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Muchas personas suelen preferir cerrar sus cortinas o bloquear de alguna forma sus ventanas antes de ir a dormir, pues piensan que el sol entrando por estas al comenzar a caer la mañana es insoportable; Jimin y yo siempre fuimos muy apegados a la idea de que despertar en cuanto el día lo hace es mucho mejor, el beso del sol era el perfecto incentivo para comenzar pues aparte de tener muchas más oportunidades de cosas por hacer y aprovechar más las horas, tiendes a ser más productivo (o algo así habíamos leído en Internet). Usualmente Jimin despertaba primero, me dejaba algo delicioso para que desayunara en cuanto despertara y se marchaba antes de que pudiera siquiera decirle "buenos días"; la mayoría de veces que dormíamos juntos era así y a pesar de tener una sensación grata al rememorar los recuerdos de la noche o del día anterior, quedaba cierto remordimiento dentro de mi; algo de culpa se arraigaba en mi corazón por no poder verlo al despertarme y recordarle lo maravilloso que había estado la noche anterior, pero sobretodo se quedaban dentro de mi algo de ganas; de ganas de abrir mis ojos y que lo primero que estos vieran fuera a un pequeño rubio con el pelo desordenado, acurrucado contra mi pecho con sus brazos rodeando mi cintura, sus hermosos labios hinchados que simplemente me incitaban a que los devorara y aquellos ojos esmeralda abriéndose lentamente para dejar entrar la bienvenida solar matutina que a ambos nos esperaba. Mi deseo a pesar de haber sido esperado con tantas ganas y suplicado tantas veces, jamás se cumplió, Jimin constantemente huía de mi o inventaba cualquier excusa para marcharse cuanto antes de mi casa, tal parecía que le asqueaba de vez en cuando la idea de haber estado conmigo de esa manera; constantemente le veía tras esas situaciones horas después en el trabajo o por la calle y él actuaba como si nada hubiese ocurrido, obligándonos a repetir aquél desagradable y al mismo tiempo placentero patrón. 

Tuve que morir quizá para poder vivir un momento así de bello como el que en mi cabeza tantas veces había recreado de tenerle cerca y poderlo mirar lleno de paz al despertar, sentí como si de pronto me mudara a las nubes y despertara al lado de un ángel; uno muy pequeñito y tierno de nombre Jimin. Había perdido ya mucho tiempo, sabía que me sería prácticamente imposible ya completar la misión que Astaroth me había puesto, pero definitivamente no me arrepentía de nada, cada maldito segundo en el lugar al que aquél demonio me mandara estaría bien, pues ahora podía atesorar este gran recuerdo por toda la eternidad, eso nada ni nadie me lo quitaría.

Jimin abrió sus ojos mientras yo me encontraba consumido por mis pensamientos, trataba de hallar un plan para darle respuesta a todas las interrogantes que necesitaba resolver y que por tanto tiempo me atormentaron pero simplemente los cabos sueltos se ocultaban de mi vista como si fuesen chinches; no sabía siquiera por donde empezar y para esos momentos casi la mitad de mi tiempo había sido consumido en cosas que definitivamente no contribuían a nada más que a mi propio placer y a los recuerdos futuros que mi cabeza albergaría; quizá sí merecía estar en aquél lugar del limbo que ahora ocupaba, pues hacía cosas simple y exclusivamente para mi bien personal. Una sonrisa y un cuerpo removiéndose debajo del mío me hicieron salir huyendo de aquellos pensamientos y centrar ahora mi atención en un nuevo foco; los ojos llenos de duda de Jimin me miraban como si trataran de colarse dentro de mi cabeza y descifrar mis pensamientos, su sonrisa simplemente hizo que todo aquello que en ese momento me atormentaba desapareciera de la nada al momento; su mirada y la mía se cruzaron aquella mañana y decidí que por siempre deseaba quedarme en ese lugar, sentirme pleno mientras aquellas esmeraldas delineaban con delicadeza el contorno de mi rostro y mis ojos simplemente podían posarse en sus rosados y redondos labios que cada vez que los veía, lucían más hinchados y entreabiertos aún. 

-Haré el desayuno. -Jimin decidido a levantarse se soltó de mi agarre y giró su cuerpo en dirección al otro lado de la cama, se inclinó hasta tomar asiento pero mi mano le detuvo y lo volvió a halar hacia mi.  

Who? • Kookmin •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora