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Estaba agobiada, tan agotada de todos los problemas que estaba teniendo y me sentía tan exhausta que solo quería huir de ahí y no regresar más; decidí tomar mis llaves e ir algún lugar tranquilo para despejar mi no tan esclarecida mente y poder guardar un poco la compostura.

Salí de mi auto y me encaminé hacia un Starbucks que estaba cerca del parque que se encuentra más al centro de la ciudad; entre al local y lo recorrí en una inspección rápida hasta lograr localizar una mesa solitaria al fondo de todos y justamente eso era lo que necesitaba en este momento, pero antes de tomar mi lugar, pasé cerca de una chica morena, algo bajita, cabello castaño y de aspecto muy bonito; ella estaba distraída leyendo un libro, que por lo que pude ver se llamaba «Algo Tan Sencillo Como Darte Un Beso», por un instante me llamó la atención pero enseguida dejé de tomarlo en cuenta y solo continué mi caminata hasta mi lugar.

Una joven muy hermosa, rubia, de ojos azules, tez blanca y de carismática sonrisa, se me acercó a tomar mi pedido, le indiqué que solo quería un expreso americano y nada más, ella tomó la orden y luego se retiró; pasaron varios minutos hasta que la chica volvió que lo pedido y después se retiró dejándome sola con todo lo que traía encima y un café de acompañamiento.

La chica morena tenía varios minutos observándome y en un titubeo decidió avanzar hasta donde estaba yo y con voz firme pero tímida, me dijo:

—Me resultas un tanto misteriosa y debo admitir que me gustan los misterios pues son entretenidos cuando deseas resolverlos, pero en tus ojos puedo ver que tu alma está angustiada y por eso he venido, quiero ayudarte y espero que eso no te incomode.—habló con fluidez como si nos conociéramos desde hace tiempo atrás y eso me sorprendió un poco.

Me permití tomar un instante de silencio ante la expectante pero insistente mirada de la morena frente a mí y luego solté:

—Toma asiento por favor—ella hizo lo que le pedí y luego continué—, ¿Estás segura de lo que estás diciendo? Yo para nada soy buena compañía para ti, así que eso deberías tomarlo en cuenta.

—Estoy segura de lo que digo y lo sé, pero siento que tan solo eres otra persona herida y no sé siento una atracción fuerte hacia ti por que quiero descubrir tu mundo y lo que esconden esos ojos avellanas. Eres un misterio que quiero resolver.

—Entonces házlo, pero si te decepcionas no quiero escuchar reclamos.

—No lo haré y es probable que hasta tú te sorprendas de la maravilla que eres.

Noah

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