3

54 4 0
                                    

Una voz tan fuerte que aturdía y una luz que desgarraba los ojos me dieron la bienvenida y me dejaron completamente desconcertado en este horriblemente bello lugar, ¿era este el cielo, acaso?
-¡Jeon!, ¡Jeongguk!.- Esa voz que escuché decir palabras incomprensibles en un principio ahora gritaba mi nombre mientras yo sólo podía encontrarme cada vez más confuso. Tantas preguntas daban vueltas por mi cabeza que ya comenzaba a sentirme sumamente desequilibrado, ¿qué diablos hacía aquí?, ¿por qué yo?

Al abrir los ojos no podía ver nada, sólo sabía que en algún lugar me encontraba; como si uno de mis sentidos faltase pero todos los demás se hicieran más agudos. Divisé un carraspeo y de repente algo comenzó a hablar.

-Diablos, no sé cómo comenzar, tiene casi una semana que no hago esto, a ver, aquí vamos... -La voz se escuchaba más cerca de lo que creí, pero aquel ente misterioso vaya que se encontraba en un gran nerviosismo. -Emm, pues... hola, soy Astaroth.

-Eh...ehh... ¡¿Qué quieres tú de mí?! 

-Jajaja, tranquilo muchacho, casi te orinas y recién vamos comenzando, por lo que veo estás cegado, hacía mucho que no venía alguien como tú a este lugar...

-¿Este lugar?, ¡Dime ahora mismo dónde estoy!

-Si vuelves a gritar vas a hacerme enojar y créeme que no te gustará ver eso. Estás en el infierno, o bueno, en tú infierno. Esta parte es lo más bonito que por el momento sentirás, puedes llamarle limbo o como sea que los humanos le nombren. Alguien que al parecer querías mucho te envió aquí y mi trabajo es mantenerte cautivo hasta que descubras quién de los habitantes de "allá abajo" te ha hecho eso, lo de quitarte tu vida mortal...y me entregues su alma.

-¿Entregarte un alma?, ¿cómo diablos voy entregarte un alma si ni siquiera puedo ver?, no, no, debe haber una equivocación, yo no pertenezco aquí y...

-No lo sé, chico, descúbrelo. Nos vemos en 72 horas, así que apresúrate.- Y se esfumó, dejándome en las mismas o incluso peor. 

Tiempo después desperté y me encontré en una habitación muy amplia, bañada de un color blanco que cegaba; en una de las paredes se encontraban unos enormes números de color rojo que por lo que pude deducir, mostraban las horas que me quedaban para cumplir lo que aquel demonio o lo que sea que fuere, me había pedido. Desesperado corrí alrededor de aquella enorme habitación y por más que lo intentaba, no encontraba nada nuevo en ninguna de mis vueltas. Repentinamente un relieve salió del piso y me hizo caer de forma estrepitosa, y al alzar la vista, divisé frente a mí una enorme puerta también de color blanco, con pequeños destellos de dorados que lograban escapar de las comisuras de esta. Me levanté como pude y sin pensarlo tiré de ella, pero aquella luz pudo más que yo, y en un momento ya no supe qué pasaba. 

Cuando pude volver a sentir, logré notar que habían unas cuantas manos sobre mí, todo era borroso, se lograban ver edificios, el azul del cielo que tanto extrañé y mucha gente rodeando mi cuerpo que nuevamente se encontraba en el piso pero que esta vez, a diferencia de hace un momento, era pavimento; ese frío y delicioso pavimento que se sentía como si fuese una eternidad que no lograba tocar.

-¡Apártense, está despertando!, ¡Deben dejarlo respirar, maldita sea! 

-Ho...¿Hola?.- Apenas logré abrir los ojos y distinguir al hombre que gritaba, todos me miraban con asombro y yo de verdad que no podía estar más confundido.

-Vaya chico, despertaste, estábamos a punto de llamar a una ambulancia, ¿te encuentras bien?, ¿necesitas algo?

-No, gracias, no necesito nada. -Empujé varias manos que trataban de auxiliar y sin más, me paré; salí corriendo a toda velocidad, esquivando a todos aquellos que observaban atónitos el espectáculo que yo mismo protagonicé, me escondí en un pasillo formado por dos viejos edificios y me senté en el piso para respirar un poco y analizar de forma tranquila todo lo que estaba sucediendo. Al descender junto con mi cuerpo pude ver un reflejo en un charco que al parecer era mío, pero a diferencia de siempre, mi cuerpo no era mi cuerpo a pesar de que mi mente seguía intacta. No podía divisar quién de quién diablos era la imagen proyectada por el charco y a pesar de tocar e intentar que por lo menos mis manos fueran capaces de distinguir aquel cuerpo y aquel rostro, me fue imposible. Recordaba todo, mi vida, mi infancia, todos los bellos y malos momentos, el trabajo , los amigos, incluso el asesinato, pero el recuerdo que más arraigado se encontraba a mi memoria en esos momentos era el de aquel demonio y aquel reloj que mostraba cómo mi tiempo iba poco a poco consumiéndose.

Dejé de mirar mi rostro y comencé a observar mis nuevas manos y mi nuevo cuerpo, todo se veía muy real, incluso aquel reloj digital que llevaba en la muñeca, y que en vez de sumar tiempo, lo restaba, y mostraba lo que parecía ser, mi tiempo restante en este mundo.

Algo dentro de mí me hizo correr y comenzar a usar mi sentido común, mientras más caminaba, más familiaridad tenía con aquellas viejas y desgastadas calles por las que tanto tiempo caminé. Caras conocidas, colores conocidos, locales conocidos, todo era familiar, aquel pesado pero hogareño ambiente de mi querido Seoul.

Pude ver a Jackson, a Moonbyul , a Mina, pero lo que más resaltaba a la vista era aquel gran moño negro que se observaba justo debajo del espectacular colocado en aquel enorme edifico que mostraba el nombre de la gran "Corporación Wang. Diseño gráfico para tu vida.", en aquel moño estaba escrito con una hermosa letra manuscrita "En memoria de Jeongguk".

Entré al edificio y lo primero que observé fue mi escritorio vacío y el pesado ambiente de dolor que allá dentro se respiraba. Uno hermoso chico me recibió pero sólo pude escuchar su voz e imaginarme su rostro, pues se encontraba tras la pared de un gran y pesado cubículo de escritorio.

-Hola, bienvenido a Corporación Wang, ¿en qué puedo ayudarle?.- Después de aquella pregunta no supe qué contestar y simplemente me quedé petrificado, pues la persona de la cual provenía tan melodiosa voz y tan amena pregunta, era nada más y nada menos que Jimin, aquél chico que en vida tantos suspiros me sacó y que tanta luz brotaba, pero que ahora, entre todo este ambiente, y toda esta tristeza, se notaba muy triste, aunque de igual manera y no sé cómo lo supe, también se mostraba un tanto... nervioso. 

70:52:10

Who? • Kookmin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora