Dos Julietas

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— Madre mía, Luisita, ¿eres consciente de que podrías llegar a ser presidenta de España o del mundo si te lo propusieras? ¿Seguro que quieres ser actriz? — Amelia y Luisita van caminando por uno de los pasillos de la universidad. Vienen del despacho de la rectora y, después de escuchar hablar a Luisita, a esta no le ha quedado más opción que apoyar su causa y confirmar que la idea de una obra de teatro con dos Romeos o dos Julietas es maravillosa. A la profesora no se le ha quedado muy buena cara, pero tendrá que acatar las órdenes.

— Sí, claro, y qué más, Amelia. Eres muy buena amiga y todo, pero no exageres. — Luisita se ríe.

— Luisita, te lo digo de verdad. Eres INCREÍBLE. — Amelia acompaña la palabra con un gesto dramático con las manos. Le da un beso a Luisita en la mejilla y sale corriendo. — Voy al baño, te veo en clase. Cógeme sitio a tu lado, porfa.

Luisita se queda un minuto sin poder moverse del sitio. Reacciona y empieza a caminar para ir a clase.
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— Pues bien, como ya sabréis, vuestras compañeras Luisita y Amelia han hablado con la rectora y la han convencido para llevar a cabo su idea, por lo que nos vemos obligados a cambiar un poco la obra. Espero que esto no sea un desastre. — La profesora suspira enfadada. María, que se sienta a la derecha de Luisita, la mira y le guiña un ojo, dándole su aprobación. — Y, bueno, ya que habéis sido las culpables de todo este lío, lo más lógico será que vosotras seáis las protagonistas.

Luisita está a punto de caerse de la silla.

— ¿Qué? No, no, profesora. A ver, que me parece una buena idea todo esto y lo sigo defendiendo y todo, pero que yo ya fui la protagonista de la obra anterior. No es mi turno ahora. — Luisita habla atropelladamente mientras Amelia la mira un poco extrañada.

— Haberlo pensado mejor. — Luisita pone los ojos en blanco y permanece callada durante toda la clase.

Cuando termina, sale corriendo mientras María intenta seguirle el ritmo.

— Luisita, Luisita, espera, joder, que aquí la atleta eres tú, te lo recuerdo. — Luisita aminora el ritmo sin pronunciar palabra. — ¿Se puede saber qué coño te pasa? Pero si has conseguido lo que querías, ¿no?

— Es injusto que yo tenga que ser la protagonista.

— Pero si es la obra por la que has luchado y encima te toca representarla con Amelia. ¿Acaso se puede pedir más? Tía, que es nuestra amiga, que vas a estar supercomoda con ella. ¿Cuál es el problema?

— María, quiero irme a casa. Mañana hablamos, ¿vale? — Le da un beso en la mejilla a su amiga y empieza a alejarse, no sin antes escucharla gritar:

— Estás de un rarito que flipas.

Luisita empieza a caminar más rápido, pero cuando está a punto de girar la esquina, siente una mano en el hombro que le impide seguir avanzando. Se gira y ve la cara de la última persona con la que quería hablar en ese momento.

— Amelia.

— Luisita, ¿estás bien? ¿Qué pasa?

— No pasa nada. Estoy cansada, eso es todo.

— Mira, si crees que vas a estar incómoda conmigo haciendo la obra por lo que te conté el otro día, lo entiendo. Hablaré con la profesora y me inventaré cualquier cosa. No tendría que haberte dicho nada. — El gesto de Amelia refleja preocupación y tristeza, y a Luisita le duele muchísimo verla así.

— No, Amelia, qué dices, no. No estoy incómoda contigo por eso. Soy tu amiga, puedes hablar conmigo de lo que quieras. Es que tengo mucho que estudiar y hacer ahora mismo y no me viene nada bien aprenderme ese texto tan complicado. Estoy agobiada, eso es todo.

Modern Love - LuimeliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora