El Caballero Negro avanzaba por los largos caminos boscosos de la montaña; sobre costado en el cuello de su caballo, con su brazo izquierdo columpiándose al aire libre. Sus sobrinos se mantenían callados, temerosos de hablar y recibir un gritó. Era irónico. Cuando su padre les contaba aquellas historias del pasado, cuando los héroes de leyenda existían, el Caballero Negro era su favorito. Siempre lo imaginaron como alguien valiente, toques alegres, amable, con hambre de aventura. Un guerrero noble e invencible. Y ahí lo tenían al frente de ellos: rendido, grosero, acomplejado, y luchando por mantenerse consiente.
—"No puedo" —pensaba Peter para sus adentros—. "Ya no soy el mismo de ayer. Mi inspiración para luchar se ha ido. Mis músculos ya no son los de antes; viejos y oxidados. Mis amigos. Mis amigos... Todos se han ido para siempre. Me han traicionado aliándose con el enemigo. Ni siquiera era el más fuerte de todos. Ni siquiera era el más fuerte para Iris. Menos lo soy ahora. Mi hermano solía decir: si tienes un mal día, disfruta el que sigue, ya que ese te compensará por los errores del día pasado. El problema es... que creo que a todos los días les caigo mal".
Pronto lograron bajar la montaña, adentrándose a otro gran bosque.
—Ehh, tío —exclamó Sara nerviosa.
—¿Qué les dije? —preguntó el Caballero de manera agresiva.
—Es que tenemos hambre.
—Claro —exclamó frenando el caballo para posteriormente bajar del mismo—. ¿Qué hay en las bolsas que les pedí que llevaran?
—Pan —afirmó Lee, seguido de un silencio incomodo por parte de su tío.
—¿Solo se llevaron pan?
—Es que-es que —Lee tartamudeaba.
—¡¿Es que qué?!
—Es todo lo que había —afirmó Lee en medio del llanto.
Peter asintió antes de darse la vuelta, tomándose de la nuca señal de su desesperación.
—Quédense junto al caballo —afirmó antes de empezar a adentrarse al bosque. Y una vez adentro del mismo, comenzó a quejarse para si—. Maldita sea, ahora tengo que buscar comida con un brazo inmóvil, porque ahora resulta que los niños no pueden pasar dos días sin comer. Mi hermano los tenía que consentir demasiado. Si fueran mis hijos ya estarían cazando lobos y ahorcando osos con las manos desnudas, si señor.
Mientras tanto, una gran maquina voladora, similar a un escarabajo surcaba los cielos de Parus, dentro de esta en un pequeño laboratorio, había un hombre cuya mitad derecha del cuerpo era completamente robótica. Su aspecto robótico asimilaba por completo lo que sería un esqueleto humano, mientras su parte de piel humana, pertenecía ya aun hombre mayor con sus respectivas arrugas. Vestía de bata blanca y pantalones. Aquel ser no venía de ese mundo. Era de otro universo. Al frente de él, en una mesa metálica se encontraba el cadáver de un hombre. Aquel ser mitad maquina fue hacia su mesa de utensilios, sacando un serrucho.
—Cuando acabe contigo —exclamó con una voz tranquila, casi como un susurro—. Serás perfecto.
El hombre volvió a la mesa para así empezar a partir al hombre de manera vertical, empezando por los genitales hasta la cabeza.
—¡Científico! —gritó el rey Moro entrando por la puerta trasera del laboratorio—. Tus Child's Nightmare, no recuperaron el libro como lo prometiste —exclamó refiriéndose a aquellos monstruos que atacaron la montaña donde vivía Peter.
—Los Child's Nightmare solo tienen el objetivo de destruir y matar todo a su pasó. No son seres a los cuales les puedas dar ordenes —afirmó de manera serena el científico cyborg, mientras con sus manos terminaba por separar el cuerpo.
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El Caballero Negro y el último libro de Merlín
FantasiaHay veces que la fantasía no es lo que uno espera. No hay batallas épicas, sino viles y crueles perdidas. Héroes caídos; no por haber muerto. Por haber renunciado a sus ideales. Y no siempre, el protagonista podrá salvar a todos.