Capitulo 6

120 4 0
                                    

Un silencio sepulcral se hizo en la sala. El Conde seguía observando a todos los presentes uno a uno. ¿Su plan? Que uno de ellos, el más atractivo de todos, sedujera a Elaine Broke y consiguiera que esta le contara todos sus secretos, todos su planes. Aún no sabía como podría enchufar al muchacho en la tripulación, pero, de una manera u otra, el Conde estaba seguro de que lo conseguiría. Era verdad que el plan era arriesgado. Broke podía ser muchas cosas, pero de tonta no tenía un pelo. Mallona sabía que si descubrían al joven infiltrado, lo matarían sin regodeos.

 Era arriesgado, si…

El Conde comenzó a dar su charla.

-          Como bien saben todos ustedes, los he reunido aquí para escoger a uno entre todos para llevar a cabo una misión Real. –izo una pausa para observar el semblante de sus invitados. Ninguno parecía sorprendido-  Pues bien, así es. Sé que muchos os preguntareis con que tiene que ver dicha misión. Pues bien, os lo diré: tiene que ver con Elaine Broke.

Un murmullo recorrió la sala.

Los jóvenes quedaron estupefactos.

A muchos les entró el canguelo. ¿Enfrentarse a Elaine Broke? ¿Hacer cualquier cosa que estuviera relacionada con ella? No, gracias.

Entre tanto bullicio, un joven entró silenciosamente por el gran portón sin ser visto más que por una persona, por Matías Clare. Este suspiró. ‘’Es William. Ha llegado tarde, pero al menos no lo han pillado’’ El aludido fue andando de puntillas hasta colocarse en la silla de al lado de su hermano, que estaba vacía.

-          Llegas tarde –refunfuñó Matías, frunciendo el ceño.

-          Como siempre, hermanito, ¿Acaso no me conoces?

Matías calló. Su hermano a veces era tan idiota…

Un valiente joven de clase media se levantó de su silla y alzó la voz:

-          ¿Qué recompensa habrá? Tenga usted en cuenta que ninguno de los presentes lo hará si no es por una buena suma de dinero.- Le dedico un ceño fruncido al Conde.

El Conde sonrío malévolamente y entornó sus ojos de serpiente en dirección al muchacho:

-          ¿Qué suma considera usted razonable?

El joven titubeó. Era obvio que no se esperaba esa respuesta.

-          Pues… yo, por mi parte, no lo haría por menos de 3.000 maravedíes.

-          Que así sea –concluyó el Conde- 3.000 maravedíes.

Era una gran suma de dinero.  Otro murmullo recorrió la sala.

-          ¡3.000 maravedíes! ¡Matías, con eso podrían curar a nuestra madre!- William estaba muy emocionado.

-          Es obvio que no has oído una parte del discurso –Matías no estaba de muy buen humor- La misión tiene que ver con Elaine Broke.

-          ¡Y eso que más da! La mataré si es lo que quieren que haga. Por 3.000 maravedíes ,haría lo que sea.

Matías puso los ojos en blanco.

El conde prosiguió:

-          Ahora, les pediré a los presentes que no quieran ser escogidos para la misión que se marchen.

Algunos chicos de clase alta y media se levantaron y se fueron. No merecía la pena enfrentarse a unos temidos piratas por 3.000 maravedíes.

Todos los chicos de clase baja, casi todos los de la clase media, e incluso alguno de clase alta,  se quedaron. Para muchos, 3.000 maravedíes eran una verdadera fortuna.

-          Bien, a continuación, haré mi elección entre todos ustedes.

El Conde bajo de la especie de estrado donde había estado dando el discurso. Observó a los jóvenes uno a uno, detenidamente.

‘’Este es muy feo. Demasiado bajito. Muy campechano.  Demasiado alto’’

Cada uno tenía una pega. El Conde se acercaba a los asientos de Matías y William. Sus corazones amenazaban con salírseles del pecho.  Mallona estaba cada vez más cerca.

Paso por delante de Matías. ‘’Muy escuálido’’, pensó el  Conde ‘’No sirve’’

Entonces, su mirada se posó en el joven que estaba al lado de Matías, su hermano, William.

‘’Veamos. Alto. Ojos azules, grandes y emotivos. Pelo negro corto, bastante cuidado. Nariz pequeña y bien equilibrada. Labios bonitos. Facciones amables. Brazos fuertes. Torso robusto. Piel blanca, como la porcelana. Podría servir…  ’’

-          Joven, -aún le quedaba una cosa por comprobar- ¿Podría sonreír?

William sonrío.

‘’Mmmm… Sonrisa deslumbrante. Dientes blancos, cuidados y perfectos’’

El Conde lo miró de cuerpo entero. Sí, serviría.

-          ¿Como te llamas, muchacho?

-          William Clare, señor.

-           Esta bien –Mallona alzó la voz- Señores, pueden retirarse. Ya he hecho mi elección. Joven Clare, usted llevará a cabo la misión.

Traicionando al marDonde viven las historias. Descúbrelo ahora