DEATH AESTHETIC camren

Capítulo 4

Una disculpa, tenía la semana ocupada, pero espero disfrutes esto

LAUREN

Llego el día siguiente y de nuevo la vi. Por esta única noche, que mi cuerpo se excitó de tal forma, que tuve que quedarme bajo las sábanas por largas horas, no escuché ningún sonido proveniente de la oscura habitación.
El sonoro ruido de la alarma de la mañana me despertó, arrastré mi cuerpo desnudo hacia la ducha fría y eso me Quito cualquier indicio de las pecaminosos pensamientos que me invadieron la noche anterior, en el punto suave de mi cuerpo.
¡Entonces! Me obligue a mirarme al espejo, vi a una chica con expresión taciturna, luego cambié drásticamente a un semblante mucho más relajado y feliz, culpable era Camila de aquella causa.
Pero caí en la realidad de que era indebido y mal visto, ahora en pleno siglo veintiuno, la comunidad a la que pertenecía abiertamente sería mal visto por mi paciente, mi ética, estaba por encima de mis deseos personales.
Fue que mi "máscara" era de carácter profesional.
Me vestí con algo sencillo, después de que me despidiera salvejamente, me quedé encerrada en mi cuarto, poco me importo su golpe, de hecho, mi mente lo entendió como algo tan caliente, mis maletas se olvidaron y ya no puse cada prenda en el cajón correspondiente.
Hasta ahora que rebuscaba y me colocaba lo primero que encontraba.

Uno de seguridad, había dejado pasar al doctor personal de la señorita Camila, mi trato fue cordial y agradecido. Al pertenecer a la misma rama de la salud, tenía a un colega. Este, portándose amable y paciensudo, me dirigía miradas de todo tipo a mi parecer.
Me indicaba con pesar todas las instrucciones que debía de seguir, se internó en la habitación en privado con la señorita Camila. No salió sino como a los 20 minutos, y sumando más todavia.
Me pidió con sumo interés que me quedara al pendiente en la habitación contigua, mientras yo no era requerida, arregle mis ropas, me tomaba el tiempo, pasarían muchos minutos hasta que volviera a verlos.
Cuando termine mi única labor, bajaba las escaleras, en cuanto lo hice, las chicas del servicio se paseaban por la casa cuchicheando sobre la visita de un hombre apuesto que era el médico. Que posiblemente el haría que el humor de la señorita Cabello mejorara con la plática que estaban teniendo.
Yo me adstuve de cualquier comentario incómodo, en cambio me dirigí hasta la cocina, pregunte por Verónica y Alexa.
Ambas se empeñaban por dejar un jardín vistoso de tiernas flores que se agitaban por el aire sutil de la mañana.
Las vi riéndose, y fue extraño, desde que había comenzado mis días aquí, no vi a nadie reír o sonreír, hasta ahora claro.
- ¡Qué raro! Nadie sonríe, pensé que era la única.
- Vero dice que el personal de su bar está deprimido, ella era el ambiente en persona.
- Ya no tuviste la oportunidad de contarnos, ¿Como te fue?
- Me han corrido- Hundo los hombros y me pongo seria.
-¿Qué? ¡Ese viejo se atrevió hacerlo!
- Tranquila. En cuanto me paguen los primeros 15, rentare un departamento.
- ¿Y tus cosas?
- Las mudé a un almacén en los suburbios
- Inaceptable, mudalas a mi departamento
- No, no quiero ver a ese viejo
- Te ayudaremos, mientras tanto ¿Como va la dueña?
Alexa se encargaba de cortar las espinas de las rosas que sumergía en el agua del florero en el suelo.
- Va bien. - Evidentemente no comente nada del incidente ni mis sonrisas tontas por la noche
- La próxima semana será un día obligatorio de descanso.
- ¡Iremos a un club, toda la noche!
Veía una diversión prometedora en sus rostros, cosa que me encanto a mí también.
- ¡Jalo! - Me reía junto a ellas, las tres encontraríamos a alguien por ahí, un enamoramiento de una noche que se pasaría a la mañana.
- Yo iré con Lucia. Estoy haciendo progresos con ella.
Levante las cejas de manera sugerente y ella soltaba sonrisas atrevidas.

Estaban dando las 11 de la mañana, el doctor todavía no salía, me aseguré de que todo estuviera en orden una vez terminarán y espere, fuera, me mantenia al pendiente de cualquier indicación nueva, pero solo obtuve las mismas palabras antes dichas del doctor.
Cuando cerró la puerta, caminó junto a mí por el pasillo que ya estaba siendo familiar para mí, de todos modos, no comprendía por qué el tener una casa tan grande para tan solitaria persona.