Capítulo 9.

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Casi siempre se quedaba dormido después de un buen rato llorando y tras algunas horas se despertaba sintiéndose mejor, así fuera sólo un poco. Sin embargo, el haber dejado salir todo su dolor entre los brazos de Se Hun había sido una experiencia diferente, pues no se sentía cansado, sino realmente aliviado. Que el más alto estuviera ahí para él significaba mucho más de lo que simples palabras podían expresar.

Había llegado el momento de despedirse de su abuelo y si se sentía seguro con cada paso que daba hacia aquella triste realidad era sólo debido a la compañía de Se Hun. Al salir del ascensor, inconscientemente sujetó la mano del otro pelinegro y avanzó así hacia la habitación indicada.

Los blancos y aparentemente interminables pasillos del hospital ponían un tanto nervioso a Se Hun, pero estaba ahí para Lu Han y, siendo sincero, no le importaba nada más en esos instantes. Podía imaginar lo difícil que era despedirse de un familiar, sin importar si en medio había desacuerdos o sentimientos negativos como rencor.

—Te esperaré aquí —detuvo sus pasos cuando llegaron a la puerta que estaban buscando—. Esto es tan... Bueno, tú me entiendes —suspiró—. El punto es que sé que puedes con esto, Lu...

—Gracias —susurró, dejando ir la cálida mano del contrario aunque en realidad no deseaba hacerlo.

—Anda, entra ya. Podrás contarme todo más tarde.

Lo más que Se Hun podía hacer era esperar sentado afuera de la habitación que el anciano ocupaba mientras éste hablaba con su nieto, muy probablemente por última vez.

Lu Han tocó la puerta un par de veces y esperó la respuesta de su abuelo antes de pasar, dejando solo a su amigo en una de aquellas pequeñas sillas.

Incluso si no podía decir que su abuelo era su persona favorita, sí podía reconocer que no era agradable verlo tan débil, acostado sobre una camilla, mirando con tristeza hacia la ventana, como si deseara poder acercarse a ésta y contemplar el exterior.

—¿Abuelo?

El hombre volteó cuando reconoció la voz de su nieto.

—Lu Han...

—Sí, soy yo —dio un par de pasos hacia delante, algo nervioso—. Vine lo más rápido que pude.

—Me alegra que estés aquí —sin tener muchas fuerzas, logró dedicarle una sonrisa.

El pelinegro se sentó junto a la camilla y trató de mostrarse tranquilo. La sonrisa del anciano parecía sincera, pero Lu Han no fue capaz de devolver el gesto.

—¿En dónde están mis padres?

—Salieron hace un rato —respondió el mayor—. Pero no hay problema, quería hablar contigo a solas, de todos modos.

Pasó saliva con algo de dificultad y se le quedó viendo a su abuelo. No estaba listo para despedirse, pero el tiempo no era piadoso con nadie... Incluso si lo fuera, ni siquiera una preparación de años sería suficiente.

—Te escucho.

—Los médicos no me han dado muchas esperanzas —comenzó—. Yo sé que algunos todavía se esfuerzan por encontrar buenas noticias para mí, pero es imposible escapar de la realidad —tosió un poco y dejó salir un suspiro—. Mi hora de partir se está acercando, Lu Han. Realmente tengo suerte de poder despedirme.

—Abuelo, por favor no lo digas así...

—Nunca suavicé las cosas y definitivamente no comenzaré a hacerlo ahora —dijo un tanto serio.

—Pero... es tan difícil...

—Lu Han, el mundo no dejará de girar cuando yo me vaya. Tus padres y tú tendrán que seguir con sus vidas, aceptando que me quede sólo en sus recuerdos. Ustedes pueden ser felices sin mí, tú puedes alcanzar todos tus sueños y hacer que estemos muy orgullosos de ti.

—¿Ser feliz? —Negó un par de veces, riendo sin ganas—. Lo siento, pero ser feliz siempre se ha escuchado como una fantasía para mí.

—¿Por qué lo dices?

Sintió ganas de darse un buen golpe en la frente en ese instante. ¿Cómo había sido tan descuidado como para soltar aquellas palabras sin pensar?

Sus padres estaban decepcionados de él y, aunque intentaba no verse muy afectado por ello, la verdad era que no se sentiría cómodo si su abuelo también le daba la espalda. Además, la hora de descansar estaba cerca para aquel hombre, lo menos que Lu Han podía hacer era dejarle algo de calma, haciéndole creer que seguía estudiando para convertirse en un arquitecto.

—Ah... No lo dije en serio —reaccionó por fin—. A veces las cosas salen mal y sentimos que todo se cae a pedazos. Es normal a mi edad, ¿no? —Preguntó.

—Lu Han... Necesito que me respondas algo.

—¿Sí?

—No pienses en nadie más que en ti y cuéntame... ¿Qué es lo que te haría feliz?

Lu Han agachó la mirada y sintió unas cuantas lágrimas luchando por salir. Había querido fingir que era fuerte, pero si se detenía a pensar mejor las cosas, no tenía caso ocultar la verdad y cargar con ello durante el resto de su vida.

—Abuelo, a mí no me interesa ser arquitecto, ¿sabes? —Confesó, mordiendo su labio inferior para evitar que un sollozo escapara—. Lo que siempre he querido es estudiar Cine y...

Así comenzó Lu Han a contar toda la verdad, desahogándose con el anciano que lo escuchaba atentamente.

Continuará.

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Hola.

A este fanfic le queda un capítulo (tal vez dos).

Una sensación reconfortante [HUNHAN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora