Tercera parte de la trilogía recuerdos.
Ethan se enamoró de aquella pequeña niña que siempre cuidaba, la amiga de su hermana.
Melissa cayó rendida ante sus encantos, pero el destino les ha impedido durante años estar juntos.
¿Podrá Ethan saltar la...
Nota super importante al final del capítulo, por favor leanla con atención, gracias.
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—¿Qué cosa va a salirle caro? —insistió.
Me tensé al escuchar su voz, la amenaza implícita que con ella venía. Intenté moverme, poder ver su expresión, ir con él.
No podía verlo desde donde estaba, pero no me hacía falta.
Ethan...
—¿Cómo entraste a mi casa? —Rupert no me soltó, al contrario.
Solté un gemido de dolor cuando su agarre me cortó el aire. Quería correr hacia los brazos de Ethan, a la seguridad que sólo él podría proporcionarme. Lo escuché respirar profundo y supe que Ethan estaba más allá de la furia. No sabía como Rupert podía mostrarse confiado, no cuando una bestia lo estaba acechando.
—¿Acaso importa? —su voz podía escucharse calmada para quien no lo conociera.
Pero yo lo conocía.
Sabía que la furia estaba a segundos de apoderarse de él, lo único que lo detenía, era que yo estaba en el medio. A pesar de todo lo furioso que se encontraba, sabía que Ethan nunca me pondría en peligro.
Tenía que encontrar la manera de llegar hasta él, sin que tuviera que enfrentarse al poco hombre que aun me apresaba.
—Suéltame.
—Ya la oíste, suéltala.
—No te metas en esto, Ethan —escupió con furia—. No porque seas mi primo, te da derecho a involucrarte.
Intenté luchar contra Rupert, pero su agarre era firme y fuerte. No tenía intenciones de dejarme ir y Ethan no iba a dejarme entre sus garras.
Alguien aquí saldría mal.
—¿Primo? —preguntó con sarcasmo—. Agradezco a la suerte de no compartir sangre con una basura como tú.
Escuché sus pasos. Se acercaba con paso lento, pero seguro. No estaba segura de cómo iba a resultar está situación. Quise pedirle que se fuera, por un segundo estuve tentada a hacerlo. No quería que Ethan se convirtiera en un monstruo, solo para liberarme de uno.
Pero tampoco quería seguir sufriendo.
—Ethan...
—Así que tú eres el infeliz que se la llevó de paseo —grité cuando noté que Rupert había tomado el cuchillo con el que anteriormente lo había amenazado—. Eres tú con quien ella se acuesta.
Me tenía con una sola mano, mientras con la otra apuntaba hacia Ethan. Grité que me dejara, sin embargo, parecía ignorar mi presencia. Solo su firme agarre sobre mí delataba que sabía muy bien dónde me encontraba.
