II. Cuba.

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¿Te acuerdas? Cuando bailábamos entre las olas, los dedos entrelazados y las plantas de los pies descalzos cubiertos de arena, marcados y arrugados por el paso del tiempo. ¿Recuerdas el oleaje arrastrando las malas jugadas? Tus labios dibujados en la curva de mi clavícula mientras prensaba tu oreja entre mis dientes y saboreaba el dulce amargo de tu amor; el sol bañando tu melena rizada mientras se atoraba entre mis dedos al acariciarla.

El calor de Cuba, tu cadera danzante a un melifluo triste, un sueño que entre el ritmo de los bongos viaja por las calles, trompetas lanzando notas enigmáticas entrando por tus oídos y saliendo en siluetas de animales nocturnos que esperan al acecho el descuido de un tesoro que hasta hoy me atreví a mirar. El refugio de tu cuello en noches de verano tormentosas, elevándonos entre las nubes luego de un buen polvo, acariciar tu piel cual seda, contemplarte en silencio como piedra preciosa en manos de un pobre.

Me hiciste llorar, perdí entre tus piernas las hombría sin sentimientos de la que alardeaba, entre frágiles alas de una paloma herida tejí el manto de oro con el que ahora envuelvo tu recuerdo y lo incendio con el fuego del sol que dejó de alumbrar tu camino. Me robé las estrellas en un saco de promesas rotas y bailé en la hoguera tu muerte.

Relatos tristes para un corazón herido. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora