Little John

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Su hermana no estaba, sus padres tampoco. Solo aquel hombre sentado en el sofá que parecía estar rezando. Era un amigo de la casera amiga de sus padres, según había entendido, que cuidaría de él hasta que volvieran de su viaje y por eso debía quedarse en su casa.

-¿Quieres jugar?

El hombre de rizos abrió los ojos al escuchar aquella vocecita. John dejó caer todos sus soldaditos en la pequeña mesa de café y se arrodilló para comenzar a separarlos en grupos

-Tú seras el ejercito enemigo que entra en guerra con el mio

Dejó doce soldaditos de juguete frente al misterioso hombre y él se quedó con la otra mitad. Los puso en fila listos para el ataque y se quedó viendo a su niñero esperando a que acomode los suyos. El hombre de cabello rizado soltó un suspiro e imitó a John poniendo sus soldados en fila, el pequeño formó una sonrisa y adelantó uno de sus soldados

-Listos para el ataque. Preparen, apunten...

Cerró un ojo, sacó la lengua y apuntó el arma que sostenía el soldadito hacia el general enemigo

-¡Fuego! BANG

Se estiró para alcanzar el soldado enemigo y lo tiró con un dedo

-Ahora no tienes general. Debes retirarte

-Bien,retirada. Acabó el juego, ganaste

El mayor se puso de pie y caminó hasta la cocina del departamento. John soltó un bufido y se puso a guardar todos sus soldados dentro de una caja

-No eres divertido

Una vez hubo guardado sus juguetes, se puso de pie y siguió al mayor. Se estiró lo mas que pudo para ver que hacía sobre la mesa de la cocina, había tubos y líquidos extraños. Estiró su mano para tomar una bolsa pero el hombre se lo impidió agarrando su muñeca

-No toques eso. No es para niños

-¿Qué es?

-Dedos

John no le creyó, corrió una silla y se subió a ella para ver mejor. La mesa estaba repleta de objetos extraños para él y mas bolsas con contenido desconocido. Vio como el mayor mezclaba líquidos y revisaba constantemente el refrigerador

-¿Qué haces?

-Ciencia 

John vio lo que para él parecía un tanque de guerra y lo agarró. Corrió emocionado a la sala y tiró todos sus soldados al suelo para jugar, volvía constantemente a la cocina por mas instrumentos que llamaban su atención y los utilizaba en sus juegos. Solo cuando escuchó algo romperse, el mayor reaccionó. Corrió a la sala esperando que John no estuviera lastimado, y asi era, el niño estaba bien pero había trepado a la mesa curioso por el animal colgado en la pared tirando cosas por el camino, entre ellas una taza. Suspiró cansado y alzó al niño para dejarlo en el suelo, allí vio varios de sus instrumentos

-¿Qué haces con eso?

-Estaba jugando, ¿ves? Ese es el tanque enemigo que va a destruir la barricada que son esos tubos de ahí, y allí hay mas tanques de guerra listos para disparar cuando de la señal

El mayor vio como John regresaba a jugar sin mencionar nada del pequeño accidente. No pudo quitarle sus instrumentos al verlo tan entusiasmado, dejó sus experimentos a medio hacer y regresó aburrido al sofá.

-¿Me repites tu nombre?

-¿Disculpa?

-Tu nombre

-Sherlock Holmes

-¿Sabes el mio?

-John H. Watson. Tienes 10 años, claramente te gusta todo lo relacionado con el ejercito, eres un niño despistado pero responsable en algunos aspectos y una buena persona

Sherlock pudo ver un brillo en los ojos del pequeño y se sobresaltó cuando se puso de pie y cerró sus puño

-¡Increible! Eres como un detective 

-Lo soy

John abrió la boca sorprendido y soltó una risita de emoción, en ese momento Sherlock pudo ver la falta de un diente del niño. Vio como rodeó la mesa y se sentó a su lado

-¿Que casos has resuelto? ¿Has atrapado criminales? ¿Los dedos de la bolsa son de personas malas?

-Suena como si hablaras de la mafia. He resuelto muchos casos a lo largo de mi carrera y como resultado he atrapado criminales, si

-¿Y ladrones?

-También. Al igual que algunos niños traviesos que agarran cosas sin permiso y las rompen

John miró hacia donde había caido la taza y luego a Sherlock

-¿Entonces es cierto que la Policía se los lleva? ¿Vas a entregarme?

-No lo haré a menos que lo limpies y devuelvas todo lo que robaste

El pequeño corrió a la cocina en busca de una escoba y a los segundos apareció en la sala dispuesto a limpiar. Sherlock sonrió y volvió a cerrar los ojos para pensar en sus propios asuntos. John devolvió todos los objetos que había tomado de la mesa y tiró los restos de la taza a la basura, cuando terminó se quedó pensando que podría hacer para entretenerse y ver al mayor sumido en sus pensamientos sin tener conciencia de su alrededor le dio una idea.

Little Sherlock;little JohnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora