Capítulo 5

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Donghae inclinó un hombro contra la puerta de la pequeña habitación en la que ubicaron a Junsu. El draegan yacía inmóvil sobre su estómago en la cama. Sus ojos estaban cerrados, y él estaba aún inconsciente o dormido. Él parecía golpeado, pero su respiración sonaba normal, lo que pensó Donghae, debería ser una buena señal.

Puff, con su largo cabello oscuro peinado hacia atrás en un nudo flojo para mantenerlo fuera de su camino, estaba inclinada sobre Junsu colocando un lienzo sobre él, con cuidado para no arrastrarlo sobre sus heridas sin curar. Cuando ella se enderezó y vió a Donghae, su rostro se iluminó con una sonrisa.

—Mi Señor, Rizik.

Donghae soltó un suave gemido.

—Por favor, Puff, ya soporté todo lo que podía soportar por el día y aun no es ni medio día.

—Bueno, creo que como tuvo una noche difícil ayer voy a tomar en cuenta su humor… Donghae. —Otra sonrisa.

Era una broma entre ellos. Ella sabía que no le gustaba su título, y así ella lo usaba para provocarlo, siempre dándole nuevas variaciones como: Señor Donghae, mi Señorito, o el que ella venía usando desde hace un par de días atrás… Estimado Lord. En su vida anterior, cuando era más joven y lleno de su propio ego, su provocación lo habría irritado. Pero ahora él apreciaba más de lo que podía expresar la posibilidad de tener en algún lugar de la fortaleza una pequeña porción de normalidad en un mundo enloquecido con la muerte, miedo y planes malignos.

No obstante contar con sólo veinte y tantos años, las habilidades de Puff como curandera estaban más allá de sus años. Ella había sido bien entrenada por su madre, una curandera antes de ella. Ellos tuvieron la suerte de tenerla aquí en Kellesborne. Pero fue su corazón, su sentido del humor, y su calor genuino que Donghae encontraba más atrayente. Él gustaba de ella desde el momento en que él la conoció. Ella era como la hermana que nunca tuvo.

—¿Cómo está? —Preguntó.

—Cómo puede esperarse, —dijo suavemente. —él está en muy mal estado, pero es fuerte y se va a curar. Ahora lo más importante que él necesita es que el resto de su cuerpo tenga la fuerza para curarse. —Ella verificó una última vez a Junsu para ver si tenía fiebre, entonces se volvió hacia Donghae. —Vamos a conversar en otro lugar para no perturbarlo. ¿Estoy suponiendo o quieres ver a tu abuela?

Donghae movió la cabeza y se apartó para que pudiera pasar a su lado hacia las habitaciones contiguas que ocupaba con Sora. La madre de Puff había sido amiga de la abuela de Donghae que se escondía en su aldea, viviendo como un ser humano, por muchos años. Cuando Sora enfermó con la mente confusa, la madre de Puff no pensó dos veces antes de ñ llevarla para su casa y cuidarla. Puff había dicho una vez a Donghae que algunos de sus primeros recuerdos cuando niña eran de Sora sentada junto al fuego con una leve sonrisa en el rostro, mirándola bromear. Cuando la madre de Puff murió hacía tres años, Puff había asumido el cuidado de Sora como una familia. La disculpa sería decir que Donghae estaba eternamente agradecido con ella por el tierno cuidado que ofreció a la anciana.

Cuando ellos entraron a la acogedora sala de estar, sintió el calor del fuego ardiendo en la chimenea, y vió a su abuela sentada en un sillón junto a la ventana, una manta extendida sobre su regazo, su mirada centrada en la nieve cayendo desde el cielo gris allí afuera. Ella no levantó la mirada cuando entraron, pero Donghae fue hasta ella y le dio un beso en su rostro suave como papel delgado, y acercó un banco para sentarse a su lado tomándole la mano.

—¿Cómo está hoy, abuela?

Ella no lo miró, pero él supo estaba consciente de su presencia.

Fuegos de Ballian [EunHae/HaeHyuk +18] ADAPTACIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora