Peter caminaba por el bosque al frente de Wendy, Sara y Lee.
—Muévanse, aún falta mucho para llegar al mar —ordenó el Caballero sin dejar de avanzar por el bosque.
—¿Y qué planeas hacer cuando lleguemos? —cuestionó la bruja.
—Hay una banda de elfos ahí. Cobran por subir pasajeros. De ahí iremos al reino de Tanatos. Nos ocultaremos y...
—No tenemos con que pagar —afirmó Wendy.
—Los convenceré.
—¿Y si trabajan para la bruja? —preguntó Sara algo asustada.
—Los convenceré igual.
Pero en eso se escuchó un gran rugido el cual detuvo de golpe a los viajeros.
—¿Qué fue eso? —preguntó Sara, para después escuchar de nuevo aquel rugido que se expandía por todo el bosque.
—¿Estará cerca? —se preguntó Wendy volteando para todos sus lados.
—No —respondió Peter.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó Sara aferrándose a la falda de su tía.
—Es un rugido de impotencia —afirmó Peter cambiando el curso; caminando hacia el rugido.
—¿Por qué seguimos el rugido? —cuestionó Lee caminando con miedo.
—Cállense y pisen con cuidado —les ordenó Peter.
Después de unos cuantos minutos, llegaron a su objetivo.
—Como lo suponía —afirmó Peter cruzando un árbol—: un dragón.
Al frente de ellos, se encontraba aquella bestia de doce metros de largo, sus escamas rojas color fuego intenso, y su pecho de un color negro. Sus ojos eran amarillos, y su pupila aún más negra que su parte inferior. Se encontraba atado de sus piernas y cola; impidiéndole levantarse. Una soga rodeaba su hocico para impedirle escupir fuego. Apenas y podía rugir.
—Quédense aquí —ordenó el Caballero Negro desenfundando su espada, para así caminar hacia el gran reptil alado. El cual apenas lo vio acercarse mostró los dientes—. Tranquilo —le dijo alzando un poco la mano izquierda—. Voy a ayudarte.
—¡¿Qué?! —gritó Lee—. ¡Pero es un dragón! ¡Nos matará a todos!
—Los dragones nunca han matado a humanos por el placer de hacerlo Lee. Solo lo han hecho en defensa propia.
Así el Caballero prosiguió a cortar las sogas que sostenían las piernas de la bestia, para al final cortar la de la cola. Así fue como el monstruo se alzó en sus cuatro patas, con su cabeza casi sobrepasando a los árboles.
—Atrás —les dijo Peter mientras retrocedía.
El Dragón se llevó su pata derecha al hocico y con una garra se quitó la soga.
—Oh gracias —dijo el dragón con una voz profunda y educada.
—Oh no —exclamó Peter.
—Ya llevaba atado toda una noche —prosiguió la bestia mientras se sacudía un poco.
—¿Está hablando? —preguntó Lee sorprendido—. Pero los dragones no hablan.
—Los de nuestro mundo no —respondió Peter con un tono iracundo—. Él viene de los otros mundos que invadió la Bruja Negra —explicó Peter señalando al mismo con la punta de su espada.
—Así es. Déjenme presentarme: soy Mr. Cor Meum...
—No me importa. Largo —interrumpió Peter.
ESTÁS LEYENDO
El Caballero Negro y el último libro de Merlín
FantasiHay veces que la fantasía no es lo que uno espera. No hay batallas épicas, sino viles y crueles perdidas. Héroes caídos; no por haber muerto. Por haber renunciado a sus ideales. Y no siempre, el protagonista podrá salvar a todos.