Capítulo 1.

2.8K 152 16
                                    

Luhan se despierta con el sonido del silencio. Abre los ojos tras su ritual de esperar diecisiete segundos y contempla el techo. Aguza el oído. Nada. Luhan muere un poco por dentro. Pero de algún modo, consigue levantarse.
Nota que la habitación huele extraño; es porque hace demasiado calor. Baja un poco la calefacción (tal vez vaya a sentir frío luego, pero prefiere eso al calor). Es casi la una de la tarde. Luhan se pone unos bóxers limpios, tiembla cuando el frío dobladillo toca su piel, y finalmente deja la camiseta que tenía pensado usar en su cama deshecha. Se siente con demasiado calor como para ponerse nada más.
Son los primeros días de junio ya. El clima había estado horrible durante las semanas pasadas, mas hacía un par de días que se había puesto muy caluroso y soleado. Pero Luhan siempre es lento y no ha bajado la calefacción todavía. Su casa está ardiendo. Corrección: no lo está. Parece estarlo.
Luhan abre la puerta de su habitación (por más que viva solo, odia dormir con la puerta abierta) y sale. Sus pies se pegan un poco a las escaleras cuando va hacia el piso de abajo. En la cocina también hace mucho calor, pero Luhan decide abrir la ventana. Los pájaros están cantando en el jardín pero no les presta mucha atención.
Come un desayuno/almuerzo liviano sólo porque está acostumbrado, no porque en realidad tenga hambre. La una y media. Luhan enciende la televisión para mirar su programa favorito. Jamás ha entendido de qué se trata porque está en inglés, y él ya no asiste a la escuela ni habla inglés, pero le gusta.
El presentador tiene un rostro gracioso, y ver a la gente riendo distrae a Luhan; es casi entretenido. Las comisuras de sus labios suben una o dos veces. Hoy será un buen día, aparentemente. El presentador está en forma: sus chistes son un poco mejores de lo normal. Y los candidatos parecen un poco más inteligentes, de alguna manera. Eso es excepcional.
Luhan comienza a aburrirse tras ver la tele por media hora. Presiona el botón rojo en el control remoto y se pone de pie. Camina como un zombi, sin rumbo, y colapsa en una silla frente a la primera pantalla que encuentra: su computadora.
Navega por internet un rato antes de que su jugo de naranja comience a comunicarse con su tocino y sus huevos, y toda su comida decida que quiere ver el cielo y respirar aire fresco; en pocas palabras, quiere salir. Luhan se precipita hacia el baño y vomita en el inodoro. Jala la cadena y bebe un poco de agua antes de regresar frente a su computadora.
Mira videos. Lee historias. Escribe un poco. Se desplaza por páginas web azules y verdes. Mira videos. Ríe con su cuerpo pero no con su corazón. Mira videos.
A eso de las cinco, su estómago gruñe (suena enojado, piensa; después de todo, hoy se vio desprovisto de comida). Se pone renuentemente de pie y toma unas galletas de la cocina. Pero se da cuenta de que ha cometido nuevamente el mismo error en el supermercado: ha comprado las de avellana en vez de las de coco. Maldice, porque las galletas son lo que usualmente ilumina sus días, y se arrastra de vuelta a su habitación.
Camina frente el espejo y se detiene. Parpadea. No había visto su reflejo en... cuatro, cinco días; tal vez una semana. Observa a un muchacho de aspecto cansado sosteniendo una caja de galletas de avellana y masticando un pedazo de una de ellas; se observa a sí mismo. Bueno, observa al muchacho, quien lo observa a él.
Básicamente, Luhan no es atractivo. Al menos eso piensa él. No es alto, no tiene músculos y, de hecho, es delgado. Tiene cabello rubio y ojos cafés que parecen negros. Su piel es pálida y sus labios rosados, pero los muerde cuando está aburrido (o sea, la mayor parte del tiempo), así que hay unas diminutas costras allí. Las bolsas bajo sus ojos no fueron causadas por la falta de sueño, sino por la inmensa cantidad de tiempo que pasa frente a pantallas.
Luhan se mira el estómago. Su ombligo es una de las pocas cosas que le gustan de su cuerpo. Mira hacia abajo otra vez. Sus bóxers son muy largos. Sus piernas son muy delgadas y sus rodillas son feas, porque de niño se solía caer siempre, raspándolas contra el suelo.
Luhan se aleja del espejo, comiendo su desagradable galleta. No odia su apariencia, pero tampoco le gusta. De hecho, le habría gustado ser más alto, tener ojos azules y manos menos pequeñas, pero bueno. Está bien.
Traga el bocado. Cuando se sienta de vuelta, su silla con ruedas sigue tibia. Luhan se mueve un poco, inquieto. Decide ver el primer episodio de una serie. Lo mira, y mientras tanto dibuja cien circulitos en un papel, sin ver. A la mitad del tercer episodio se da cuenta de que no le gusta la serie para nada, así que se detiene.
Las siete y diez. Luhan todavía tiene tiempo, pero el día ha estado muy caluroso, así que va hacia el baño llevando ropa limpia con él. Cuando ya ha terminado de ducharse, lanza su botella vacía de shampoo en el basurero y se da cuenta que ha olvidado llevar bóxers limpios, así que no puede vestirse y tiene que regresar a su habitación desnudo; al final, llevar la ropa limpia con él había sido en vano. Toma el primer calzoncillo que encuentra y se viste.
(Un poco enfadado, porque cosas como esa hieren sus sentimientos. Luhan odia notar que ha hecho algo estúpido, algo inútil. Pero por supuesto que el problema de los bóxers no es algo importante, aunque sí un poco molesto.)
Luego se sienta frente a la computadora nuevamente. Espera. Mientras lo hace, su corazón comienza a latir un poco más rápido, porque son casi las ocho; lo que alegra sus días una vez a la semana está por ocurrir. Luhan está un poquito impaciente. Se muerde el labio inferior aunque sabe que está mal hacerlo, y espera.
Revisa que su ropa luzca bien (o limpia, al menos), se arregla el cabello y da un respiro. Observa su monitor, esperando a que los numeritos en la esquina inferior derecha se conviertan en 8:00.
7:57
7:58
Luhan da un respiro hondo.
7:59
8:00
Casi se sobresalta, como siempre, cuando la pequeña notificación de "Sehun está conectado" aparece en su pantalla. Su mano vuela hacia la webcam, la cual enciende al instante. Tiene un micrófono, también.

―Hola, Luhan-hyung ―oye. Una sonrisa se forma en sus labios.
―H-hola ―dice él, saludando levemente con la mano. La imagen de Sehun en la pantalla le devuelve el saludo. Sehun tiene cabello oscuro. Marrón, de hecho. Su tez es clara, y se lame los labios muy a menudo. Tiene una pequeña cicatriz en su mejilla derecha―. ¿Cómo estás? ―le pregunta.
―Bien, ¿y tú? ―responde Sehun. Luhan asiente, callado. Conoce a Sehun desde hace ocho meses ya; se conocieron por internet. Cada sábado a la noche se hablan usando la webcam. Sehun tiene dieciséis años y aún va a la secundaria, por eso sólo puede hacerlo durante los fines de semana. Por supuesto, se envían mensajes de texto también, pero es diferente.
Luhan ama hablar con Sehun porque, incluso aunque el chico sea cuatro años más joven, es maduro y gentil. Y tierno, además.
―¿Viste el nuevo episodio de Downtown Abbey? ―pregunta Luhan. El muchacho de cabello oscuro asiente con entusiasmo. Hablan sobre ello. Ríen. Luego, Sehun dice que leyó un post en Tumblr acerca de que el teaser del nuevo MV de su grupo favorito va a ser revelado esa misma noche. Taldean un poco.
Luhan le pregunta a Sehun si ha comido bien hoy y cómo le fue en su examen de matemáticas el día anterior. Genial. Le fue genial. Sólo dejó un ítem sin responder. Eso es bueno, está mejorando. Se alegra. Luhan se alegra por él.
―Oh, lo olvidé, ¡quería mostrarte algo! ―dice Sehun. Se levanta y agarra algo en su cuarto. Luhan sonríe y espera. Unos pocos segundos más tarde, el joven regresa sujetando una amplia hoja de papel. Es totalmente blanca.
―¿Qué es eso? ―le pregunta Luhan. Sehun da vuelta la hoja.
―¡TARÁAAAAAN! ―exclama. Los altavoces de la PC y la webcam crepitan; está gritando demasiado fuerte. Luhan ríe. Pero luego se congela. Abre su boca. Hay un dibujo en la hoja de Sehun. Y Luhan reconoce perfectamente su propio rostro, dibujado delicadamente con carboncillo. Se queda sin palabras. El dibujo es suave y ligero―. Hice esto en mi clase de dibujo el otro día ―continúa el chico; no parece notar el silencio de Luhan―. Sé que no es perfecto, pero... ¿te gusta?
Luhan traga.
―Es precioso, Sehun ―le dice―. Ni siquiera sé cómo lo has hecho, es mágico. Pero... ¿me has tomado una foto?
Sehun ríe.
―¡No! No lo hice ―responde. Luhan está incluso más impresionado. Aquello es maravilloso.
―Pero ¿cómo conseguiste hacer que... se parezca a mí? ―inquiere. Las mejillas de Sehun se ruborizan un poco.
―Te veo a menudo. Me conozco tu rostro de memoria, hyung ―contesta. Luhan sonríe radiante, pero todas aquellas cosas románticas lo están empezando a hacer sentir mareado y nauseabundo―.
Desearía poder verte y dártelo ―dice Sehun con una sonrisa ligeramente triste. Luhan suelta una risita incómoda. Pero está triste también.
Sehun vive en Corea y él en China. (Afortunadamente, ha aprendido coreano desde pequeño.) Suspira. Cada semana, o la mayoría de ellas, es igual; ¿por qué no se van de viaje y se encuentran en algún lugar? Se han conocido por tanto tiempo, así que ¿por qué no tomarse un avión?
Es muy caro. Están muy lejos entre sí. No tienen tiempo, sus vacaciones están planeadas. (Bueno, las de Sehun lo están, porque las de Luhan están tan vacías como sus semanas normales.) Tal vez sean perezosos, un poco, incluso aunque no quieran admitirlo.
―Algún día volaré a China para verte ―dice Sehun por vigesimoctava vez. Luhan asiente, entusiasmado. Respira mientras observa al chico de cabellos oscuros. Desde hace dos o tres semanas ya, ha estado con un problema. Extraña hablar con Sehun cuando éste está enfermo o no puede usar su computadora; a veces extraña ver su imagen en la pantalla, pero... siempre, todo el tiempo, lo extraña a él, en una dimensión sensual.
De hecho, ama a Sehun.
Está enamorado de él, completamente. Pero aún es un adolescente; bueno, es joven, y ver y hablar con alguien simplemente no es suficiente. Se siente como un pervertido y un pedófilo, pero le gustan los labios de Sehun. Y a veces, tan sólo ansía poder besarlo. Pero entonces recuerda que seguramente jamás se puedan ver personalmente, y que... tendrá que olvidarse de él algún día. Mejor que no se encariñe.
―¿Vas a ir al concierto de Fun. en agosto? Estarán en Seúl, escuché ―dice, para pensar en otra cosa. El más joven entierra el rostro en sus manos, con teatral desesperación.
―¡No puedo! ―exclama―. Estoy pobre (incluso le debo dinero a mis amigos) y mamá no quiere pagármelo...
Luhan se compadece.
―Ah, qué pena... ―dice―. Ya irás la próxima.
Sehun se mueve en su silla para acercarse a la cámara. Desde la pantalla, pareciera estar contemplando a Luhan.
―Iremos juntos ―responde. Luhan dice que sí, pero por supuesto que no le cree.
Hablan y se ríen por varias horas, y finalmente Sehun se disculpa, como siempre, y dice que tiene que irse a la cama. Son las tres de la mañana. Luhan le dice que está bien y responde que Sehun aún es joven, así que tiene que dormir. Buenas noches, Sehun. Pero cuando el chico de cabello oscuro está a punto de apagar la webcam con una sonrisita, se detiene.
Luhan espera que algo inusual ocurra, porque sabe que pasará. Sonríe mientras Sehun duda.
―¿Qué? ―le pregunta. Pero sabe que está por escuchar algo que podría causar algo malo. Sehun ladea la cabeza y respira hondo. Finalmente habla.
―Luhan... Luhan, te amo.
Luhan apaga la webcam.

WebCam.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora