Capitulo 8

333 23 0
                                    

Su saludo fue menos entusiasta cuando abrió la puerta y se encontró a Mikoto Uchiha allí de pie. Realmente no tenía ningún deseo de tener a su madre ya Sakura en la misma habitación; esto definitivamente daría ideas a la mujer más mayor. Y ya que sospechaba que ella se encaminaba por esa clase de ideas, pensó que era mejor no animarla. ¿Pero como podría hacerlo? Ella era su madre.
— Sasuke, querido. —Mikoto besó sus mejillas, mientras lo empujaba para pasar a la casa.— ¿Estás solo, querido? Pensé en hacerte una visita a la hora del té. —Ella no esperó su respuesta, pero siguió sus instintos maternales hasta la puerta de la sala de estar y sonrió abiertamente cuando divisó a Sakura.— Bien, justo a tiempo. Sin duda los dos necesitáis un descanso, también. Sasuke cerró la puerta de la calle con un resignado suspiro, y su madre paso sin miedo a su desordenada sala de estar. La mujer nunca le visitaría para un simple té. Siempre tenía un objetivo. Y temió que no le iba a gustar mucho el objetivo para la visita de hoy. Él solamente le rezó a Dios para que ella dejara de buscarle pareja con cualquiera, mejor aún de que se le quitara la absurda idea de que estos fueran Sakura y él.

