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Amarillo, rojo, azul y olor a sol. El sonido de la cafetera extasiando mis oídos y la frescura del piso repicando contra las plantas de mis pies.
Nunca fue la mejor de las vidas, pero aunque no lo crean, yo la amaba.
Estuve solo desde hace un tiempo, y no era que lo necesitase, pero me sentía cómodo sentado a mi lado, viendo un amanecer conmigo mismo, viviendo. Por las mañanas todo era bueno; despertaba temprano cada día para poder ver con qué delicioso color el cielo deleitaría mis ojos, o qué canto los pájaros me iban a regalar; esas eran unas de las muchas ventajas de vivir en un 4to piso, el amanecer.
Un café caliente con un poco de leche. Un baño con agua tibia. Una revisión rápida a todas las tareas que el día ofrecía para mí y estaba listo.
Al ir al trabajo, bajaba corriendo las escaleras con la energía de cada mañana, tomaba mi bicicleta y me dirigía hacia allá, adoraba esa bicicleta, pues fue lo primero con compré con la paga de mi propio empleo, era azul, del color del cielo, tenía una canasta color blanca donde podía poner lo que necesitara llevar al trabajo ese día; y también disponía de un timbre color plata.
Al llegar saludaba a todos, pero en especial a Jimin, él era mi mejor amigo, y le contaba como me había ido toda la tarde anterior al salir del trabajo. Cada tarde nos dirigíamos al "Station 58" y pedíamos una rebanada de flan y un licuado de fresa con doble espuma, pues el día que lo conocía (cuando de verdad lo conocí, no que sólo lo ví en el trabajo), ambos estábamos ahí pidiendo lo mismo.
La espera a la salida de allí siempre era corta, pues para mí, mi trabajo era increíble, era diseñador gráfico para una marca conocida, y dejando a un lado el hecho de que mis compañeros eran gente increíblemente agradable, mi sueldo era muy bueno; el trabajo nunca se volvió pesado con su compañía.

Llegaba a mi casa sintiendo mi cuerpo completamente lleno de energía y preparaba una de las deliciosas recetas que mi madre en algún momento me había mostrado; sentado en la pequeña mesa que adornaba mi sala dejaba que aquellos sabores hicieran su explosión dentro de mi boca y deleitaran mi paladar con el toque único que cada uno poseía. Al término dejaba que el agua corriera por mis manos y dejando todo lo usado limpio, procedía a darme una ducha. 

Mi parte favorita del día era aquella; cerrar las ojos, recordar todo, escuchar el agua correr por mi cuerpo y aquellas sensaciones de frío y calor que sedaban mi cuerpo, dándome paz y haciéndome sentirme listo para lo que viniera. Nunca fui un chico demasiado tímido pero tampoco demasiado aventurado y yo estaba con eso; una buena vida me esperaba. 

Cuando salí de la preparatoria fui aceptado en la universidad tras toda la presión que el Suneung* hizo sobre mi pero la muerte de mis padres hizo que la perspectiva del estudio y de la vida que antes poseía, cambiara por completo. Pude superar las cosas rápido gracias al apoyo que las personas que me rodeaban me brindaron y tuve que salir de la universidad que por tanto tiempo deseé para conseguir un trabajo ya que a veces los gastos eran demasiados para sostener yo solo. A pesar de no haber concluido mis estudios en diseño gráfico y artes, muchas empresas trataron de pelear por mi; sabía que era una persona talentosa pero no imaginaba que mi anónimo trabajo publicado causara ese revuelo en grandes empresarios; mucho menos del dueño de la Corporación Wang. 

Necesitaba ese trabajo y no sólo para subsistir; aquel gran monto de dinero que mes con mes rellenaba mi cuenta bancaria me alcanzaba para ahorrar y que cada vez estuviera más cerca de mi sueño de viajar y compartir el diseño por todo el mundo; los colores, el arte, las aspiraciones y todo lo que me componía.

La perfecta sincronía de mi cuerpo al salir de aquella ducha vapororizante y mi reflejo empañado en el espejo del baño. Esperaba pacientemente a que la noche y el bullicio que esta traía consigo cayera abrumador sobre mi cabeza, inundando la ciudad de luz de luna y un frío muy poco incómodo, uno que era tan satisfactorio que motivaba a muchos a abandonar sus hogares, permitiendo que los mirase expectantes desde mi ventana, diseñando, planeando, o simplemente observando hasta que los brazos de Morfeo decidieran abrazarme fuertes; rendido por el sueño en cualquier rincón de la habitación con las cortinas vacilantes de aquella ventana abierta que poco me preocupaba. El ruido poco a poco disminuían y con él, el ritmo de mi respiración agitada y la visión que mis ojos tenían del entorno que me rodeaba. El único capaz de irrumpir en mis castaños oscelos y regocijarse recorriendo todo mi cuerpo era el sol; el que me avisaba que otro día debía comenzar. 

Cada día, cada noche, todo el tiempo sabía mantener esa sincronía no sólo con mi ser, sino con mi entorno. Encontrarme a mi mismo me hacía tener una de las más grandes motivaciones diarias, pero me gustaba encontrarme en otras personas...adoraba encontrarme en Jimin. Así era día tras día siempre sin olvidar mi progreso y mi motivo; siempre sin olvidar mi motivación de vida. 

Llegue a pensar que mi vida era perfecta hasta ese día, y de verdad sigo sin poder creerlo, pues comenzó como cualquier otro; al volver del trabajo me encontraba exhausto, me recosté un momento y desperté pues escuché pisadas en mi departamento.
La verdad, todo indicaba que era Jimin, sus torpes pisadas, el traqueteo de sus huesos, el sonido que algunas veces producía su dulce pestañeo...todo eso que me hacía sentir anonadado con su presencia; todo lo que nunca le dije.
Salí de la cama y me puse unos calcetines blancos que estaban tirados junto a un bulto de ropa, al lado de mi mesa de noche; y seguido de eso, me paré estirándome de la cama. No me importaba una lesión o algo parecido, pues mi piso de madera era completamente liso y no lastimaba al caminar sin zapatos. Salí a la sala y no había nadie, ni siquiera el rastro de que alguna persona hubiese estado allí, así que llegué a pensar que quizá esos ruidos eran producto de mi imaginación; tal vez era un ruido de la calle, a lo mejor los vecinos que usualmente era muy ruidosos a esas horas; pero no, no era nada de eso. 

¿Saben?, cuando oyes un ruido así en tu casa, debes entender que el mantenerte alerta puede salvar tu vida; es una lástima que no salvara la mía, pues puedo asegurar que el cañón de pistola que sentí en la nuca no era para nada parte de mi imaginación.

-¿Quién eres?
-Tú lo sabes. -Su voz sonaba distorsionada, como si llevase una máquina para ello dentro de el pasamontañas que divisé por el reflejo de una ventana. -Y de verdad, espero que puedas perdonarme.
-Pe...¿perdonarte?, ¿por qué debería per... -Su mano comenzó a temblar hecha un manojo de nervios, al igual que mi voz, pero el disparo se encargó de dar por terminada la sesión nerviosa y de igual forma, la corta conversación que tuvimos; o pudimos tener.

Estando aquí me dí cuenta que la vida puede cambiarte en un segundo. Que tal vez debas cuestionarte más las cosas para saber que verdaderamente lo tienes todo bajo control, y que incluso lo que más amas, se va tan fácil como llega. Sobre todo y lo que más me ha rondado por la cabeza desde que caí en este abismo sin retorno y que jamás deja de dar vueltas, es que no debes confiar en todo el mundo.

Muy pocos sabían la ubicación de la copia de seguridad de la llave de mi casa, así como muy pocos tendrían la osadía o los motivos suficientes para hacerme eso a mí, alguien que por tantos años trató de darle su mejor faz a las personas con las que interactuaba y nunca cometió actos de mala fe.

No saben cómo quisiera volver el tiempo atrás, quizá pude ser una mejor alguien mejor, quizá pude haber ayudado más a los demás, quizá pude haber estado más cuando necesitaban de mí, quizá pude haber disfrutado más mi último día, si tan solo me hubiesen avisado que sería el último, quizá...
Pero ahora, gracias a ti, desconocido, no tengo nada; ni quizá ni mucho menos un después, no tengo nada más que mi cadáver tirado en un sala con otros desconocidos poniéndole una manta encima, y un frío sobre mí que no te imaginas cómo cala los huesos y como duele. Pero no sólo es dolor físico, es dolor en la mente, es dolor en el alma. Como si repentinamente mi cuerpo se estuviese vaciando... y puede que así sea.

~
Dany's Notes

*El Suneung es el día donde todos los jóvenes en Corea del Sur hacen examen para ser admitidos en las universidades. Todos en el país deben guardar silencio y se les da prioridad a los estudiantes en todos los aspectos. Tiende a realizarse en noviembre. 
Hola, soy su escritora y me voy a estar pasando de vez en cuando por aquí a dejarles notitas. Disfruten esto, xoxo.


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