-No puede ser… tú…- dijo Mallona, lanzándola la más envenenada de sus miradas.
-Yo.- Respondió Elaine, con una sonrisa de autosuficiencia.
-¿¡Qué demonios haces tú aquí, Broke!?- Pronunció su nombre con un perceptible indicio de desprecio, pero también había algo de miedo en su voz.
-Además de idiota, ciego… -le respondió la pirata- ¿Es que no lo ves? Estoy salvando a Markus Ketelby de un final que no merece. Lo estoy salvando de la horca. ¿Es que hay que explicárselo todo, conde?
-Vas a morir.
-Ya.-izo una pausa-Permítame que discrepe, su señoría.- contestó ella, sin borrar la sonrisa de su cara.
El conde enrojeció de furia.
Tras ella, dos docenas de piratas de aspecto salvaje esperaban a recibir órdenes, listos para atacar.
Los soldados que aún quedaban en la plaza (unos cuantos habían huido, presas del pánico ante la visión de enfrentarse a esos temibles piratas), desenvainaron espadas y pistolas, dispuestos a pelear.
Veinticinco piratas. Cincuenta soldados. Las previsiones no eran buenas para Elaine y los suyos…
Entretanto, Markus había avanzado hasta ponerse al lado de Elaine. Estaba magullado por la caída, pero vivo. “Gracias” la susurró al oído. Elaine le miró con el ceño fruncido.
-No es buen momento para agradecimientos. – le respondió, un poco mas alto, aunque el Conde no llegó a oírla.
Markus bajó el cabeza, avergonzado.
La gente que esperaba presenciar el ahorcamiento de Ketelby, había huido, así que en la plaza solo estaban ellos: los hombres del Conde, y los de Elaine.
-Soldados.- anunció Mallona con aparentemente calmado- Matadlos.
La pelea empezó.
Para Markus, que se mantuvo al margen, todo era un revoltijo de espadas chocando, pistolas disparando, hombre profiriendo maldiciones…
Desde el punto de vista de Elaine, todo era distinto. Bien cierto era que lo soldados eran más que ellos, pero estaban peor entrenados, y, para variar, estaban nerviosos, así que muchos cometían errores que les costaban la vida.
A ella no le gustaba la idea tener que pelear: el plan inicial era salvar a Markus y huir. Huir, aunque los consideraran unos cobardes…
Pero allí estaba: matando inocentes.
Un soldado que antes no había visto apareció ante ella, con una mirada de furia indescriptible. Era uno de los hombres más corpulentos que la muchacha había visto nunca. Era… era como tres “Elaines “juntas en un solo hombre. <<Bah,- pensó ésta- los grandes son los que antes caen>>. Pero se equivocaba. Aunque no lo pareciera, el hombre era increíblemente ágil, no tanto como Elaine, pero…. No estaba mal.
Elaine dejó de centrarse en los otros soldados: antes había peleado con tres, o cuatro a la vez, pero ahora, ese forzudo ocupaba toda su atención.
Si se desconcentraba dos segundos… aquel soldado la mataría.
Le lanzo una serie de estocadas rápidas, a las que éste le costó esquivar. Elaine sonrió. Aquel era su punto débil: Su desmesurada corpulencia le hacía moverse algo despacio, no mucho, pero lo suficiente para aprovecharlo y vencerle.
La pirata siguió con su juego: lanzar estocadas rápidas que el hombre, al final, no podría esquivar.
En sus ojos, había un brillo, un brillo de furia… Algo en su expresión la decía a Elaine: “No descansaré hasta matarte”.
El aspecto salvaje de aquel hombre, (aunque a ella le costara reconocerlo) daba miedo. Sus cabellos rubios largos y sueltos, su espesa barba, también rubia, sus pobladas cejas, sus ojos marrones… Daban miedo.
En cuestión de minutos, el hombre perdió el equilibrio y calló al suelo. Su espada se deslizó varios metros lejos de él.
El filo de la espada de Elaine estaba en su garganta. Un movimiento más, y lo mataría.
La expresión del hombre cambió: ahora no había odio en sus ojos, solo miedo.
-Vamos. –Dijo con una voz algo seca- Hacedlo. Matadme.
Estas palabras desconcertaron a Elaine unos segundos. Entonces, desde el centro de la plaza se escuchó un grito de socorro:
-¡Elaine!- exclamó una voz, casi a la desesperada. Una voz que ella conocía bien: la de David.
Elaine miró hacia el lugar desde donde venía la voz, sin apartar la espada del cuello de su contrincante, que permanecía en el suelo.
Horrorizada, contempló como uno de los soldados estaba en la misma posición que ella, solo que su espada estaba sobre el cuello de David.
Sin pensárselo mucho le hizo un corte algo profundo en la pierna del hombre que mantenía paralizado en el suelo, para que no pudiera seguirla, y corrió despavorida hacia David.
Ella se negaba a reconocerlo, pero le importaba aquel muchacho. Y mucho. David había estado con ella desde el principio, y se negaba a verlo morir.
Atravesó su espada en el pecho del contrincante de David. Este se levantó.
-Gracias.- le dijo él con una media sonrisa, que le hacía mucho más atractivo.
-No hay de que.
Elaine examinó la batalla. Muchos soldados yacían muertos, pero solo unos pocos piratas habían muerto. Pero ella se negaba a sufrir más bajas, así que buscó a Markus con la mirada, comprobando que estaba sano y salvo y gritó.
-¡¡RETIRADA!! ¡¡TODOS AL BARCO!! – Hizo una pausa- ¡¡YA!!
Los piratas corrieron a su barco y la batalla terminó.
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Traicionando al mar
Mystery / ThrillerElaine Broke, una temida pirata española, está saqueando todos los pueblos del Mediterráneo, y, además , está saliendo airosa. Pero habrá un hombre... un Conde... Un vanidoso Conde que no descansará hasta verla muerta. Tramará un enrevesado plan. Y...