Capítulo II.

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Poco a poco las dos chicas se hicieron cada vez más cercanas la una a la otra, haciendo su relación más fuerte que el metal y más bella que cualquier piedra preciosa.

La pequeña de piel azúcar, al ver los ojos de la otra chica, sentía cosas inexplicables, hermosas, tenía ganas de estar a su lado, besarle los labios; pero tan solo pensarlo era un pecado [...]  Era un sentimiento raro, que nunca había experimentado; esas ganas de acariciar su cabello rizado mientras admiraba su belleza y hacía lo que más amaba, verla feliz; pero, le daba miedo, "el rechazo", "la duda", "lo que dirían sus conocidos".

Decidió guardar esos sentimientos de "pecado" en lo más profundo de su alma, para nunca mostrarlos a nadie; esperando que tal vez un día por obra del destino, tal vez del Dios amoroso del que sus padres le hablaban, poder sacarlos a la superficie y gritar entre lágrimas:" ¡No sé si esto es amor... pero cuando estoy a tu lado el tiempo cambia, mis penas se van al ver tu sonrisa ... Tengo miedo, tengo mucho miedo, de expresar todos mis sentimientos y que me termines odiando, pero era necesario!."

Durante las noches oscuras y solitarias; las pesadillas no frenaban, a la chica de tez morena y ojos claros, le daba miedo crecer [...] Le aterraba dejar de reír, de bailar y saltar. Convertirse en uno más de esos monstruos, que la gente común conoce como "adultos". El único lugar en donde se sentía segura, era cerca de aquella persona que le hacía sentir cosas hermosas, la persona que deseaba tener a su lado, para que la ayudara con el simple hecho de ver sus ojos. Con ella podía abrir un poco su corazón, podía sonreír y dormir tranquila.

☼𝒪𝒿ℴ𝓈 𝒞ℴ𝓁ℴ𝓇 𝒜𝓋ℯ𝓁𝓁𝒶𝓃𝒶 ☼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora