Los apuntes de Dirección Escénica

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— ¿Natalia y Jesús no están? — Acaban de entrar en el piso de Amelia y Luisita ya está un poco nerviosa.

— No, siempre intentan irse al pueblo los fines de semana. — Dice Amelia mientras suelta el bolso y el abrigo y coge las cosas de Luisita para colgarlas en la percha. — Ven. — Le coge la mano a Luisita y la lleva hasta su habitación.

— Me encanta tu habitación. Tiene algo especial, no sé.

— Pues ya sabes, visítala más a menudo. — Amelia le guiña un ojo y Luisita mira hacia el suelo. La morena se acerca y empieza a besarla despacio de nuevo, como hizo en el coche. Luisita responde haciendo lo mismo, recorriendo con su lengua los labios de Amelia, que deja de besarla y suspira. — Se me olvidaba que la lesbiana experimentada eras tú. — Luisita se ríe a carcajadas.

Amelia vuelve a acercarse y empieza a besarle el cuello. A Luisita se le pone la piel de gallina mientras se muerde el labio. La morena continúa con el recorrido y separa un poco la camiseta de Luisita para dejarle un beso en la clavícula. La mira y le sonríe mientras le retira el pelo de la cara. Vuelve a besarla. Esta vez el beso se vuelve más apasionado y Luisita siente otra vez ese calor que le sube por el vientre cada vez que la cosa se pone un poco más intensa con Amelia. No tiene ni idea de lo que está haciendo, pero para un momento de besar a la morena para quitarle la camiseta. Ver a Amelia semidesnuda solo hace que sienta más prisa por quitárselo todo. Amelia le pregunta "¿Puedo?" señalando a su camiseta y Luisita asiente. Su camiseta termina también en el suelo. Las ganas de estar más cerca de Amelia se convierten en una necesidad improvisada, así que sin dejar de besarla, la tira en la cama y se coloca encima de ella.

— Veo que no lo estás pasando nada mal. — Le dice Amelia, con las mejillas encendidas y casi sin poder respirar.

Luisita no le responde, solo sigue besándola. Amelia lleva su mano al pantalón de Luisita y empieza a desabrocharlo. Es en ese instante en el que Luisita siente de verdad que quiere que pase, que no podría parar ni aunque quisiera. Amelia observa a Luisita cómo termina de quitarse el pantalón y mientras se va quitando el suyo. Es la señal que necesita para seguir. Pero antes le pregunta:

— ¿Estás bien?

— Muy bien. — Le responde la rubia con un hilo de voz.

— Si en algún momento quieres parar, dímelo. ¿Me lo prometes?

Luisita no habla, solo asiente y vuelve a besarla con prisa. No le dice que pare en ningún momento. Ni cuando es Amelia la que se coloca encima de ella, ni cuando desaparece el resto de la ropa, ni cuando empieza a dejar un rastro de besos por todo su vientre ni cuando después de su boca entran en acción las manos. Luisita se estremece bajo el cuerpo de Amelia, y esto le indica que todo ha ido bien. Se coloca junto a Luisita en la cama, de lado, mientras observa su cara de felicidad y cómo esta intenta recuperar el aire.

— Bueno, ¿qué? Dime algo. — Luisita se gira para poner su cara frente a la de Amelia y se muerde el labio.

— Madre mía, Amelia. No puedo ni hablar. — Amelia se ríe. — No me puedo creer que estuviera tan nerviosa, si ha sido increíble.

— Bueno, creo que nos pasa a todos. Le damos mucha más importancia de la que tiene.

— He flipado muchísimo. Pero ahora siento una paz... — Dice Luisita cerrando los ojos.

— Pues aprovecha y duerme.

— ¿Qué? No, no. Ahora te toca a ti.

— Luisita, no, no tienes por qué. Tranquila. Otro día me tocará a mí. Disfruta de este ratito de paz. — Le dice Amelia mientras le acaricia el pelo.

Modern Love - LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora