FLAMES

Rumbo

- ¡Ya estamos aquí! - Digo entrando en la sala de reuniones, con Alba pisándome los talones. - Disculpad la tardanza, estábamos ultimando unas cosicas.

- ¿Se puede saber a qué vienen esas sonrisas? - Pregunta María. - La situación no está como para lucir nuestros preciosos blanqueamientos dentales... - Añade tirando de ironía. Por muy mal que estuvieran las cosas, María siempre se las apañaba para sacarnos una sonrisa.

- O tal vez sí. - Contesto yo, notando todos los ojos clavados en mí. - Cuéntales, Reche. - Digo señalándola con la mano, mientras me siento en una silla cruzando mis largas piernas. Ahora todos los ojos están sobre la rubia, mientras que ella me fulmina con su mirada.

No habíamos quedado en eso. En el camino entre la cafetería de Nieves y las oficinas, habíamos hablado de explicarlo entre las dos, pero me había tirado del barco en cuanto había podido, dejándola sola ante el peligro. Eso sí, dedicándole mi mejor sonrisa. Alba pone los ojos en blanco y suspira antes de empezar a hablar.

- Está bien, lo explicaré yo. Vamos a seguir con la misma idea que teníamos, pero la vamos a cambiar completamente. - Todos le miran extrañados, incluso yo, que sé de qué va la historia, la miro levantando una ceja.

- Alba cariño, que lo mismo todavía me dura la resaca de ayer, que no sería de extrañar, pero no he entendido nada. - Dice África encogiéndose de hombros.

- A ver, vamos a seguir contando historias con la ropa. Cada diseño va a tener una historia detrás, un por qué, una razón de ser. Pero ni lo vamos a contar, ni vamos a decidir las historias nosotros.

- La que se acaba de perder ahora soy yo. - Dice Sabela. Yo miro la escena divertida y sin ninguna intención de ayudar a la rubia. Alba tenía un don especial a la hora de contar las cosas y yo no pensaba interrumpirla. Sabía que acabaría dando con la tecla.

- ¿Cuál es la razón de ser de esto, Sabela? ¿Para qué hacemos ropa? - Los ojos de Alba empezaban a brillar, dejándose llevar por el momento. - O mejor dicho, ¿para quién?

- Para los demás, para la gente. Para hacer este mundo un poco mejor de alguna manera.

- ¡Ahí lo tienes! - Exclama Alba dando una palmada. - Las historias las va a contar la gente y las historias que van a ser contadas, también.

- ¿Dices como de hacer una especie de encuesta? ¿O de concurso? - Pregunta Miki incorporándose en su silla. Ya había conseguido engancharlo.

- Sí, algo así. La idea que teníamos era muy buena, pero nos habíamos quedado a la mitad. - Dice mirándome a mí esta vez. Asiento levemente con la cabeza y le sonrío, porque sé lo que quiere decirme: que tenía razón con mi corazonada y que podíamos hacerlo mejor. - Aquí es donde te necesitamos, Joan. ¿Cuál es la mejor manera de llegar a la gente para hacer esto?

- Yo no lo plantearía como un concurso. - Dice pensativo. - Si lo hacemos de esa manera, parece como que hay ganadores y perdedores, y no es así. Con esto, deberíamos ganar todos, porque lo que le pasa a una persona, seguramente nos haya pasado a los demás. Al final se trata de contar tu historia, de expresarte, de sentirte escuchado. Y luego votar la historia con la que más te hayas identificado, para ver que no estás solo, que hay gente igual que tú. - Dice encogiéndose de hombros. Era muy bueno, el mejor en lo suyo, pero además era una de las mejores personas que yo había conocido. - Así lo haría yo.

- Podemos crear una especie de plataforma, como una comunidad. - Comenta Sabela. - Para que la gente interactúe y elija la historia que más le guste.

- Y que a parte de la historia, la gente diseñe un boceto de cómo se imagina la ropa para dicha historia. - Dice Marta, que hasta ahora había estado inusualmente callada. Mis ojos se iluminan por lo que están viendo, a todos emocionados e implicados con una idea que, si no conseguía ganar, al menos iba a hacer que la gente se sintiese mejor, y yo no podía pedir nada más. - Luego nosotros la terminaríamos de diseñar, pero que la idea inicial parta de la gente.