Cap 6

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- ¡Kageyama-kun! -Corro hacia el chico con una amplia sonrisa nada más termina el entrenamiento del club. Él, tan frío y serio como normalmente, camina directo hacia la salida mientras que voy detrás suya. -Kageyama-kun, has estado increíble. Estoy deseando que lleguen nuestras clases privadas y así poder jugar igual de bien.

El moreno deja de andar repentinamente. Me mira con una pizca de advertencia.

-Está bien, sabes que no me molesta practicar contigo y enseñarte pero, Jun, en el momento en el que dejes de tomarte el volley en serio no volveré a enseñarte.

-Cla... claro. -Digo fingiendo una sonrisa. Odiaba que nunca me tomase en serio, que me dijese ese tipo de advertencia porque creyese que me comportaba como una cría. Lo único que quiero que pase es que Kageyama comience a verme como una chica, como mujer.

Una parte de mí sabía que eso nunca llegaría a pasar y se me partía el alma al pensar en ello.

-Kageyama-kun. -El chico volvió a dejar de andar y se puso de frente a mí. Nerviosa, sin poder soportar su mirada, aparté la mía y extendí velozmente un sobre hacia él. - ¡Por favor acéptalo!

- ¿Qué es esto? Jun, ¿cuántas veces me vas a hacer repetirte que no te gastes dinero en mí? Debería de-. -Lo corté antes de que siguiese hablando.

-No me he gastado nada, Kageyama-kun. Solamente quería hacerte un regalo.

Con un suspiro lo acepta, coge el sobre, lo abre, y al tener el pequeño amuleto entre sus manos me mira sorprendido.

-Jun... ¿Has hecho esto por mí?

Me rasco nerviosa la nuca mientras suelto una nerviosa risa.

-Bueno, esperaba que te gustase... Puede que no me haya quedado precioso ni se parezca a un amuleto de los que venden en los templos pero quería hacerte uno personal para darte todas mis fuerzas para el partido de mañana. Has estado practicando mucho, intentando que el equipo gane y no ser un lastre así que... Bueno, ¡fuerza!

-Gracias, Jun. -Por primera vez en muchos años Kageyama me acogió entre sus fuertes brazos. Me sentía tan cálida entre ellos y me gustaba tanto estar así con él que mis ojos se entrecerraron mientras que hundí inconscientemente mi cabeza en su latente pecho. Amaba oír su acelerado corazón, pero mucho más cuando este se calmaba al estar conmigo. -Juro que ganaré el partido.

-Claro que lo harás, eres nuestro Rey de la Pista, el mejor entre mejores.

Que ilusa era.

A la mañana siguiente había estado esperando a Kageyama pronto frente a su casa para así poder llegar con tiempo de sobra al lugar en el que el equipo tendría el partido. Nada más llegamos nos acercamos a nuestro equipo, quienes me miraron más animados a mí que a Kageyama.

- ¡Buenos días, Jun-chan!

-No me vuelvas a dirigir la palabra, cabeza cebolla.

- ¡Jun-chan! No le digas eso, sabes que es sensible...

- ¿A qué narices ha venido ese insulto? -Pregunta molesto cabeza... Kindaichi.

Sonrío con suficiencia.

-Bueno, el día en que trates bien a Kageyama-kun yo te trataré bien. -Kindaichi aprieta los labios al oírme hablar.

-Cierra el pico, Jun. -Corta Kageyama sin sentimiento alguno la seguramente discusión. Lo miro dolida. -No necesito que me defiendas, ni tú ni nadie.

Cierro los ojos con fuerza.

-Perdona. -Me disculpo con la cabeza agachada.

El partido comenzó y todo iba bien, lo más bien que puede ir todo cuando Kageyama es tan... él, íbamos ganando pero de un momento para otro Tobio había comenzado a gritar a los del equipo y estos, hartos, habían dejado de moverse y abandonado la pista, provocando que perdiesen el partido que tanto le importaba al moreno.

- ¡Kageyama-kun! -Corro hacia él preocupada por su estado y, nada más verlo tan mal no pude evitar abrazarlo. -Tranquilo, Kageyama-kun, estoy contigo.

➳➳➳

Habíamos llegado a la casa de Kageyama tras haber podido irnos de aquel lugar que sabía que no traería ningún buen recuerdo al chico a partir de aquel día. Entramos en su cuarto y lo sienté en su cama.

-Kageyama-kun, voy a prepararte algo para picar, ¿vale? Mientras tú espérame aquí. -Sonrío sin saber qué narices hacer en este tipo de situación.

Comienzo a hacerle un sándwich de jamón y queso con un zumo de naranja de bebida y subo a su cuarto casi corriendo evitando que el zumo se caiga y se derrame por todo el suelo. Al abrir la puerta noto como mi corazón se rompe en miles de pedazos.

La persona a la que amo está dañado y no sé qué hacer para poder sacarle una sonrisa.

Incluso dudo de que pueda hacerlo.

-Kageyama-kun. -Lo llamo en un suave susurro tras dejar el plato con los sándwiches en su mesa. Le acerco el zumo con tranquilidad. -Bebe un poco, te ayudará a olvidarte un poco de... hoy. -Se lo extiendo con una sonrisa pero me sorprende su reacción.

Pega un manotazo al vaso que cae estrepitosamente al suelo, rompiéndose tanto como mi corazón cuando Kageyama me mira con asco, odio.

- ¡Lárgate, Jun! ¿¡Por qué narices sigues aquí?! ¿¡Qué quieres de mí?!

- ¡No quiero nada de ti! -Me atreví a recriminarle, a gritarle por primera vez. - ¡Solamente trato de apoyarte porque estoy enamorada de ti, joder! ¡Todos los días soporto que me trates mal porque sé que así eres tú, y te quiero a pesar de ello pero tampoco puedes tratarme de esta manera cuando soy la única que te acepta con los brazos abiertos! -Las lágrimas amenazan con salir de mis ojos. - ¡No sabes lo feliz que me hizo el abrazo que me diste cuando te regalé el amuleto, o el cómo guardo con cariño todos los buenos momentos que hemos vivido juntos!

Kageyama se queda en silencio.

-Por primera vez en tu vida no te quedes callado y responde a mis sentimientos. Te lo suplico, Kageyama-kun. -Le pido con las lágrimas cayendo, rota como nunca antes me había sentido.

Tobio cierra los ojos y, cuando vuelve a mirarme, la frialdad demostrada en sus oscuras orbes me destrozan aún más.

-Jun... ¡Eres una molestia! ¿¡Por qué no me dejas solo de una maldita vez?!

Lo miro sorprendida, dolida.

<<Molestia>>

-Veo que eso es lo que piensas de mí. -Lo miro con una fingida y amplia sonrisa temblorosa. No me atrevo a mirarlo a los ojos por lo que los cierro. -Gracias, Kageyama-kun, por ser totalmente sincero conmigo. Me alegra saber lo que piensas de mí. Juro no volver a molestarte nunca más. -Salí de su cuarto y, nada más oí como cerraba la puerta, dejé salir todo mi dolor afuera.

Enamorada del rey de la pista (Kageyama Tobio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora