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Verlo nuevamente me dejó en shock, aunque al mismo tiempo me llenaba de esperanza. Sabía que una encrucijada se encontraba ahí, justo frente a mis ojos entrando por la puerta a la casa de al lado; mi anterior y más profundo flechazo ahora proclamándose como simplemente mi vecino, supe que debía dejar todo esto un poco de lado al percatarme que el verdadera dilema que en esos momentos a mi cabeza atormentaba era: ¿qué haría ahora?

Mi tiempo cada vez era más reducido y el reloj de muñeca que llevaba atado a mí desde que volví a despertar en este mundo me lo recordaba a cada paso que daba; jugar con Astaroth era un error y por eso el no acatar la única orden que me dio sería condenarme a algo incluso peor que la muerte.

Mis pensamientos me consumieron unos minutos hasta que pude volver a mi realidad, en la cual me encontraba solo en aquella enorme y lujosa casa con cientos de cajas rodeándome, todas a la espera de que las tocara y que quizá dentro de ellas encontrara lo que necesitaba para salir de la inmundicia que el limbo comenzaba a representar para mí; merodeé entre ellas buscando algo que me llamara la atención pero todo parecía tan superficial que era como si me gritase que nada de lo que se encontraba allí me haría dar con la respuesta que verdaderamente necesitaba. Moví algunas, y desesperado lancé furioso otras, hasta que  una de las grandes cajas que cayó contra el piso realizando un gran estruendo, salieron llamando totalmente mi atención tres paquetes rellenos de fotos Polaroid. Cada uno tenía un nombre escrito por sobre de ellos: "Mingyu", "Yugyeom" y "Jimin". 

Todas las fotos eran sumamente importantes no sólo para él, sino para su investigación; fue por esto que decidió comenzar a observarlas en el mismo orden en el que estas salieron. Mingyu y Yugyeom eran los mejores amigos de Jeongguk pues se conocieron en el colegio, yendo a la misma aula y con sólo hablarse unas cuantas veces supieron que sus vidas estaban destinadas a ir por un mismo camino. Crecieron juntos siempre compartiendo buenas experiencias; las risas, las travesuras y todas aquellas cosas que se quedaron por siempre en las mentes de los tres muchachos, fue cuando Yugyeom le quitó la novia a Mingyu que estos tuvieron una gran pelea y entre todo el embrollo, Kook decidió ponerse del lado de Yugyeom; en ese momento el rencor y el sentimiento de una profunda traición no les permitió avanzar con aquella bella relación amistosa y desde entonces Mingyu y Jeongguk sólo compartieron acaloradas discusiones al enfrentarse y ciertas miradas de odio al sus vidas ser cruzadas por azares del destino; nada más. Los puntos suspensivos no existieron para enmendar esa amistad rota por un error de juventud. La tristeza invadió al castaño al tomar entre sus manos las fotos en las que se mostraban tan felices pero supo que esa amistad jamás podría volver a surgir, pues a pesar de él encontrarse respirando el lóbrego aire que aquella gran sala le proporcionaba, su tiempo en aquel mundo debido a circunstancias que él hasta ese momento desconocía, había llegado a su fin. 

Lanzando nuevamente las fotos de sus amigos a su lugar de origen, tomó el sobre que más fotografías contenía y lo abrió delicadamente para evitar lastimar los recuerdos plasmados en estas. Al abrirlo lo primero que logró ver fueron los cachetes de Jimin enalteciéndose con sus ojos totalmente cerrados, las enormes perlas blancas que llevaba por dientes lucían resplandecientes ante el flash de la pequeña instax; pero más que nada se podía notar el sentimiento, la felicidad que Jimin tenía y transmitía a todos a su alrededor al momento de aquella foto era tan amena y sincera que incluso hizo que Jeongguk sonriera con una lágrima amenazando con caer sobre la fotografía. Esa foto era uno de los tantos recuerdos que juntos guardaban de la inauguración del Tokyo Disney Resort, donde Kookie tuvo que cederle al pequeño y risueño rubio su gorra sólo para que este le colocara un gorrito de Mickey. Ese día durmieron juntos y abrazados a pesar de que Jeongguk en ningún momento pudo conciliar el sueño.

Un sólo pensamiento estaba en su cabeza al tener los grandes y relucientes labios de Jimin reposando frente a su rostro: ¡Bésalo!. Su corazón gritaba aturdidor pero la razón no le dejaba actuar de forma correcta, y fue entonces cuando Jimin despertó puesto que necesitaba ir al baño. Jeongguk cerró los ojos en un vano intento de disimular esta incómoda y comprometedora situación, aunque fue el nerviosismo que hacía que sus manos no pararan de temblar lo que hizo que Jimin se diera cuenta de lo que ocurría con el sueño del chico y simplemente riera discreto, siendo cómplice en aquél íntimo momento.

Who? • Kookmin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora