6. Decisiones y secretos

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Luego de la sorpresa inicial, el rostro de Ian se modificó en un gesto de alivio. Ella estaba bien.

—Jen —susurró mientras avanzaba unos pasos; pero cuando vio la expresión alarmada de varias de las jóvenes que rodeaban a la chica, decidió detenerse—. ¿Estás bien? Estábamos todos tan preocupados.

Ella, al ver que se había parado a mitad de camino, creyó que, de alguna manera, haberlo visto había afectado su capacidad de hacerse invisible. Concluyó que lo mejor sería actuar con la mayor normalidad posible. Se apartó de las hadas, a las que supuso que él no veía, y se caminó en dirección a él.

—Sí, estoy bien. No quería preocuparlos pero… ¿Qué estás haciendo aquí?

Se paró frente a él, quien la miró extrañado ante esa pregunta. ¿De verdad necesitaba que le explicara por qué estaba allí?

—Estaba buscándote. También tu papá y Ryan, solo que ellos fueron por el otro lado.

En el momento en que Ian miró por encima del hombro de la muchacha, prestando atención a los rostros de quienes se encontraban en el otro sector del claro, Jen comenzó a temer que algo extraño estuviera pasando. Y eso se confirmó ante la pregunta que siguió cuando detectó a Saphira.

—Jen, ¿esa es… tu mamá?

Ian no comprendía del todo cómo era posible que descubrieran que aquella mujer estaba viva después de tanto tiempo. Menos lograba entender por qué tanto la chica frente a él como todas las demás figuras femeninas en el claro del bosque lo miraban como si hubiesen visto a un fantasma. ¿Cuál era su problema?

Durante el tiempo en que la joven no supo que decir, Samay avanzó hasta pararse cerca de ella, sin despegar los ojos del humano que acababa de llegar.

—¿Puedes vernos? —preguntó el hada, ante lo que él enarcó una ceja.

—Sí, claro que puedo verlas.

Aquella definitivamente entraba en la lista de las preguntas más estúpidas que hubiera escuchado en su vida. ¿Cómo no podría verlas? Estaban ahí, eran reales. Sin embargo, cuando le dirigió una segunda mirada a la chica de ojos violeta y cabello castaño junto a Jen, debió reprimir un grito ahogado. ¿Acaso eran alas eso que sobresalía de su espalda?

Al notar la incredulidad en la mirada del chico, Saphira se acercó hacia donde se encontraban los tres luciendo una sonrisa tranquilizadora.

—Hola, ¿cómo estás? Deduzco que eres amigo de Jeniffer, ¿cierto? —Ella ya sabía la respuesta, dado que lo había visto varias veces con su hija. Pero, al acercarse a él, algo llamaba su atención. ¿Por qué podía verlas? ¿Cómo era eso posible?—. Yo soy su madre, como creo que ya te diste cuenta.

—Em… sí. Es que he visto unas fotografías suyas. 

Repentinamente, Ian se había puesto nervioso, notaba algo raro sucediendo allí. Percibía algo extraño en la madre de Jen, y también en la chica de cabello castaño. Aquel hormigueo que había sentido al estar caminando por el bosque y que lo había guiado hasta el claro no se había apaciguado, por el contrario, por momentos parecía volverse más fuerte. Incómodo, comenzó a mover un poco las piernas y a pasar el peso de su cuerpo de un lado para el otro.

Jen notó estos movimientos, y también lo hizo Saphira. La chica posó una mano sobre el brazo de él.

—¿Estás bien? Luces incómodo.

—Sí, es solo que hoy estoy sintiéndome un poco raro.

Con un gesto de la sílfide, las demás comenzaron a acercarse lentamente al sitio donde se encontraban y, a medida que lo hacían, el muchacho se ponía más inquieto. Había comenzado a sudar, tenía las manos húmedas y algunas gotitas se acumulaban en su frente. Jeniffer lo observaba preocupada, y su madre, intrigada.

La melodía del viento (Elemental 0.5- Precuela) #Wattys2015Donde viven las historias. Descúbrelo ahora