— ¡Eh, tú podrías ser la cita de Sasuke!
— Er.... _Sakura lanzó una mirada desesperada en dirección a sasuke ante la sugerencia de su madre, sólo para encontrarlo sentado con los ojos cerrados, y una expresión dolorida en su cara. Sospechó que él estaba rogando que el suelo se abriera bajo él y se lo tragara entero, o al menos que se lo tragara en pedazos, siempre que se lo tragara. Eso casi hizo que Sakura se sintiera mejor. Era bueno saber que ella no era la única con padres que lograban humillarla a cada oportunidad.
De hecho, Mikoto era algo realmente diferente. Sakura se había pasado la mayor parte de la media hora desde la llegada de la mujer mirándola boquiabierta. ¿Esta exótica y hermosa criatura era la madre de Sasuke? Oh, ciertamente el parecido estaba ahí. Y él era igual a ella en el aspecto general, pero Mikoto Uchiha no parecía tener más de treinta años. ¿Cómo era posible que Sasuke, fuera su hijo?
— Buenos genes, querida —Fue la respuesta de la mujer cuando Sakura lo comentó, había suspirado miserablemente, preguntándose por qué esos genes no podrían estar en su familia también. Después de esto, simplemente se había quedado absorta en la mujer, asintiendo ausentemente a cada comentario, tratando de encontrar signos de lifting o estiramientos en su cara. Obviamente tendría que haber hecho más caso a lo que Mikoto estaba parloteando. La boda del hermano de Sasuke era el tema de conversación. No estaba del todo segura de cómo eso había conducido al último comentario que escuchó.
— ¿Cita? —Repitió, inexpresivamente.
— Sí, querida. Para la boda.
— Madre —La voz de Sasuke tenía un toque de advertencia, y  se percató de que sus ojos estaban abiertos y agudamente enfocados en su madre.
— Bueno,  cariño. Realmente no puedes dejar a la pobre chica sola mañana por la noche mientras tú te vas. —Mikoto rió, aparentemente despreocupada ante la furia de su hijo.
— Sakura tiene que regresar a Nueva York. —Dijo Sasuke con firmeza.— No estará aquí mañana por la no...
— ¡Eso suena divertido! —Barboteó Sakura. Sasuke calló y la miró con fijeza, pero ella le ignoró. No había manera de que se fuera antes de conseguir su consentimiento para al menos una entrevista con uno de los periódicos que clamaban por hablar con él. Y según la sugerencia de Mikoto, no sólo no podría forzarla a irse a Nueva York, sino que para cuando la fiesta de la boda acabara sería demasiado tarde para que Sakura volara a casa también la siguiente noche. Lo que le daba hasta el domingo para trabajar en el hombre. Ese pensamiento la hizo sentirse feliz, y silenciosamente dio las gracias a la madre de Sasuke.
La única cosa que le preocupó fue que Mikoto Uchiha parecía demasiado complacida también. Sakura tuvo el repentino sentimiento ansioso de que había entrado limpiamente en una trampa. Rezó a Dios para que la mujer no tuviera ideas casamenteras sobre ella y Sasuke. ¡Seguramente Mikoto sabía lo patán e irritable que era su hijo, y que no era para nada el tipo de Sakura!
— ¡Bien, maravilloso! —Dijo la mujer. Ignorando el rostro ceñudo de su hijo,  sonrió como un gato sobre un tazón de leche, y entonces preguntó— ¿Tienes algo que ponerte para la boda, querida?
— ¡Oh! —La sonrisa de Sakura vaciló. Había metido en la maleta algo para cada posible situación que se presentara, excepto una boda. Era imposible que hubiera previsto eso, y Sakura no creyó que el vestido negro que había traído por si acaso salían alguna noche sirviera.
— ¡Ajá! —Sasuke era ahora el que parecía complacido.— No tiene nada que ponerse, madre. Ella no puede...
— Un pequeño viaje a mi modista, supongo. —Mikoto le cortó en seco. Entonces, añadió hacia Sakura— Ella siempre tiene algo para una emergencia de estas. Y una visita a mi peluquero hará magia con tu pelo, y entonces estaremos listos.
Sakura se sintió relajada, y hubiera podido abrazar a la mujer. Mikoto era maravillosa. Demasiado buena para tener un hijo como Sasuke. La mujer era inteligente, encantadora y un placer de tener alrededor. A diferencia de cierto hombre hosco. Sakura deslizó una mirada hacia Sasuke, y casi sonrió ante la apariencia miserable de su cara. Suponía que debería de sentirse culpable por forzarse a sí misma a estar en su casa y permanecer ahí, pero no lo estaba. Él tenía una seria necesidad de ayuda. Tenía una terrible falta de habilidades sociales y obviamente pasaba demasiado tiempo solo. Ella era buena para él, estaba segura.
— Bueno, ahora que todo está organizado, me voy. —Mikoto se puso rápidamente en pie y se dirigió fuera de la cocina, tan rápido que Sakura sólo pudo lanzarle una mirada fugaz.
Poniéndose de pie, corrió tras la mujer.
— Muchísimas gracias, señora Uchiha. —Dijo, mientras caminaba por el vestíbulo persiguiéndola.
La madre de Sasuke no solamente aparentaba ser joven, era más activa de lo que debería para ser la madre de un hombre que tenía que tener al menos treinta y cinco años. ¿Qué vieja le hacía eso? Se preguntaba Sakura. Por lo menos cincuenta y tres. Imposible, pensó, pero mantuvo el pensamiento para ella y simplemente añadió:
— Realmente aprecio mucho su generosa oferta de ayudarme a comprar y...
— Tonterías, querida. Yo soy la que te agradece que estés aquí acompañando a mi hijo —Marguerite hizo una pausa y permitió a Kate acercarse.— Deberías haber visto al pobre hombre en la boda de su hermana. Nunca había lo visto  correr tan rápido o esconderse tanto. Son las mujeres, ya sabes. Tienden a ir detrás de él.
Las cejas de Sakura se arquearon en un gesto de incredulidad ante eso.
Una burbuja de risa explotó en Mikoto.
— Difícil de creer, con lo antipático que es , ¿verdad? Pero creo que es la caza lo que las atrae. Él hace patente que no está interesado, y ellas reaccionan como sabuesos detrás de un zorro. Contigo allí como su escolta, será libre de relajarse y disfrutar de la celebración esta vez. Y una vez que se de cuenta de eso, estará de lo más agradecido por tu presencia.
Sakura no se molestó en esconder su duda de que Sasuke Uchiha se sintiera alguna vez agradecido por algo. El hombre era algo más que antipático, en su opinión.
— Él puede parecer brusco por fuera, querida. —Dijo Mikoto solemnemente, obviamente leyendo sus pensamientos— Pero es como un malvavisco tostado, suave y esponjoso en el centro. Aunque pocas personas pueden ver ese centro.
Dejando a Sakura considerando aquello, la mujer mayor continuó hacia la puerta y la abrió.
— Vendré a buscarte después del almuerzo. A la una en punto. Si eso te viene bien.
— Sí pero, ¿nos dará tiempo para tener todo hecho? —Preguntó Sakura, preocupada. En su experiencia, las bodas solían ser hacia las dos o tres de la tarde.
Mikoto aparentaba calma.
— Oh, mucho tiempo, querida. La boda no será hasta las 7 de la tarde.
— ¿No es algo tarde? —Preguntó Sakura, sorprendida.
— Las bodas tardías están muy de moda ahora. He oído que Julia Roberts se casó con su cámara después de medianoche.
— ¿De verdad? Yo no lo había oído. —Dijo Sakura, débilmente.
— Oh, sí. Ella inició una tendencia. Hasta mañana, entonces. —Mikoto acabó alegremente. La mujer cerró la puerta detrás de ella, dejando a Sakura de pie en mitad del vestíbulo, sintiendo como si acabara de sobrevivir a un tornado.
Permaneció varios minutos ahí, mirando fijamente a la puerta, su mente zumbaba con todo lo que tendría que hacer para estar lista para esa boda, cuando la puerta de la cocina se abrió y Sasuke entró airadamente.
— Estaré en mi despacho. —Su voz era cortante, su expresión prohibitiva mientras pasaba a su lado en su camino hacia las escaleras.
Sakura, siempre una chica inteligente cuando se trataba de la autoconservación, mantuvo su boca cerrada y simplemente le vio desaparecer escaleras arriba. Estaba enfadado, por supuesto. Lo que era de esperar, pero ella esperaba que se le pasase.
Una puerta se cerró con un golpe en el piso superior. Con un portazo.
Bueno, quizá no se le pasara esta noche, pero lo haría por la mañana. Esperaba. Con un poco de ayuda, quizá. Se dio la vuelta y miró el desorden del salón. No había manera de que fuera capaz de hacerle trabajar en aquellas cartas esa noche. Lo que supuso que sería una buena cosa. Ella empezaba a temer que cualquier carta que él escribiera fuera más para ofender y asustar a los lectores que para complacerlos. Le haría un gran favor escribiendo las cartas ella misma y simplemente dejarle a él firmarlas.
Hizo una mueca con la idea. Eso supondría un montón de trabajo para ella, y los lectores apenas serían propensos a ser tan felices. Seguramente serían más felices con su entrometimiento que recibiendo una carta que dijera:

☆☆SINGEL , WHITE ,VAMPIRE ●<Sasusaku>● Donde viven las historias. Descúbrelo ahora