CAPÍTULO 15

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El día jueves transcurrió de manera normal para nuestra protagonista, quién iba por los pasillos con una torre de cuadernos y papeles a la vez que seguía a la maestra de Francés.

Paulette LaRoche era una mujer en sus 70's pero con la energía y agudeza mental de alguien 20 años menor.
De complexión pequeña y cabello corto al estilo Bob, la europea llamaba la atención a dónde quiera que fuera con sus prendas de estilo colorido y con su eterno cigarro, el cuál fumaba con una boquilla.

La anciana vivió los horrores de la guerra y sobrevivió para contarlo, en su cuerpo estaban las marcas de las heridas de bala que recibió cuando fue parte de la resistencia de los Países Bajos, para ella cada cicatriz era como una medalla de honor.

La única señal que delataba su edad era el bastón de madera con el que se apoyaba para caminar.

Su joven asistente la seguía de cerca a paso lento intentando no tirar la torre hasta que cierto amigo suyo la abordó y le quitó la carga.

—Tal parece que necesitas ayuda, Millie.

—Gracias Frankie, pero no es necesario, en serio.

—Nona me regañaría si viera que no me acerco a ayudar a una chica en apuros—y le guiñó el ojo, causando el sonrojo instantáneo en la pálida joven.

— ¿Sabes? Me gustaría conocer a Nona algún día, estoy segura de que es una mujer extraordinaria.

—Por supuesto que lo es y estoy seguro de que ella también estaría encantada de conocerte.

Pourriez-vous venir s'il vous plaît?, la classe est sur le point de commencer (¿Podrías venir por favor?, la clase está a punto de comenzar)—la voz rasposa de la maestra resonó por todo el pasillo, llamando a la alumna.

Oui madame, dans un instant je suis avec toi (Sí señora, en un momento estoy con usted)—le respondió la adolescente y volteó a ver a su amigo—Tengo que llevar estos cuadernillos al siguiente salón, Frankie.

El muchacho se quedó de una pieza al escuchar la conversación entre la anciana y su amiga.

—¿Dónde aprendiste eso?

—Estudié en un Colegio de monjas franco canadienses, no fueron mis mejores años pero al menos aprendí el idioma.

—Wow—Frank soltó un silbido, genuinamente impresionado; luego recordó lo que le había contado June sobre Millie y el colegio de monjas y comprendió el por qué la de lentes hablaba de su paso por dicha institución con cierta amargura.

Il se fait tard, Millicent (Se hace tarde, Millicent)—la profesora volvió a insistir, ya impaciente.

—Vamos, Frankie— y ambos jóvenes apuraron el paso.

El mayor dejó la pila de cuadernos en el escritorio del salón indicado, salió del lugar pero se quedó en el umbral viendo cómo Millie los iba acomodando en los pupitres, pudo escuchar que tanto maestra y alumna seguían conversando en francés.

La voz de la chica sonaba diferente, con más seguridad y sin ningún titubeo, incluso sonaba más madura, sin ese tono aniñado que la caracterizaba.

Y eso vaya que le gustó a Frank Feranna.

La más joven terminó su labor y  se despidió de la maestra y ésta volteó a ver al alumno.

—Muchas gracias, joven—le comentó la maestra con su fuerte acento.

—No hay de qué, profesora.

Los dos jóvenes regresaron por dónde vinieron, entonces una duda le asaltó al de ojos verdes.

STARRY EYES [Nikki Sixx]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora