Haciendo uso del metro, la casa de Se Hun se encontraba a unos veinte minutos del hospital. Ambos jóvenes dejaron su calzado en la entrada y, sintiéndose un poco cansados, pasaron hacia la acogedora sala del más alto.
—Bien, aquí estamos. Puedes sentarte, ponerte cómodo, encender la televisión o lo que quieras...
—Gracias otra vez, Se Hun.
—Es todo un placer —sonrió—. Dime, ¿gustas una taza de café antes de ir a la cama?
—¿Café? Oh, no me parece una buena idea. Se supone que debemos ir a descansar pronto —rio con suavidad—. El té sería una mejor opción, ¿no crees?
—Me pregunto si dirías lo mismo si aún estuviéramos en la fiesta —trató de fastidiarlo—. De acuerdo, Lu. Será té, entonces.
Y tan pronto como terminó de pronunciar aquellas palabras, Se Hun se retiró hacia la cocina para poner agua a hervir, dejando solo a Lu Han en el largo sofá, relajándose tras la caminata nocturna que habían hecho desde la estación de metro hasta la vivienda. Había pasado un buen tiempo desde la última vez que se sentía tan en paz.
Después de varios minutos, el más alto regresó a la sala con una bandeja y dos tazas calientes de té, misma que dejó encima de la mesa del centro.
—Huele muy bien —comentó el chino, acercándose más hacia la mesa con cierta curiosidad.
—Así es el té de frambuesa con manzana —le pasó una de las tazas—. Prueba, es una combinación increíble.
Lu Han terminó arrodillándose ante la mesa, aceptando aquella taza y dando su primer sorbo, dejando que la cálida bebida le brindara algo más de bienestar al pasar por su garganta. Se Hun se acomodó a su lado de inmediato y se dedicó a beber también.
A pesar de la hora, pasaron un largo rato conversando y disfrutando de la compañía del otro. Tocaron muchos temas e incluso se quedaron despiertos lo suficiente como para recibir un mensaje de parte de Jong In, quien parecía muy feliz porque había conseguido una cita con su adorado Tae Min y porque Chan Yeol había logrado hablar a solas con Baek Hyun. Estaban avanzando.
—Mira esto. También quieren saber cómo te encuentras, Lu —dijo Se Hun, leyendo el final del mensaje de texto.
—Qué amables son —sonrió de lado—. Diles que estoy bien y dales las gracias por todo. Lamento haberlos preocupado.
—Está bien. Lo más probable es que mañana hablen contigo frente a frente.
—¿Sabes? Tú también has hecho tantas cosas por mí... No sé cómo podría expresar lo agradecido que estoy realmente.
—No me cuesta nada echarte una mano, Lu. Desde que te conocí, supe que tenías algo especial... y no me equivoqué.
—¿Algo especial?
—Había pasado un largo tiempo sin fijarme en alguien, pero después llegaste tú y eso cambió.
—¿Qué? —Abrió los ojos, muy sorprendido por lo que recién escuchaba—. Espera, espera... Se Hun, ¿acaso estás diciendo que te gusto o algo así?
—Pues... Sí —reconoció—. Pero está bien si tú no sientes lo mismo. Para mí es suficiente que sepas qué pienso acerca de ti.
Ambos se sirvieron una segunda taza de té con la esperanza de que en esa ocasión el sueño sí los pudiera derrotar, pero lo que pasó en realidad fue que Lu Han se empezó a sincerar de repente, pensando en las palabras del otro chico.
—Hay que admitirlo, Se Hun —suspiró—. La vida es rara.
—Oh... Creo que sé a qué te refieres, pero al mismo tiempo no quiero arriesgarme y terminar diciendo algo tonto —confesó, riendo bajito—. ¿Podrías darme más información, por favor, Lu?
—Claro. Lo que quiero decir es... —Se rascó la nuca durante unos momentos—. Ah... Por ejemplo, están las personas que parecen tener todo solucionado. ¿Las has visto?
—Oh, sí. Muchas veces —bebió un poco de té—. Es imposible no sentir algo de envidia al ver cómo reciben todo directamente en sus manos. No tienen que luchar por nada.
—¡Exacto! Y también están las personas que cuentan con algunas facilidades a lo largo del camino, pero que de todos modos se enfrentan a algún problema de vez en cuando —explicó, encogiéndose de hombros al no estar del todo seguro en cuanto a cómo darse a entender—. Y después están los que son como yo, que batallamos desde que tenemos memoria y sentimos la ayuda de los demás como una especie de milagro.
—Parece una injusticia, ¿no?
—¡Completamente! —Exclamó, dejando su taza de té a un lado—. Las personas como yo somos las que peor la pasamos. Es como si el mundo fuera cruel con nosotros sólo por diversión.
—Si lo pones así, entonces sí, la vida es rara.
—Hay tan pocas cosas reconfortantes, pero...
—¿Sí? —Su mirada se dirigió hacia el más bajo.
Las mejillas de Lu Han se pusieron rojas de un momento a otro. Se preguntaba si Se Hun ya había notado qué pasaba con él cada vez que estaban tan cerca, en especial en un ambiente tan cómodo y tranquilo.
—Saber que tengo un sitio al cual correr cuando las cosas se ponen difíciles es sin duda una de las cosas más reconfortantes que hay.
—¿Un sitio al cual correr?
—Bueno, me has ayudado tanto que mi corazón siente que siempre puedo correr hacia ti... ¿Eso es cierto?
Se Hun no pudo evitar sonreír con ternura. Asintió a lo que dijo el otro pelinegro, animándose a sostener su mano y clavando su mirada en la ajena. Era fácil notar que estaba encantado con la idea de ser un lugar seguro para Lu Han.
—Mis brazos siempre estarán listos para recibirte, no importa qué —prometió.
—Y esa es una sensación reconfortante.
Se Hun se inclinó despacio hacia el rostro del mayor, alcanzando finalmente sus labios y uniéndolos con los propios en un beso suave con el que intentaba transmitir todos los sentimientos que el más bajo despertaba en él. Lu Han tardó apenas un par de segundos en corresponder a tan dulce gesto.
El camino que les esperaba tal vez sería difícil, pero no tenían ni siquiera un poco de miedo. El mundo podía seguir siendo tan frío y despiadado como se le antojara, pues mientras se tuvieran el uno al otro, presentían que todo estaría bien.
Fin.
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Muchas gracias por llegar hasta el final de otro fanfic que, como siempre, espero que les haya gustado.
Lobitos, la vida nunca ha sido (ni será) color rosa todo el tiempo, a veces tendremos que atravesar momentos difíciles e incluso aprender algunas lecciones a la mala. Si hay algo que me gustaría aconsejarles es que no minimicen sus sentimientos. Jamás, jamás lo hagan. Todo lo que ustedes sientan es válido y merece ser escuchado, no permitan que otros los hagan pensar "Oh, bueno, no debería sentirme tan mal por X cosa si alguien más la está pasando peor que yo". No, la vida no es una competencia para ver quién la lleva más complicada que los demás. Intenten llenar sus días con momentos felices y encontrar sus propias sensaciones reconfortantes en este mundo, pero sin dejar de aceptar que no es malo tener días en los que uno se siente triste.
Los quiero muchísimo, lobitos. Si algún día necesitan hablar con alguien y se sienten solos, no tengan miedo de buscarme. Nadie merece sentirse solo en este mundo.
¡Nos leemos después!
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Una sensación reconfortante [HUNHAN]
FanfictionSabe que el mundo no es tan amable como dicen. Ha visto lo frío y cruel que puede llegar a ser en realidad. Hay tan pocas cosas reconfortantes, pero... ⚠ PROHIBIDO COPIAR O ADAPTAR ESTA HISTORIA.