Capítulo IV.

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Y de la misma manera que el destino las unió, las fue separando lentamente. Ya no se frecuentaban; no se buscaban esos amantes, que necesitaban sus cuerpos cálidos, para sobre llevar todos los problemas de su vida. Había desaparecido esa sed de mirar las estrellas juntas, hasta lograr divisar el crepúsculo del amanecer.

Lo que antes era costumbre, ahora era una rareza. Y sí, las pequeñas habían "crecido", ya no eran las mismas niñas que tan solo querían ir a una aventura por el bosque; sus vidas habían dado un gran giro[...] Se habían convertido en eso que las personas comunes conocían como "adolescentes"; aunque, el cambio fuera difícil, doloroso, a veces triste, era importante.

Los sentimientos de la pequeña de ojos claros, eran cada vez más confusos, no sabía que sentir, seguía sin saber si lo que sentía era amor, era una gran mezcla de sensaciones nuevas, complicadas. Las cosas se había vuelto más abstractas de lo que parecen, o de lo que son.

El camino de la niñez a la juventud es el paso que más nos duele, dónde se derraman mares de lágrimas, dónde nos enfurecemos tanto, casi siempre con nuestros padres; pero este gran salto es necesario; cambiamos, simplemente lo hacemos[...] Dejamos de jugar, de dibujar boas devorando elefantes; ya que, empezamos a trabajar en un "futuro", dejamos de tener sueños; esa llamarada de nuestros corazones de inocencia, se empieza a debilitar. Aunque no todo es malo [...] Tan solo lo percibimos extraño, son sensaciones nuevas, distintas.

☼𝒪𝒿ℴ𝓈 𝒞ℴ𝓁ℴ𝓇 𝒜𝓋ℯ𝓁𝓁𝒶𝓃𝒶 ☼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora