Capítulo 13

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Atravesé el umbral de la puerta, intentando no hacer ruido

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Atravesé el umbral de la puerta, intentando no hacer ruido. Quizás estuviera siendo paranoica. Rupert debía estar en el trabajo por la hora, además, no creía que hubiera regresado tan pronto.

Sin embargo, el presentimiento de que algo estaba a punto de pasar apenas me permitía respirar. Podía ser que estuviera nerviosa por regresar luego de toda una semana en la cabaña, pero igual quería andarme con cuidado.

Estuve a punto de marcarle a Ethan y decirle que me llevara lejos, que no permitiera que regresara a este lugar nunca más.

Las frías paredes y baldosas me dieron la bienvenida. No era un hogar, no se sentía la presencia de una cálida bienvenida, de una familia. No podía negar que era una casa lujosa y muy bien decorada. Era un lindo lugar, pero le faltaba corazón.

Cuando mamá vivía, la casa siempre olía a galletas. Eso me ganó varios kilos de más, pero valía la pena. Si llegaba a tener a este bebé, quería tener eso para él.

No esta clase de frío ambiente.

Subí hasta la habitación, sintiendo mi corazón golpear fuertemente contra mi caja torácica. Estaba nerviosa, un poco temblorosa. ¿Qué haría si llegaba a toparme con Rupert?

¿Cómo es que del cuento de hadas pasamos a la película de terror? Cuando te casas con alguien, no lo haces esperando vivir una completa pesadilla. No es así como debería vivir.

Le tenía miedo a mi esposo y al futuro padre de mi bebé. No sólo miedo, sino también pánico, del real, de aquel que no te permite respirar y que se aferra con fuerza a tus huesos.

Tomé una de mis maletas apenas ingresé al cuarto. Todo parecía estar en orden, en perfecto estado. Tal y cual lo había dejado hacía una semana.

La vida podía dar tantas vueltas...

La última vez que estuve en este lugar, sólo pensaba en cómo lidiar con las heridas que Rupert había dejado en mi cuerpo. Pensaba en Ethan como aquel amor imposible y que nunca se pudo dar.

Entonces ocurrió.

Fui secuestrada por un atractivo abogado por el cual me volví loca. Una semana bastó para traer de vuelta con creces aquellos viejos sentimientos.

Y ahora estaba embarazada.

De otro hombre.

Suspiré, intentando aligerar mis pensamientos. No estaba bien actuar así. Necesitaba dejar de recriminarme, quizás un psicólogo pudiera ayudarme.

Después de todo, no se salía sin cicatrices emocionales de una relación tóxica.

Ordené mi ropa con la gracia de un experto. Siempre me gustó armar las maletas, pues eso implicaba un viaje, una aventura. La antigua yo moría por irse de aventuras. Por conocer el mundo, viajar hasta lugares nunca explorados.

Yo no te olvidé © ||Trilogía recuerdos: 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora