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ȻȺᵽ.16

Los gritos de sufrimiento inundaban aquel templo.

.......:_¡Callate! ¡Te lo mereces por ser impura! ¡Por estar con un demonio! ¡Por asesinar a tu compañera!._

_¡Yo amaba a Elizabeth!_

Gritó la pequeña mientras los clavos de aquel látigo se volvían a incrustar en su delicada piel, los alaridos volvieron a resonar, unos arcángeles llevaban una gran tijera hacia donde estaban aquellas diosas castigando cruelmente a la pequeña, una de ellas tomó sus alas mientras las estiraban para atrás, lastimandola un poco más.

.......:_Ya no volverás aquí... Traidora._

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_Oh si, recuerdo que esa fue la primera vez que me emborraché. _

Dijo aquella diosa bebiendo un gran vaso de aquella famosa cerveza, mientras arrancaba algunos pastos del suelo.

Meliodas:_Y eso que fue un sorbo... No quería imaginar que pasaba si bebía uno entero._

Las carcajadas resonaban aquella noche, la tenue luna los iluminaba, parecían amigos, parecía... Que aún había algo.

Los ojos de ambos brillaban, el rubio la vio reír para después beber otro sorbo de cerveza, cuando vio aquel elemento que lo lastimaba más que cualquier espada.

Aquel hermoso anillo de compromiso, que la tenía atada a su hermano de sangre, y que nunca podría quitarse a menos que su padre la matara.

Maldecia haber dejado que ella lo hiciera.

Maldecia haberla confiado a su hermano.

Maldecia a su padre por haberle dado todo lo que él no.

Maldecia a el pasado.

Todo.

Excepto conocerla a ella.

_Sabes... Zeldris no es malo como tú piensas..._

Dijo y se recostó sobre el césped, mientras dejaba su vaso de cerveza a un lado.

_Es... Es todo lo que siempre soñé... Además, estamos juntos desde hace unos cuantos años sin casi ningún problema... Pero... Aveces me gustaría que nunca se fuera... Que siempre esté conmigo... Pasear, divertirnos, ir a fiestas, comer pastel juntos... A él no le gusta mucho ese tipo de cosas..._

"Basta", se repetía el rubio con cada palabra que salía de la boca de la diosa, lo lastimaba, lo hería, las lágrimas saldrían si seguía hablando con aquella sonrisa que una vez fue para él, y que ahora solo es para aquel pelinegro que la cuidó mientras él, solo podía hacerle daño.

Como odiaba a Zeldris.

Por hacer que esa sonrisa sea mucho más hermosa que como la recordaba.

_Y... ¿Cómo es esta Elisabeth? Me imagino que cambió al reencarnar..._

Meliodas no sabía que inventar.

¿Y qué puede decir? Oh bueno, ella es débil, no se defiende a sí misma, es una princesa que solo quiere ser rescatada mil veces.

Y que ya estaba aburrido de ese cuento.

Meliodas:_Bueno... Ella es..._

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Zeldris:_Asi que... Tu eres la famosa diosa que mi padre quería._

_Supongo... ¿Tú quién eres?_

Zeldris:_Soy Zeldris, segundo hijo del rey._

_Ya veo... Soy ___._

Zeldris sonrió al ver la tímida sonrisa que dio la pequeña diosa,

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Elisabeth:_Meliodas-Sama..._

Ambos miraron a la princesa queriendo despertar, la chica se levantó y sacudió su ropa, ahora era aquel vestido rojo que tanto amaba, era ajustado por arriba haciendo notar de una manera no tan vulgar sus hermosas y finas curvas, y suelto por debajo, con un pequeño pantaloncillo para que no se viera nada más por debajo.

Amaba como su cuerpo creció.

_Es mejor que me valla... Tu princesa perderá el control y romperá todo a su alrededor si me ve otra vez._

Meliodas:_Oh tranquila, ya no tiene la espada para romper flores._

Ambos rieron, aunque a la diosa no le hizo mucha gracia.

_Adios Meliodas..._

Meliodas:_Nos vemos ___..._

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_Oh mira Meliodas, una fiesta._

Dijo la pequeña al ver a casi todo el pueblo bailando, bebiendo, comiendo las delicias que algunos vecinos llevaban y colocaban en una gran y larga mesa.

Meliodas:_Genial, ¿Quieres ir?._

A la pequeña diosa le brillaron los ojos al escuchar tal propuesta.

_¿Puedo?_

Meliodas sonrió alegre, tomó la mano de la rubia y corrió junto a ella hacia donde todos bailaban felices.

Ambos bailaron, comieron, bebieron y disfrutaron de aquel festival.

La pequeña vio como el demonio se servía algo de un gran barril, curiosa se sirvió lo mismo, y dio un gran y profundo sorbo, le resultó asqueroso aquel agrio sabor, aun así lo tragó.

Meliodas observaba atento todo lo que la pequeña hacía, desde bailar torpemente, hasta comer como si no hubiera un mañana, todo se le hacía adorable, hasta aquel gesto de asco le resulto tierno y gracioso, cuando arrugó su nariz y cerró sus ojos para poder tragar aquel agrio líquido.

Meliodas:_Mejor no bebas, la primera vez que bebes siempre hace mal...

Y en efecto, la pequeña, minutos después de beber aquel sorbo de cerveza, estaba dormida plácidamente sobre el regazo del rubio, el cual solo acariciaba su cabello.

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