EL FRUTO DEL PARAMO

Capítulo 5: La mujer bajo la lluvia.

-Hijo, no puedes seguir así- Lois dejo la charola con alimentos sobre la mesa de noche que custodiaba la cama para después sentarse junto al cuerpo de Jon- tienes que comer cariño, estás adelgazando mucho.

-Él no quiere verme mamá- lo escuchó gimotear, últimamente ese era el único lenguaje que le oía a su hijo- no quiere... no quiere...

Lois podía recordar con suma claridad aquella horrorosa noche. Ella estaba en la sala frente un fuego que no la calentaba mientras su esposo parecía querer romperse los dedos por estar tronándolos angustiado una y otra vez. Ninguno de los dos betas sabia dónde estaba su hijo y cuando este llegó a medio amanecer con los ojos hinchados de tanto llorar ambos progenitores supieron de inmediato en donde había estado.

-Cariño, trata de comer- lo animo, pero el chico seguía sin responder- solo un bocado amor, por mí.

-Dami...- la mujer se estremeció como cada vez que lo escuchaba decir ese nombre que en antaño adoraba- por favor mamá haz que me quiera, por favor.

-shhh...- Jon la había abrazado y ahora ella lo sujetaba con fuerza y cariño buscando calmarlo, tratando de brindarle una esperanza que ni ella misma albergaba- tranquilo mi amor, todo estará bien.

Así permanecieron madre e hijo hasta que el menor cayó rendido. Cansado de sus lágrimas, seco por dentro y fuera.

La situación cada vez se trastornada más difícil pues la depresión de Jon parecía contagiar a todo aquel que se le acercara, como una enfermedad poco a poco la vitalidad en la casa Kent se empezó a marchitar. No importaba cuántas veces o en qué tomó sus padres hablaran con el chico pues este se negaba a entender y el problema había nacido a raíz del rechazo que Damian le brindó.

Aquella noche cuando se escabulló en los aposentos del omega y prácticamente le ofreció su corazón y esperanzas en bandeja de plata este los destrozó sin compasión. Damian había sido cruel y por su propio bienestar Jon se dispuso a borrar los detalles del incidente. Después de una acalorada discusión entre alfa y omega, donde la familia de este último tuvo que intervenir, los planes que el inventor tenía para ellos se perdieron. Jamás tomarían el tren de las 11 y nunca llegarían a la costa para iniciar una vida juntos desde cero pues, como Dami lo remarcó enfáticamente, ellos dos no tenían nada. Ahora los días los pasaba encerrado en su habitación y cuando la depresión dejaba paso a otro sentimiento la ira se encargaba de que Jon destrozada todo lo que se encontrará en su campo de visión hasta que los nudillos le sangraban.

El estilo de vida del joven alfa no podía ser vida así que su madre dolida por lo que pasaba optó por tomar cartas en el asunto. Esa tarde presagiaba chubascos que se volverían tormenta dentro de poco, a Lois nunca antes se le había visto tal decisión en la mirada, la mujer salió de su casa e ignorando los llamados asustados de sus sirvientes y esposo subió en un caballo sin carruaje, cabalgó contra viento y lluvia hasta aquella mansión en la colina que una vez fue el segundo hogar de su hijo, aquel en donde se encontraba veneno y cura de su primogénito.

Al abrirle la puerta los rostros de sorpresa no dejaron duda de que nadie esperaba verla ahí tan pronto. Era normal que algún enfrentamiento parecido se suscitara tarde o temprano, aunque siendo honestos la familia Wayne esperaba que fuera lo más lejano posible. Lois no pretendía ser grosera de alguna forma con los hijos de Bruce o con la gente a su mando pero cuando un par de sirvientas le ofrecieron una frazada para secarse ella las apartó de un manotazo y las alejó con su mirada severa; esa noche solo Dick, Jason y Alfred estaban presentes pues Bruce acompañado de Tim habían llevado a Damian al hospital donde le atendían su recién publicada condición.

Apenas una semana que se había hecho público que Damian Wayne era un omega y la sociedad se había puesto de cabeza; entre los grupos que apoyaban la nueva naturaleza del chico y los retractores que buscaban el desprestigio de la familia, Bruce se había mantenido tenso por proteger la privacidad de su hijo. Por tal motivo prefería moverse entre las sombras cada que salía de la mansión con su joven hijo.