No sé cuando fue la última vez que vi un superviviente. Llevo días, semanas, meses, no lo sé, caminando como si fuese una nómada como los anteriores seres humanos que aparecían en mi libro de historia. Apenas me queda munición y poco puedo conseguir de comida, pero me mantengo con vida, sobreviviendo, y avanzando. Me he vuelto de hierro en estos tiempos, otra opción tampoco me quedaba... morir... esa idea no me agrada mucho, que digamos. Esos... esos seres... ¿muertos? Joder, juro que ese hombre se había muerto. Pero se levantó del suelo como si nada, y caminaba hacia mi extendiendo los brazos, quería atraparme, comerme, como hicieron con mis padres. Pero conseguí escapar, no sé como, pero lo conseguí. Ahora, con lo poco que tengo, camino desde San Diego, en el sur de California, hasta Richmond, Virginia. EEUU. Es un camino muy largo ya que tengo que cruzar todo el país... pero necesito encontrarle, necesito encontrar a mi novio. Él es la única persona que me queda, es mi única esperanza. Espero que siga con vida, espero que no esté muerto, espero que no se haya convertido en un zombie.
Subida a una caravana que había parada entre todos los coches de la carretera que salía de San Diego, miré a través de mis prismáticos el horizonte. Nada de caminantes, al parecer. Camino libre y de momento seguro. Un rifle de caza, unas 30 balas y dos pistolas que le cogí a dos guardias de seguridad de un supermercado. Una barra de metal y un bate de béisbol. Una mochila grande, más bien tipo macuto, llena de comida, agua y medicamentes básicos. Venía preparada, esta vez no me van a pillar por sorpresa.
Bajé de la caravana y caminé recto unos minutos, esquivando los coches, hasta que de pronto oí algo... un gruñido. 'Dios, no' me dije a mi misma. Cogi mi bate de béisbol que ya estaba manchado de sangre y miré a mi alrededor.
-¿hola?- dije en voz baja. Volví a oir el gruñido. Agarré más fuerte el bate y me puse en posición mirando a mi alrededor. ¿De dónde demonios proviene ese gruñido? Dí unos cuantos pasos más observándolo todo. Cualquier movimiento. Entonces, volví a oir el gruñido. Pude detectar de donde provenía. de dentro de un coche que estaba aplastado por otro coche. Ví a un pobre zombie que estaba intentando estirar su mutilado y mordisqueado brazo para cogerme, tenía la mandíbula desencajada y la piel de la cara arrancada, era desagradable... las moscas se posaban en lo que podíamos decir que eran sus ojos... Le miré fijamente entristecida... todo esto, me provocaba náuseas, pero también, un horrible sufrimiento. Todo aquello que conocía, se ha vuelto diferente. Miré al cielo, pidiendo perdón por lo que iba a hacer. Levanté mi bate y le dí en la cabeza lo más fuerte que pude matándole. Volví a darle. La sangre salpicó el cristal del retrovisor del coche aplastado. - lo siento - dije mirando al cadáver. - Sé que tenías una vida antes que todo esto, y que intentaste escapar... siento que todo acabase así. Espero... que tu alma vaya por el buen camino - Puede sonar somo si estuviese loca, pero cada vez que mataba a un zombie, pedía perdón. Al fin y al cabo, estaba matando a alguien.. o lo que quiera que sea. Estas cosas antes eran humanos, con sentimientos, con familia... con una vida. Y me lamentaba tener que acabar su trayectoria así. Limpié el bate un poco y lo guardé en mi mochila. Seguí mi camino.
Caminé durante todo el día, hoy fue bastante tranquilo. No me encontré a ningún zombie, además el de el coche aplastado. Empezaba a caer la noche, y con ello el frío y el peligro. Tenía que refugiarme en algún lado. Pero estaba muy lejos de cualquier ciudad o pueblo y solo se veía más y más carretera. Empecé a plantearme si coger un coche... tal vez debía haberlo pensado antes. Lo que pasa es que no sé conducir muy bien... Caminé un poco más y ví unos tres bidones de gasolina vacíos que me podrían servir. busqué entre más coches y encontré uno que estaba medio lleno. Lo cogí. Iba bastante cargada la verdad. Caminé otro poco más y vi una furgoneta negra que estaba en buen estado, o al menos eso parecía. Dejé los bidones al lado de la puerta del conductor, y cogí el bate por si acaso algún zombie se encontraba en él. Miré en los asientos de delante, detrás, en el maletero, en el techo y debajo. Pero no había nada. Suerte la mía. Cogí los bidones y los puse en el maletero junto al macuto, sacando una botella de agua y el bate. Caminé hacia el asiento del conductor, estaban las llaves puestas. Más en bandeja no lo podría encontrar. Me senté, cerré la puerta y me puse el cinturón. La verdad es que la película de 'Zombieland' me enseñó bastante. Respiré hondo y encendí el coche. Funcionaba, no me podía creer que funcionaba. Empecé a conducir, de algo me acordaba. seguí mi camino durante unas horas. Paraba en cada gasolinera que encontraba para recargar la gasolina y coger los bidones y llenarlos. Encontré bastantes, así que por gasolina estaba bien servida. Era ya muy de noche. Poco se veía la carretera y me daba algo de temor conducir tan a oscuras que paré el coche detrás de un muro escondiéndolo. Cerré el coche con seguro conmigo dentro y dormí unas horas.
ESTÁS LEYENDO
Double Tap (Historia de Zombies)
Teen FictionNo sé cuando fue la última vez que vi un superviviente. Llevo días, semanas, meses, no lo sé, caminando como si fuese una nómada como los anteriores seres humanos que aparecían en mi libro de historia. Apenas me queda munición y poco puedo conseguir...