Esa noche, tan pronto como Lu Han puso un pie dentro de su casa, permitió que su sonrisa desapareciera por completo. Se sentía agotado después de un largo día, aunque ver a Se Hun realmente le había dado mucho gusto. Incluso si no quería regresar y ver a sus padres, no tenía ningún otro sitio al cual ir.
Se quitó los zapatos y los acomodó sin muchas ganas en la entrada antes de ponerse unas pantuflas más cómodas.
—¿Lu Han? —Escuchó la voz de su madre—. Hijo, ¿eres tú?
—Sí —respondió con simpleza.
—Por todos los cielos... Aprende a avisar que ya estás aquí, ¿quieres? Un día matarás a tu madre de un susto —se quejó su padre, quien al parecer estaba en el mismo lugar de la casa que la señora Lu.
—Llegas justo a tiempo para llevar los platos a la mesa, hijo —rio la mujer suavemente, haciendo todo lo posible por evitar el inicio de una discusión. Ella sólo quería paz y tranquilidad dentro de su cocina.
El pelinegro empezaba a convencerse de que jamás habría ni un solo día en el que, al volver a casa, alguno de sus padres pudiera acercarse a preguntar cómo le había ido o si estaba bien.
—Ah, claro —se encogió de hombros, aunque nadie lo estaba viendo—. Ya voy.
Cuando entró a la cocina, vio a su madre secándose las manos con una pequeña toalla y a su padre sentado, leyendo el periódico sin mucho interés.
—¡Mira! ¡Preparé tus favoritas! —Exclamó la señora con cierta emoción—. Bolas de arroz al vapor, rellenas de queso y atún. Qué delicia, ¿no?
Se le pasó por la mente la idea de corregirla, de decirle que en realidad esas bolas de arroz eran las preferidas de su abuelo, no de él. Sin embargo, al final prefirió quedarse en silencio y simplemente agarrar los platos con la cena servida para acomodarlos encima de la mesa. No era divertido explicar la misma cosa más de diez veces en un mes.
En vez de darle tanta importancia a ese asunto, cambió el tema. El atún inevitablemente lo hacía pensar en Zhu, su gato que había fallecido tan sólo tres meses atrás.
Para Lu Han, Zhu había llegado a ser mucho más que una simple mascota. El felino era quien le hacía compañía cuando se sentía muy desanimado y era quien se echaba a dormir a los pies del pelinegro cuando éste estaba enfermo o no se sentía del todo bien.
—Debió ser extraño sacar atún y no escuchar a Zhu pedir un trozo —sonrió débilmente.
—Oh, no. Por favor no empieces —el señor Lu soltó una queja más apenas lo escuchó pronunciar aquellas palabras—. Todo te recuerda a ese gato. En serio, hijo, no puedes seguir así...
Lu Han agachó la mirada, arrepintiéndose de haber hecho semejante comentario en frente de su padre. Todos habían superado la muerte de su querido amigo felino, menos él. Seguía muy afectado.
—Sabes bien que Zhu fue y siempre será muy importante para mí —contestó.
—Por supuesto, pero debes entender que ya no está con nosotros —bufó y puso los ojos en blanco—. Nada dura para siempre. No puede ser que te deprimas con cualquier cosa que te haga pensar en él.
—Tú no lo entiendes, papá... —Se atrevió a decir.
—¿No fuiste con tu amiga Jessica a una fiesta la semana pasada? —Despegó la vista del periódico unos momentos para voltear a ver al menor con el ceño levemente fruncido—. Creí que ya estabas bien, que por fin volvías a hacer las cosas que se supone que los chicos de tu edad deben hacer.
—Que acompañe a Jessica a hacer algo divertido no significa que ya no me pongo triste al pensar en Zhu.
Se sentó en la silla que quedaba justo en frente del señor Lu y dejó salir un suspiro. Si sólo se concentraba en cenar tranquilamente, su día podría terminar bien.
—Yo creo que estás exagerando —dejó el periódico a un lado.
—¿Podemos olvidar el tema, por favor? —Pidió directamente.
—Tú empezaste —señaló el hombre—. ¿Qué pasa? ¿Retrocedes ahora porque ves que tengo razón y que sólo perderías si hablamos?
—No. Lo que pasa es que no quiero discutir, ¿de acuerdo? Estoy cansado.
—Lo único que no quieres hacer es crecer de una buena vez y darte cuenta de cómo deben ser las cosas.
—Ya tuve suficiente. Estaré en mi habitación —Lu Han se levantó súbitamente, dejando su cena a medio terminar en el plato—. Quiero estar solo... De todos modos, no es como si estar en esta casa pudiera hacerme sentir de otra manera.
—¡Lu Han! —La señora intentó detenerlo—. ¡Espera! ¡Lu Han!
—Déjalo, querida —suspiró el hombre—. ¿Quiere su tiempo a solas? Que lo tenga. Una buena charla con el abuelo lo hará recapacitar mañana.
—Oh, cielo... Espero que tengas razón.
El joven se encerró en su habitación y se acostó en la cama, quedándose con la vista perdida en algún punto del techo. Lo único que quería en esos momentos era dormir y olvidarse de todo.
Continuará.
.............................
Yo también extraño a mi gatita. ; ;
¡En fin! Muchas gracias por leer, mis queridos lobitos.
Nos leemos pronto.
![](https://img.wattpad.com/cover/180225012-288-k472671.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Una sensación reconfortante [HUNHAN]
Fiksi PenggemarSabe que el mundo no es tan amable como dicen. Ha visto lo frío y cruel que puede llegar a ser en realidad. Hay tan pocas cosas reconfortantes, pero... ⚠ PROHIBIDO COPIAR O ADAPTAR ESTA HISTORIA.