Capítulo Ocho: Amor

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—Peter, por favor vete —le rogó Wendy al verse con el cuchillo en el cuello. 

—Iván, tu eras mi amigo, ¡me traicionaste! —le gritó el Caballero Negro. 

—La Bruja Negra ofreció una fuerte paga por ti. ¡Claro que lo hice! —respondió Iván mientras los soldados cyborgs y elfos armados caían del cielo para así empezar a rodearle. 

—Peter mírame —le pidió Wendy—, puedes irte de aquí, tienes el poder para hacerlo. Los niños te necesitan. 

El Caballero solo se aferraba al mango de su espada, con ira, impotencia y frustración como ninguna otra.

—Hagamos un trato —le ofreció Iván—. Tira tu espada y levanta tus manos, y tal vez solo la mandare a trabajar en las fosas. En vez de enviarla directamente al pozo. 

Peter agachó la cabeza, se arrodilló en su pierna derecha, e hizo la acción de querer soltar la espada. Pero apenas los demás bajaron la guardia, Peter alzó la misma y disparó en contra de Iván. Este cayó sin la mitad de su cara. Rápidamente los soldados empezaron a disparar, sin contar las llamaradas de fuego de Inferno. Peter solo recogió su escudo y corrió hasta poder abrazar a Wendy, protegiéndola de los ataques con su armadura. Posteriormente se giró para lanzar la hoja de su espada de izquierda a derecha; disparando su rayo y provocando que este pareciera un látigo. Unos lograron agacharse a tiempo para esquivar el mismo, otros no tuvieron la misma suerte. Peter aprovecho esto para entrar de nuevo al castillo, con Wendy cerrando la puerta tras de si. 

—¿Qué haces? —le preguntó Wendy—. ¡Te necesitan!

—¡Pero yo te necesitó a ti! —le gritó Peter dejando muda a Wendy—. Escucha —le dijo ya más calmado—, nos iremos de aquí los dos. Así que no discutirás. 

—¡Alto! —gritó un elfo bajando las escaleras y sacando una flecha de su espalda, pero fue abatido rápidamente por un rayo de Peter. 

—¿Y cómo saldremos de aquí? —preguntó la bruja. 

—Yo puedo ayudar —exclamó el monje de tierra saliendo de una esquina. 

—¿Tú sabias esto? —le preguntó Peter apuntándole al mismo con su espada. 

—Parcialmente sí. Yo le di la idea a Iván de que tu eras el heraldo de The Boy, pero es porque en verdad yo soñé con él. El hechizo que te dio en esa hoja, cree que es falso pero no lo es. 

—¿Cómo sé qué dices la verdad? —le cuestionó Peter. 

—Aún tengo fe. Mis hermanos la perdieron pero yo no —respondió el monje—. Por favor, soy su única salida. 

El Caballero Negro no tuvo más opción que asentir. 

—Vengan, vengan —exclamó el monje—. Hay otra entrada al túnel por aquí. 

Momentos después, un agujero se formaba fuera de los muros del reino de Tanatos.

—¡Ve caballero! —le pedía el monje mientras estos salían del mismo—. ¡Ve al reino de la Bruja Negra y cumple tu destino! —exclamó para así cerrar el agujero con él adentro. 

Wendy y Peter empezaron a correr por el bosque, quien sabe cuanto tiempo tenían antes de que los descubrieran. 

—¡Meum! —gritó Peter mientras se acercaban a la playa. 

Pero cuando llegaron, el dragón estaba tumbado en el suelo, Sara arrodillada; suplicando. Al frente de ella, se encontraba Ragnarök sosteniendo a su hermano con el brazo izquierdo, y tomándolo de la cabeza con su mano derecha. 

El Caballero Negro y el último libro de MerlínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora