Mudarán las niñas de mis ojos
De su voluntad el anhelo reacio
A desvanecer el semblante arcadio
De su más latente ensoñado logro.
Desliza la mirada por su rostro
El compás que bajo el latido icario
Asoma, y desbocara al cruzar su labio
Si no retornase la llama en escoldo.
Así reposa sumido el sentimiento,
Bajo el pestillo que protege la flecha
Clavada, atravesando aquel vencejo,
Que en tierra su corazón encierra,
Conteniendo dentro de volar su deseo
Sobre la cerradura del alma en pena.
