2. Al revés

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Marinette abrió paulatinamente sus párpados, sintiendo el calor del sol colándose por la ventana y adhiriéndose a su cara. Se estiró sosegadamente, frotó sus ojos y se volteó para ver la hora en su teléfono.

Se había despertado diez minutos antes de que sonara la alarma.

Es que claro, una chica tan puntual y activa como ella, heroína de la capital francesa, ¿levantándose tarde? Imposible. Podía decir con propiedad que su reloj interno era el más exacto y mejorado de todo París, y probablemente, del mundo entero.

Se paró rebosante de energía y lo primero que decidió hacer fue darse una vigorizante ducha. Lo hacía todas las mañanas, sin excepción. Un buen baño de agua helada para acabar de despertar alguna parte del cuerpo que aun siguiera dormida.

Mientras se mojaba y enjabonaba, cantaba muy afinadamente el opening de Miraculous Ladybug. ¿Acaso puede haber una canción más perfecta que esa?

Sonrió satisfecha al salir del baño, encontrándose con su pequeña y perfecta compañera de aventuras, Tikki, y la saludó alegremente, a lo que ésta le correspondió el gesto con la misma emoción.

Fue directo a su pulcro y súper ordenado guardarropa, para buscar algo decente que llevar. Cuando tienes un armario tan cuidadosamente arreglado, es más que sencillo tener todo a la mano. Y si hablamos de Marinette, la chica más ordenada del planeta, no hay dudas de nada.

Se atavió con unos pantalones rosa claro, una camiseta manga corta floreada y un blazer negro. Un atuendo bastante bonito y para nada repetitivo.

Vio su reflejo en el espejo luego de peinarse y sí, estaba bonita. Y es claro, debía verse presentable para ir a su lugar favorito: ¡la escuela! Nada era más emocionante para Marinette Dupain Cheng que ir al instituto, en donde pasaba largas horas prestando más de la acostumbrada atención a cada clase que daba. No había otra cosa que la hiciera más feliz.

—Hey, Tikki, ¿ya estás lista? Debo bajar a desayunar.

—Soy una kwami, Marinette. —Respondió con simpleza—. No hay mucho que deba hacer para arreglarme.

Luego de ese comentario claramente divertido (y es que Tikki era bastante hilarante), la pequeña criatura se metió en su bolso, más que preparada para ir a la escuela junto con su portadora.

.........

— ¿De verdad no estás nerviosa? Yo en tu lugar estaría aterrada.

— ¿Por qué debería sentir temor? —Respondió tranquila—. Adrien sólo es un chico común y corriente, de carne y hueso. —Mirando despreocupada sus uñas—. El que sea mi crush no tiene por qué asustarme en lo absoluto.

—Vaya, eres increíblemente decidida, Marinette. —Posando una mano en su hombro—. La última vez que me quise declarar a Nino entré al baño de hombres sin darme cuenta. —Su rostro se llenó de color a evocar la escena—. Dios, que vergüenza.

—No te angusties, amiga. Estoy cien por ciento segura de que Nino siente lo mismo por ti. Sólo tienes que tener una pizca de paciencia. —Esas palabras confortaron grandemente a la morena—. Y si eso no funciona, pues, tendremos que abrirle los ojos al ciego ese.

Una breve carcajada salió de parte de ellas, carcajada que fue interrumpida cuando ambas divisaron al rubio de ojos verdes a lo lejos, conversando con algunos de sus amigos.

—Bien, ha llegado el momento. —Exhaló sonriente la azabache, mientras se levantaba del banco.

—Ay, que emoción. —Expresó en un tono muy agudo—. Mucha suerte.

⌁ ℝ𝕠𝕞𝕡𝕚𝕖𝕟𝕕𝕠 𝕝𝕒 𝕔𝕦𝕒𝕣𝕥𝕒 𝕡𝕒𝕣𝕖𝕕 ⌁Where stories live. Discover now