, es una montaña rusa interminable, dónde hay veces que estás arriba y otras abajo. Todo tiene una razón.
Mientras nuestra pequeña niña exploraba ese hermoso lugar, caminando entre las flores multicolores, que danzaban cada vez que el viento soplaba sobre sus hojas y tallos.
Encontró a una chica, con cabello algodón como las nubes, pero negro como el carbón de un tren a vapor, tenía pestañas largas y curvadas como las grandes olas del mar cuando rompen en la costa; sus labios rojos carmesí. Era callada, con una sonrisa que iluminaba caminos, era pensativa,era observadora.

Al conocerse bajo la luz del ocaso, las dos pequeñas supieron con tan solo una mirada algo corta, pero más profunda que el océano; algo que las unía y ese sería el pequeño detalle que uniría sus historias, haciéndolas inseparables [...] Tal vez como amantes, esperando que diera el anochecer para encontrarse.

☼𝒪𝒿ℴ𝓈 𝒞ℴ𝓁ℴ𝓇 𝒜𝓋ℯ𝓁𝓁𝒶𝓃𝒶 ☼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora