CAPÍTULO 5: LO QUE VINO DESPUÉS

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*Hace dos meses*

A nuestro alrededor se oía ajetreo, niños gritando y jugando... y las voces de mis amigos, aquellos que Eithan y yo teníamos en común. La diferencia entre ellos, era que algunos siguieron comportándose de forma amable y simpática conmigo después de todo lo que pasó, y otros, simplemente se convirtieron en conocidos y ya está.

Yo hacía caso omiso a todo ese ruido que ambientaba el sitio en el que nos encontrábamos; ya que en ese entonces yo estaba ocupada creyendo estar enamorada de una persona que tampoco lo estaba de mí; ya que, en el centro de toda esa esfera de caos, nos encontrábamos aquella persona y yo, sentados en la acera que quedaba en frente de los recreativos. Él se acercó lentamente a mí, para dejar un pequeño beso en mi mejilla. Después me miró con unos ojos inexpresivos, sin sentimiento alguno; pero claro, yo en ese momento no me daba cuenta de ningún detalle similar.

Este chico no se trataba de Eithan, ni mucho menos; sino de la tirita con la que intenté cubrir su recuerdo: Danny Gee.

Se trataba de un chico medianamente alto, de cabello desordenado y cobrizo, ojos marrón oscuro y piel bastante clara. En verdad, ni siquiera entonces sabía exactamente lo que me atraía de él, ya que no era llamativo ni en sentido físico ni en sentido personal: era un chico físicamente normal, sin mucho estilo ni para caminar ni para vestir, y su carácter... a veces parecía colapsar, ya que a veces me daba la impresión de que era un simple desconocido del que no debería haberme fiado... y así resultó ser.

- Me aburro mucho... ¿te apetece andar?- sugirió

- Acabamos de sentarnos... ¿a qué viene tanta prisa?- pregunté con una sonrisa.

Él seguramente lo tomase a broma, pero realmente me preguntaba porqué nos íbamos a mover cuando, al menos yo, estaba cómoda.

- Bueno... es que no quiero hacerte sentir incómoda...- comenzó- acabo de ver a tu exnovio entrar a...

- ¿¡es enserio?!- le interrumpí mientras me levantaba rápidamente del bordillo de la acera- te dije que no era problema. Tengo derecho a seguir con mi vida, igual que él. Y si no le parece bien, que se joda, y listo.

Él puso los ojos en blanco, para después sonreír y tirar levemente de mi brazo para que volviese a sentarme junto a él.

- mira que tienes carácter. A mí no me incomoda su presencia como tal... para mi gusto, lo que sobra, son esas miradas.

- ¿cuáles?- dije sonriendo de forma sarcástica.

Él me miró con cierto descontento.

- Ya sabes, las miradas. Siempre está igual. Además, cuando está con más gente, no solo él nos mira, lo hacen todos.- soltó un bufido y se llevó la mano a la frente, apoyando el codo en su alzada rodilla- realmente me pone muy nervioso. Es como si hablasen de nosotros.

Yo me encogí de hombros.

- Que hagan lo que quieran. Pero no te sientas incómodo por eso... ya lo que me faltaba.

Danny se rió levemente.

- vale, vale... paso de él.

- exacto. Es fácil, una vez que te enfrentas a lo mismo todos los días- dije.

Acto seguido, me levanté por segunda vez, y le tendí la mano. Él se levantó de un salto, para después pegarme a su cuerpo, acercándome con las manos agarrando mis caderas.

- me gusta mucho tu sonrisa. Y lo infantil que eres.- dijo entre suaves carcajadas.

Yo no respondí y simplemente coloqué mis manos en sus mejillas, para poder acercar su boca a la mía.

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