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-¡Solo te estoy pidiendo un jodido favor, hijo de puta!... no puedo creer que me estés haciendo esto, ¿acaso no recuerdas todas las malditas veces que yo te ayudé con... ¡pues parece que lo hayas olvidado imbécil, nunca puedes hacer una mierda por mí, poco a poco llenas mi jodida paciencia, si te tuviera de frente justo ahora... 

Jimin había llegado a casa hacía aproximadamente dos horas; lo supe porque pude distinguir el sonido de su automóvil acercándose varias cuadras antes desde la única ventana de mi casa que se encontraba abierta, permitiendo que todo el ruido de la calle se colara tras ella. Mientras imaginaba aquellas ruedas girando bajo el gran motor que sostenía el andar del pequeño rubio, mi corazón giraba al unísono, el pánico comenzaba a apoderarse de todo lo que dentro de mi vivía y me hacía sentir un calor que subía y bajaba por todo mi cuerpo, tornándose frío durante el viaje. Tras la disputa matutina que tuvimos Jimin y yo, preferí no seguirle durante el resto del día ni ir a ver qué diablos era lo que hacía o decía en la declaración de... mi caso, pero cuando este se acercaba a casa, un terror invadió mi cuerpo, sabía que la cercanía era totalmente necesaria e inevitable puesto que en aquél momento y convenientemente, nos habíamos convertido en vecinos temporales y yo había optado por quedarme en casa simplemente para esperar a que él llegara; antes de poder siquiera observarlo estacionarse corrí a apagar todas las luces que pudiesen encontrarse prendidas y a cerrar debidamente la puerta mientras evitaba hacer ruido alguno, temía que si él me veía en aquella casa nuevamente y por alguna razón debíamos cruzarnos, la charla sería sumamente incómoda e incluso podíamos tener una nueva disputa como la que esa misma mañana había ocurrido, por lo tanto preferí por mucho el fingir que no había nadie en casa y mantenerme encerrado las pocas horas que me restaban.

Las cosas cambiaron cuando mi pequeño rubio llegó; estacionó bruscamente su auto y tiró la puerta, dando un estruendoso portazo que me hizo brincar del pequeño espacio de cortina por el que lo estaba observando, y por suerte este se encontraba demasiado centrado en una calurosa llamada telefónica como para notar el detalle de mi persiana tomando vida propia. Jimin le gritaba ferozmente al teléfono, como si quisiera atravesarlo y golpear a la persona que se encontraba del otro lado de la línea, una verdadera lástima fue que no pude distinguir todo lo que él iba diciendo pues incluso su molestia fue tanta que le costaba encontrar el orificio donde meter la llave que abriría la puerta de su casa, obligandolo a mantenerse unos tortuosos minutos discutiendo simplemente en el umbral de la entrada a su casa.

Cuando Jimin entró debidamente a su hogar no sin antes dar un tirón igual o peor que el de su auto a la puerta de la vivienda, continuó gritando y vociferando insulto tras insulto al pequeño dispositivo móvil que aferraba con fuerza a su mano, como si tratara de contener el lanzarlo contra la pared; fue entonces cuando pude percatarme de lo delgadas y unidas que estaban las paredes de las casas de aquél vecindario, puesto que con solo colocar mi cabeza junto a esta, podía distinguir con claridad las palabras que Jimin le gritaba a un tal "Tae".

-Sí Tae, solo necesito eso de ti, mira ni siquiera vas a perder tanto tiempo, solo te pido que viajes desde Busan a Seoul y digas que ese día yo estaba cont...¿pero por qué?, ¡no te cuesta una mierda y solo es un simple favor! -¡Solo te estoy pidiendo un jodido favor, hijo de puta!... no puedo creer que me estés haciendo esto, ¿acaso no recuerdas todas las malditas veces que yo te ayudé con... ¡pues parece que lo hayas olvidado imbécil, nunca puedes hacer una mierda por mí, poco a poco llenas mi jodida paciencia, si te tuviera de frente justo ahora... quiero que sepas que sea como sea, irán a buscarte porque les he dado tu nombre y dirección. -¡Pero..!, ¡este imbécil me ha colgado!, ¿¡quién mierda se ha creído que es?!

Un golpe seco rompió el hilo de aquella conversación y por dentro supe que el teléfono celular de Jimin probablemente no funcionaría más.

La ira es uno de los principales problemas que las personas tienen, pues siempre dejan que esta los domine, y Jimin a pesar de ser un chico excelente en muchísimos aspectos, jamás supo controlarla; ese día después de la conversación no pude separarme de aquella pared. Observé durante toda la tarde los viejos recuerdos que aún seguían envueltos en aquél cartón que comenzaba a generar unas muy delgadas pero notables capas de polvo, todos aquellos recuerdos que por más que así lo deseara, me duraría muy poco su estancia material y tangible frente a mi; dentro de poco Astaroth llegaría en mi búsqueda y me volvería a encerrar en aquél maldito lugar por la eternidad. La vida después de todo es un intercambio y al parecer, aunque no me lo esperaba de esa forma, la muerte también lo es; me pedían llevarme un alma para poder ser libre, para dejar de atormentarme, pero; ¿cómo sería libre y dejaría de atormentarme si no hubiese podido despedirme aunque fuera de la burda manera que lo hice de la persona que más amé tanto en vida como en muerte?

Las horas pasaban y el atardecer cayó sobre mi cabeza cual ola en pleno tsunami, nunca imaginé que el silencio y la obscuridad fueran realmente tan atormentantes y desesperantes hasta ese día, cuando realmente todo lo que restó de tarde lo único que pude fue escuchar aquellas pisadas de Jimin recorriendo sutilmente toda su casa en busca de una cosa u otra y aquél traqueteo que sus huesos generaban que siempre sonaba tan...familiar. 

No sabía qué diablos haría, pero sabía que quizá el caso y la investigación que generaron tras mi muerte ayudaría en aquello que debía hacer; el miedo persistía frente a mis narices y arrasaba de a poco con mis esperanzas de volver a tener a Jimin sin el profundo temor a que gracias a la molestia que le generaron mis cuestionamientos de aquél mismo día, ahora se comportase totalmente distinto conmigo y distorsionara los bellos recuerdos que a su lado había generado; así que sí, a partir de ahora comenzaría a actuar por mi cuenta con el afán de cuidar mi mente e indirectamente cuidar a mi rubio pequeñito que de vez en cuando solía ser una fiera.

Inquieto, sudoroso y con millones de ansias fueron las únicas sensaciones que a mi cuerpo arribaron aquella noche, todo era confuso puesto que a pesar de haber tratado de formar delicada y cautelosamente un plan dentro de mi cabeza, el cual no tuviera espacio para fallas, ni siquiera sabía lo que ocurriría, ni si las cosas sería como yo pensaba o vería a las personas que esperaba ver; quizá aquello sería imposible y todo en realidad iba a ser una jugarreta mental para mí; teniendo que deshacer todo mi plan al instante en que pusiera un pie fuera de mi nuevo hogar, pero fuese lo que fuese sabía que estaba decidido a encontrar una respuesta y esa idea nadie podría sacármela de la cabeza.

Aquél sueño fue tortuoso pues a pesar de saber que lo necesitaba, la voz en mi cabeza viviía recordándome que aquél no era mi cuerpo, aquella no era mi cama y para colmo, aquella no era mi vida; ¿dónde estaría el alma de aquél joven al que solía pertenecerle este cuerpo?, ¿a caso sería de aquellos incrédulos que juegan con la magia o deciden venderle su alma al diablo o cualquier otro demonio a la espera de que no les suceda nada?; miles y miles de preguntas deambulando y chocando unas con otras hasta que por fin la tregua entre Morfeo y este cuerpo mortal cesó, tomándome entre sus brazos y llevándome a un lugar desconocido del cual al día de hoy, no recuerdo nada.  

36:21:55

Who? • Kookmin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora