Prólogo

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Siwon, Gran Hechicero de Velensperia, rodeó la figura arrodillada en el suelo que estaba frente a él. El hecho de que el objeto de su atención no estuviera arrodillado por voluntad propia, sino porque Siwon le forzaba a adoptar la posición de temor usando la magia, tan sólo hacía la sumisión un tanto más deliciosa. Saboreó el embriagador placer que crecía en él ante su propia dominancia.

El ruido de sus botas al caminar despertaba ecos en las paredes de piedra gris de la fortaleza que había reclamado como suya cien años antes. Su fortaleza. Cada piedra del castillo, cada edificio anexo, cada villa, ciudad, puesto fronterizo y ciudadela a lo largo del terreno, al igual que cada hombre, mujer, niño y criatura en Velensperia le pertenecía. Durante cien años había regido. Y nada iba a evitar que rigiera otros cien y más aun. Ni los insufribles draegans y su recién revelado lord, ni ningún humano de la chusma que se atreviera a causarle problemás. Pronto su control se expandiría mucho más allá del mundo de los humanos y draegans, y estos, tan centrados en su propia pequeña porción de Velensperia, no tenían ni idea de las sorpresas que Siwon tenía preparadas. Ni idea de lo mucho que su alcance había crecido.

Cierto, el descubrir que un draegan con sangre de lord había sobrevivido a su purga hacía un siglo había sido un obstáculo inesperado para sus planes. Pero el nuevo lord era inexperto, lo que le hacía propenso a cometer errores... tal y como ya había demostrado al revelarse ante Siwon cuando acudió a rescatar al mestizo. Un movimiento insensato, el pensar que Donghae Rizik, el traidor y antiguo capitán de la gran guardia de Siwon, valiese el riesgo de entrar en Thrythgar. E incluso más insensato para el draegan, revelarse como lo que realmente era cuando llevaron a cabo su huida. Poco sabía el lord principiante lo mucho que había sido capaz de aprender de él Siwon aquel día.

En conjunto, había sido un encuentro revelador.

«Excepto por el libro.»

Siwon entrecerró los ojos al recordarlo. Durante su huida de la fortaleza, la escoria draegan y el traidor habían robado el diario de Siwon... su crónica de los eventos que habían acontecido durante el pasado siglo. Afortunadamente el diario contenía tan solo hechos básicos. Siwon jamás sería lo bastante estúpido como para dejar su grimorio más detallado, lleno de sus hechizos y maquinaciones, por ahí tirado... Aquel objeto estaba fuertemente protegido en otro lugar. No obstante, el robo lo enfurecía. ¡Cómo se había atrevido el traidor mestizo a irrumpir en el interior de su santuario y robarle!

Por otro lado, quizás el traidor le había hecho un favor. Él y el pequeño lord draegan sin duda habían creído que encontrarían todas las respuestas que buscaban en ese libro, pero una vez que lo abrieran descubrirían su error... ya que el libro estaba escrito en un antiguo idioma que nadie, salvo Siwon, sabía leer. E incluso si por alguna casualidad lograban descifrar el críptico texto (cosa que seguramente no harían), pero si lo hacían, tan solo aprenderían más rápidamente que no se le podía derrotar. El miedo a lo desconocido era un arma poderosa. Pero en ocasiones el miedo a lo conocido era incluso más efectivo.

Recuperó el buen humor y una pequeña sonrisa le torció los labios.

Los draegans y cualquier aliado humano que pudiesen encontrar serían, a la postre, muy poca amenaza para él. En los viejos días de gloria los draegans habían sido unos oponentes potencialmente formidables. Habían sido el único obstáculo posible en sus planes, así que los había diezmado. Había matado a todos sus líderes con el primer ataque, y había arrasado la mayor parte del revoltijo que había quedado a lo largo de las siguientes semanas. Incluso ahora, cien años más tarde, los pocos draegans que quedaban libres de su control estaban diseminados y eran débiles. Sin duda algunos se habrían dirigido ya al campamento draegan, esperando protección ahora que tenían de nuevo a un lord. Pero la mayoría estaba todavía ahí fuera, escondidos entre los humanos o viviendo en pequeños grupos con la esperanza de evadir a sus tropas. La mayoría probablemente ni siquiera se habían dado cuenta todavía de que tenían un nuevo lord. E incluso los que pensaran que contarían con la protección del lord en persona… bueno, cuantos más draegans se congregasen en un área, más fácil sería encontrarlos y destruirlos con un solo y rápido golpe.

Y los aplastaría, exactamente como lo había hecho con sus predecesores hacía tanto tiempo. Porque contaba con algo que ellos no tenían…

Poder.

Le pulsaba en las venas y en lo profundo de la piel. Siwon había trabajado mucho y sacrificado mucho para asegurarse de que él, y sólo él, era el receptáculo de un poder que llegaba más allá que cualquiera que se hubiera visto en aquel mundo, un poder que le daba longevidad y le convertía en prácticamente invencible. El poder era una droga tan potente que nada se le comparaba. Y con él, podría conquistarlo todo, y lo conquistaría..

Lo cual llevó de nuevo su atención por completo hacia la figura que había en el suelo.

—Estás furioso. Lo entiendo. Y te has mantenido firme de manera admirable. Pero al final, tu destino —Siwon dijo con una sonrisa pagada de sí misma— es inevitable. Seguramente no piensas lo contrario. Seguramente no crees ni por un segundo que vayas a hacer jamás nada que no sea exactamente lo que yo deseo. En el momento que llegaste aquí ya estaba escrito en las estrellas el papel que desempeñarías.

A excepción de un débil resuello, el silencio desafiante fue su única respuesta, lo que causó que la sonrisa de Siwon se convirtiera en una de autosatisfacción. «Ah, si». Cuanto más duro, más fuertes y más tercamente insistían en que jamás se doblegarían ante su voluntad, con más fuerza caían. Y caían. Siempre. Y también aquel lo haría. Siwon se acarició la mandíbula lisa, que no contenía ni una sombra a pesar de su edad, y bajó la mirada hacia la cabeza, inclinada con rigidez.

—Ha llegado el momento de que hagas tu parte.

Otro bufido, resuelto, iracundo. Pero sin palabras.

Esta vez Siwon no permitió el desafío. Agarró un puñado de cabello y tiró, levantándole la cabeza hasta que a su compañía no le quedó otro remedio que mirarle. Siwon entrecerró los ojos, inclinándose hacia él, y su voz se endureció.

—Harás lo que yo diga. Tengo lo que quieres y sabes que no hay otra manera de conseguirlo. Cualquier desviación del plan hará caer mi ira sobre ti. Y tal y como sabes muy bien, ése es un camino que no quieres recorrer, amigo mío.

Esos ojos, tan fríos y furiosos, incrustaron esquirlas de hielo negro en Siwon, excitándole más que haciéndole enfurecer. Apretó su agarre sobre el abundante cabello e hizo que acercara más el rostro. Más cerca. Hasta que su boca quedó a escasos centímetros de los sensuales labios que sabía que querían lanzarse sobre él y desgarrarle con duras palabras. Pero la boca no se abrió, y no emergió ningún sonido. Porque su compañía sabía que en lugar de hacer enfurecer o herir a Siwon, las palabras tan solo aumentarían las llamas de sus deseos.

Fuegos de Ballian [EunHae/HaeHyuk +18] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora