III. Incapacidades.

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Tengo una incapacidad estúpida para amar tras un primer encuentro en un café de Francia bajo el efecto romántico de la Torre Eiffel. Quizá pueda expresar que se debe a la falta de pláticas formidables, pláticas profundas e inteligentes, no precisamente de aliens, si no del ser sofisticado que se codea en la sociedad de hoy. Las discretas vistas al andar de una dama cuya vestimenta es acusada de ser muy sensual pero que, finalmente, el susurro acosador se desmorona como galletas viejas en las manos del hablador ante la falta de interés de quien la viste y luce con elegancia.

Mi falta de amor carece de la curva creativa que se forma en tu cintura al terminar la cadera y comenzar la silueta que me encanta besar, el mar ardiente arrastrando mis deseos me susurra entre sueños que esto va acabar mal ¿Por qué me niego a escuchar? Porque yo, el pequeño ser oculto en las estrellas, prefiere admirarte en la lejanía antes de romper sus deseos en la ilusión del saber, porque saberte mía disipa en las olas el placer de conquistarte como tierra lejana.

Y perdóname, me sentaré en el café de Francia embelesado por el aire romántico de la Torre Eiffel, enamorado de la brisa y el andar de la dama que viste la falda acusada de ser muy sensual.

Relatos tristes para un corazón herido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora