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-Señor, ¿se encuentra usted bien?, le he dicho que en qué puedo ayudarle.- Un tanto irritado Jimin me repitió la pregunta.

-N...no, creo que me he equivocado de edificio.- Y entonces huí.

¿Qué me pasaba?, ¿por qué no simplemente hablaba como una persona normal descifraba eso que necesitaba?, de todas formas lo peor que me podía haber pasado ya había sucedido, pues me encontraba con un pie en el mundo de los vivos pero todo mi maldito cuerpo en el mundo de los muertos, suplantando una identidad, jugando con la vida y la muerte como si de una ida al parque se tratase. No era justo para nadie la situación en la que yo me encontraba, y muchos menos para Jimin, que por el color de sus ojos y la humedad que estos reflejaban se notaba a leguas que no la estaba pasando nada bien.

Estando afuera de aquel imponente edificio lo único que pude hacer fue sostenerme de la pared en un burdo intento por no caer rotundamente al suelo por segunda vez en el día. Respiré hasta que creí haberme repuesto del acaloramiento que ver a Jimin nuevamente me había llenado el cuerpo y seguí la marcha. 

Derecha, izquierda, derecha, izquierda, izquierd...

No tenía ni idea de a dónde iba, no tenía idea de a qué consultar; sabía que necesitaba una respuesta y que mi tiempo corría, que este no se detendría por más que estuviese en crisis sin saber que diablos hacer, sólo caminando a un ritmo discontinuo logré percatarme de lo que debía hacer, definitivamente sabía que no quería, pero si necesitaba hallar la respuesta a mi problemática, ese lugar sería mi máxima fuente de respuestas; mi casa.

Aceleré empujando a unos cuantos, y de entre la multitud pude distinguir a unos cuantos rostros que anteriormente me hubiesen sonreído calidamente mientras corrían a estrecharme entre sus brazos pero que justo ahora ya no lo hacían más. Sentí demasiada nostalgia, solo me volví capaz de agachar la cabeza para dejar centrarme en eso pensamientos definitivamente me alejaban de mi misión. La misión de... matar.

Subir aquel edificio nuevamente me colmaba de recuerdos, e imágenes que a pesar de haber muerto y reencarnado, nunca se borrarían de mi memoria, dejando un maldito agujero negro que cada día podía más conmigo. Tomé el pomo de la puerta y la mano comenzó a temblarme al escuchar voces dentro de aquel sitio; era un hombre y una mujer que charlaban amenamente de el clima que hacía ese día. Pronto me congelé y no supe cómo reaccionar, pues al parecer no me percaté que tras esa puerta había un mar de gente, ayudantes al parecer pues aquellos dos definitivamente se estaban mudando.

Una persona cuerda no se mudaría a un lugar donde recién asesinaron a sangre fría a un joven; ¿se imaginan los sustos que se llevarían constantemente?, últimamente la gente no confía en ese tipo de casa pues siempre se corre el riesgo de que la persona que antes habitaba ahí, reencarne y venga a por ti. Yo creo que esas más que nada son tonterías y supersticiones. 

-¿Te puedo ayudar en algo? -Pronunció fuerte y decididamente un hombre de estatura inferior a la mía aunque visiblemente muy fornido. Seguro era el jefe de todas las personas que ayudaban con la mudanza de los dos desconocidos que ocupaban mi viejo hogar.

En ese segundo no supe qué contestar y simplemente me quedé ahí, pasmado observando a aquel hombre de pies a cabeza como si viniese de otro planeta a pesar de que su rostro se mostrara cada vez más descontento debido al arrebato temporal que mi espontánea charla de silencio le estaba ocasionando, pero yo sabía bien que no podía dejar de mirarlo; no podía desconectar mi mirada de la suya hasta que mi cerebro que en ese momento se encontraba corriendo a toda velocidad, encontrase una excusa para decirle y que me dejara entrar y hurgar en todo los paquetes que se llevarían a algún lugar desconocido. Esos que se resguardaban mis pertenencias más valiosas e incluso, mis secretos más profundos.

-Eh... emm, soy el primo de Jeongguk, el chico que vivía aquí y... sus padres me han mandado por sus pertenencias; es que se encuentran verdaderamente destrozados por la pérdida que han sufrido. Ya sabe cómo son estas cosas...-Aquel hombre pudo ver cómo mi rostro palidecía ante tal mentira, definitivamente supe que no me creía y que esta vez tendría que decir algo más convincente si necesitaba que me dejara tomar todo eso tan sencillamente. Sus ojos se entrecerraron y su miraba viajó desde la primer punta de mis cabellos hasta mis pies, haciéndome sentir mil veces más intimidado y aterrado de lo que ya me encontraba. Sus ojos pasaron de estar casi cerrados por completo a abrirse como platos; realmente parecía que algo le había asustado y de forma repentina dijo:

-Claro chico, ¿tienes una identificación o algo?, nos estábamos llevando todo esto al basurero pero si te apetece llevárselo a los padres de tu primo, creo que no tengo problema con ello. Los policías nos dijeron que por lástima nadie había ido a ver el cuerpo de ese pobre y lo lamento. Entiendo cuando difíciles se pueden poner estas situaciones para una familia.-Sus ojos comenzaron a ponerse rojos y amenazaron con llorar al igual que el cielo en esos momentos amenazaba con llover.-Hace poco murió mi tío y mi madre...

Me hubiese quedado a charlar con aquel afligido hombre pero mi tiempo se agotaba como arena corriendo por mis dedos; debía actuar rápido o no conseguiría mi cometido; quedándome en ese tormentoso lugar por toda la maldita eternidad. Asentí a forma de dar gracias y dejándolo con la palabra en la boca, caminé a toda velocidad hasta el camión que se encontraba justo frente a la puerta de entrada del edificio, me percaté que solo se encontraba un hombre montado en él el cual hablaba por radio con el que supongo era su jefe, el cual le daba la orden de entregarme las pertenencias que ahí se encontraban.

 -Oye chico, necesito que me des una dirección o se te caerán los brazos de cargar todas estas cajas por la calle; ¿dónde vives? -En ese momento sentí como toda la angustia que antes poseía, se volvía a acumular en mi cuerpo, y a pesar de que este dolor me reconfortara al recordarme que aún seguía vivo, me carcomía la culpa de estarme adueñando de una vida que definitivamente no me pertenecía. Me toqué los bolsillos en busca de la respuesta que aquél hombre esperaba, y la que de igual forma yo esperaba, al no hallar ninguna cartera en los bolsillos frontales de mi pantalón, aquellas manos extrañas que ahora me pertenecían comenzaron a sudar mientras poco a poco los temblores se adueñaban de mi juicio.

La salvación llegó en el momento en que el roce de mis dedos inundados de miedo anunció la presencia de un teléfono celular en mi bolsillo trasero. El cual sacaron velozmente al tratar de actuar con naturalidad y desbloquearon agradeciendo al cielo que no tuviese clave. 

"10 minutos para llegar a casa" anunciaba la pantalla, y al hacer click en esta, una dirección resplandeciente que me devolvió la esperanza fue lo primero en mostrarse. El hombre que esperaba ansiosamente me miró y sonrió al anunciar que mi hogar se encontraba verdaderamente cerca de aquél sitio que tantas noches mi cobijó; se ofreció de igual manera a dejarme a mí también en casa lo cual yo acepté y agradecí profundamente el hecho de que todo el tiempo que estuve esperando que vaciaran mi casa y llenaran el camión con cajas, así como el que estuve en el asiento de copiloto de aquel hombre, no naciese siquiera un índice de conversación. Esto me evitó de tener que seguir inventando mentiras al tratar de dar una explicación sobre una vida que definitivamente no era la mía. 

Al bajarme, chico sacó todas las cajas del camión dejándolas en la acera frente a lo que lucía como una casa habitada y bonita; mi nueva casa. Se retiró muy rápidamente pues debía seguir con el trabajo de la pareja de inquilinos que a 10 minutos de allí se encontraban, así que cuando estaba listo para agradecerle todo lo que acaba de hacer por mí, mis palabras quedaron flotando en el aire ya que este se había retirado sin aviso previo.

El aire comenzó a volverse pesado el cielo se cerraba mostrándose gris y furioso a mi paso. Definitivamente la lluvia se encontraba con la decisión tomada de arruinar por completo mi día de investigación; aunque no me importó del todo puesto que ya tenía mucho material por el cual comenzar, ya tenía un hogar en el que refugiarme y por supuesto, un teléfono celular con el cual comunicarme. 

Me acerqué a paso sigiloso a la gran e imponente puerta de madera tallada, la cual poseía figuras de caballos corriendo y un gran e intimidante oso que abría su boca mostrando los dientes a la llegada de cualquier ser extraño a ese hogar. Tomé el pomo y con cuidado lo giré, pero pude notar que sería esto mucho más complicado de lo que esperaba, pues esta puerta descansaba en búsqueda de una llave. Llave que definitivamente yo no poseía.

¿Por qué no se me avisó que esto sería tan jodidamente complicado?

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Who? • Kookmin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora