Little Sherlock

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Sherlock estaba molesto y creía tener todo el derecho a estarlo. Frente a él estaba John hablando tranquilamente con Mycroft en el sofá de la sala, eso no estaba bien. Se supone que John va a cuidarlo a él, no ha pasar tiempo con su odioso hermano. El de rizos tomó un libro de la biblioteca y se hizo espacio entre los dos empujando como pudo a Mycroft

-¿Sherlock? Deberías estar tomando el té con miel que te hice, tu garganta esta irritada

-Si,hermanito. ¿Qué haces aquí? Esta reunión es privada

-Callate,cuando seas importante tendrás tus reuniones privadas

La voz áspera y ronca de Sherlock apenas se hizo escuchar. El niño volteó a ver al doctor y le pasó el libro, lo que no tuvo en cuenta fue la historia que había agarrado ya que solo quería una excusa para separarlo de Mycroft

-¿Risitos de Oro y los tres osos? No creí que te gustaran los clasicos para niños,Sherlock

Mycroft retuvo una risa sabiendo bien que había agarrado lo primero que vio, el menor se puso rojo y desvió la mirada ante la excusa que daría

-T-Tiene rizos como yo,me gusta

En ese momento Mycroft estalló en una carcajada, Sherlock hubiera querido que haya sido una explosión real. John sonrió con ternura y pasó el brazo por los hombros del niño para acercarlo a él y comenzar a leer. Sherlock vio esto como un triunfo y le mostró la lengua a su hermano.

La voz de John fue todo lo que Sherlock escuchaba, quizas Mycroft hacía comentarios sobre el cuento, no lo sabía; estaba concentrado en la grave voz del doctor. A Sherlock le parecía que sonaba como un pirata, el capitan de su propio navío que daba ordenes a otros piratas de menor rango. Algo que normalmente hace es protestar, pero cuando el doctor Watson lo manda a darse un baño o le impide comer postre solo obedece, le molesta claro, pero siente terror al pensar que John puede matar como soldado que es y quizas tenga un calabozo como los piratas para encerrarlo allí. También por el echo de que su voz simplemente retumba en sus oidos y lo paraliza, a Sherlock le parece genial y atemorizante.

Una vez finalizado el cuento, John se encaminó a la cocina, no sin antes hacer un comentario que llenó de terror al pequeño Holmes

-Sus padres tienen unos días libres y podrán cuidar de ustedes ya sea se enfermen o no tengan actividades de club. Es muy probable que este sea el último día que los veré

Mycroft miró a su hermanito con genuina preocupación, se había quedado en blanco. Sabía el impacto que el doctor Watson había tenido sobre Sherlock, le prestaba atención y no le daba todos sus caprichos, le ponía limites que requerían grandes esfuerzos de la mente del pequeño para poder comprenderlos y aceptarlos. Aquel hombre, aunque no lo sepa, se había convertido en un amigo para su hermano.

Sherlock reaccionó cuando el doctor regresó con una taza de té en la mano, corrió hacia él y lo abrazó por la cintura escondiendo su rostro en la bata blanca. John estaba confundido pero apreció el gesto y revolvió los rizos con cariño para luego depositar un beso en su cabecita. Mycroft sonrió satisfecho y retomó la lectura que había dejado por entablar conversación con aquel hombre, resultó bastante agradable y gracioso, lo que mas le intrigaba eran las multiples emociones que presentaba en su rostro en tan poco tiempo. Al ver que él y su hermano estaban en la mesa, se unió a ellos esperando algún comentario cruel por parte de Sherlock, sin embargo éste solo le dio una mirada de reojo y continuó bebiendo su té en silencio. Mycroft admite que eso lo sorprendió, pero se imaginaba que causó aquel buen comportamiento.

Little Sherlock;little JohnDonde viven las historias. Descúbrelo ahora