Melissa no estaba bien.
Fingía sonreír a mi alrededor, pero lloraba a solas. La había encontrado varias veces en el día limpiando sus lágrimas, para luego sonreírme como si nunca hubiera llorado. Yo trataba de disimular que no sabía lo que intentaba, pero la situación empeoraba día tras día. Melissa intentaba ignorar su estado, en un completo estado de negación.
Cada vez que intentaba sacar el tema, me evadía. Me ocupaba de cuidarla, que se alimentara correctamente. Sin embargo, no colaboraba demasiado con la causa. Dormíamos juntos todas las noches, pero sentía que la distancia entre nosotros crecía a cada momento, paso por paso.
Incluso la encontré bebiendo de una de las botellas de la reserva de alcohol de mi padre. Tuvimos una seria discusión al respecto, mi carácter chocó con el suyo y colapsamos en un sin fin de peleas.
—No debes beber, Mel —intenté explicarle y contenerme—. Aún no has tomado la decisión, no voy a permitir que le hagas daño. ¿Quieres tenerlo? Pues entonces cuídate.
—¿Y quién te dijo que quiero tenerlo? —escupió, borracha—. Era muy feliz antes de saber de su existencia. ¿Por qué tenía que existir?
—Melissa...
—Era muy feliz —ahora lloraba amargamente, sin soltar la copa—. Yo no pedí esto.
—No lo pediste, mi amor —Asentí, preocupado.
¿Cómo no estarlo? Melissa había subido al balcón y sus pies colgaban en el alfeizar. Un mal movimiento de su parte y caería desde el segundo piso. Estaba borracha y llorosa, una pésima combinación que estaba logrando acabar con mis nervios.
—¿Y por qué pasó entonces? —dio otro trago.
—Mi amor, ven aquí —rogué—. Sabes que no fue tu culpa.
—Debí hacerle caso a Alissa. Debimos escapar ese día.
¿De qué día hablaba?
—Lo hecho, hecho está —murmuré de todas formas.
—Lo sé —ahora estaba quieta, con la cabeza gacha.
No sabía qué hacer. ¿Cómo lograba ponerla a salvo sin que se alterara un poco más? ¿Cómo lograba entenderla si me sentía totalmente ajeno a la situación?
Era difícil para ella. Era difícil para mí. No era una situación suave y sencilla.
Estaba embarazada de un tipo que la había destruido en más de un sentido. Por supuesto que estaría alterada, por supuesto que se sentiría mal.
Yo no sabía cómo tratar con ella. No sabía cómo calmarla, no sabía cómo aliviar sus males. Yo no sabía, porque jamás estuve ligado a una situación tan delicada. Cuando Alissa estuvo a punto de ser forzada a casarse con Víctor, fue complicado, sin embargo, algo dentro de mí sabía que Alissa se saldría con la suya.
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Yo no te olvidé © ||Trilogía recuerdos: 3
RomanceTercera parte de la trilogía recuerdos. Ethan se enamoró de aquella pequeña niña que siempre cuidaba, la amiga de su hermana. Melissa cayó rendida ante sus encantos, pero el destino les ha impedido durante años estar juntos. ¿Podrá Ethan saltar la...