Fuegos de Ballian [EunHae/HaeHyuk +18] ADAPTACIÓN

Capítulo 8

Donghae despertó con un sobresalto. Sentándose, confundido y desorientado por un momento, hasta que se dio cuenta que estaba en la cama de Hyukjae y él en Kellesborne, solo.

Corrió las cortinas que rodeaban la cama, preguntándose qué hora serían. La luz grisácea del crepúsculo se filtraba por la enorme ventana, y los candelabros de la pared que siempre quemaban, noche y día, gracias a la magia de los antiguos lores draegan lanzaban un brillo naranja caliente en toda la sala.

Era mucho más tarde de lo que esperaba fuera. Había dormido horas. No las suficientes. La última visión que tuvo de Hyukjae quedó marcada en su mente y lo llenó de una intensa nostalgia.

Un tumulto en el pasillo fuera de la habitación llamó su atención apenas una fracción de segundos antes que las altas puertas dobles fueran súbitamente abiertas. Antes que su mente pudiera registrar lo que sucedía y alcanzara un arma, una figura grande irrumpió desde el otro lado de la habitación y tomó a Donghae por la garganta.

—¡Tú, hijo de puta! ¿No estás satisfecho con matarlo? ¡Debí haber acabado contigo hace meses!

El rugido alto vino de un hombre salvaje desgreñado, o así parecía.

—Suéltame, Junsu. —La magia, sin Donghae siquiera pensar en eso, apareció como una quemadura caliente y blanca en su núcleo, y con un gesto de la mano, envolvió al draegan por atrás, hacia el suelo. Pero, como con los malditos nyctophans, Junsu no fue disuadido. Levantándose, temblando cuando lo hacía se arrojó sobre Donghae otra
vez.

Donghae estaba vagamente consciente de otra actividad cerca de la puerta, y por el rabillo del ojo vió a Leeteuk y Puff entrar, seguidos de cerca por Taeyeon y Henry. Henry, miró la escena, sus ojos asesinos fueron de Junsu a Donghae e inmediatamente sacó su cuchillo y fue por Junsu. Pero Donghae ya había apartado las mantas y se levantó. Con una mano extendida, sintiendo pulsar la magia fuera de él, él sujetó a Junsu con un estrangulamiento invisible. Pero en vez de empujarlo hacia el piso nuevamente, lo levantó hasta que sus pies dejaron de tocar el piso y lo empujó contra la pared, sosteniéndolo mientras Junsu forcejeaba.

Henry se detuvo a mitad de camino y miró con sorpresa a Junsu colgando lejos del piso sin ningún apoyo. Donghae sostuvo la mirada del enorme draegan, sin dejar que la retirara. El piso de la sala comenzó a temblar. Los objetos de la mesa y otras superficies planas se deslizaron sobre ellas. Algo cayó y se rompió. Pasó unos segundos antes que Donghae se dio cuenta que estaba enfocando su rabia en la magia. Respiró hondo y se esforzó a calmarse y controlarse en su interior.

Lentamente, las cosas se calmaron, y alivió la presión que estaba usando para sostener a Junsu. Éste tragó en seco cuando Donghae soltó su garganta y descendió, pero Donghae no lo dejó ir. Usó la magia para mantener a Junsu contra la pared de piedra.

Al aproximarse al draegan, con la mano aun extendida, Junsu tosió y miró hacia él.

—Vamos, mátame. Esto es lo que siempre planeaste, ¿no? —Dijo él.

Donghae se detuvo frente a él, y de repente, furioso por haber sido atacado otra vez, por el enorme draegan herido. Junsu parecía miserable.

Donghae era un hombre alto, pero Junsu lo sobrepasaba por varios centímetros y, normalmente, su altura y constitución le daban un aire intimidante. Pero esa noche, ni su tamaño y características físicas podían enmascarar su palidez enfermiza y el hecho que el hombre había perdido peso en el lapso de las últimas semanas. Descalzo, usando pantalones largos y una camisa suelta, abierta en el cuello. Su cabello negro, despeinado, caía largo, salvaje y enmarañado casi hasta la cintura. Su rostro estaba lastimado, y Donghae sabía que tenía marcas parecidas por todo el cuerpo. Pero eran los ojos lo más sorprendente, como trozos de ónix oscuro, con una expresión constante de rabia, pero también había tristeza en ellos. Fue el dolor lo que desencadenó una onda de simpatía en Donghae.