ᴠɪɢɪɴᴛɪ sᴇᴘᴛᴇᴍ

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la suave tela color azul oscuro le resaltaba la blanquecina piel, y el sentir de la seda sobre esta era reconfortante. sus piernas se veían explendidas bajo ese corto short color crema. su cabello olía a duraznos, y por lo que podía ver en el reflejo del espejo sus mejillas habían sido maquilladas de forma artificial de igual manera por un color parecido a la fruta. sus labios respladecian un brillo tenue causado por el labial, y sus ojos se econtraban pintados a casi inotables sombras color bordó. y estos estaban rojos de llanto contenido, su labio torcido y siendo mordisquiado por sus dientes, su postura encorvada y sus brazos apoyados fuertemente sobre sus piernas; notando lo avergonzado y el miedo que cargaba sobre sí.

en la mañana no tuvo que ser levantado, esperó sentado sobre la cama que el omega peliplata abriera la puerta del cuarto. de su pecho no se calmaba la sensación del saber que su muerte estaba próxima, y él no pensaba que quizás ahora mismo lo puedan llegar a asesinar, simplemente él iba a morir al primer toque brusco y asqueroso que cualquier persona le proporcionara.

el omega simplemente le dio su mano, y lo guió a aquél baño donde el alfa hace menos de 2 días lo había estado bañando, cosa que seokjin no recordaba por los dolores que sufrió en esos momentos. el omega le lavó el cuerpo y le refrego el cabello con sus manos, y en ese instante un suspiro de satisfacción salió de su boca, poniendolo en un estado de tristeza enorme. ¿cómo él podría estar disfrutando eso en estas situaciones?.

apenas hace 3 días que sus dolores y celo habían pasado, alguna parte baja suya seguía doliendo, ignorando aquello, pesaba más el sentir de su corazón prisonado de miedo y el hecho de que su cabeza ya había aceptado que este iba a ser el recorrido de su vida hasta el corto momento en el que algún alfa lo asesine. ¿qué podría hacer para salir de allí?, nada, las ojeras bajo sus hermosos ojos habían sido maquilladas en vano por la dulce omega que él supuso también estaba allí para ser comprada. sentía tan mal el hecho de quitarle ese tiempo a la chica frente a él con la cara femenina más bella que el en puro esfuerzo recordaba haber visto en el poco tiempo que tenía con vida, y que, había sido libre para admirar algún rostro; y no solamente eso, libre de las paredes en las que habitaba en su casa en algún lejos entonces.
pareciera como si fuera aquella princesa rapunzel del viejo cuento que tenía en uno de los estantes de su repisa, donde esta había estado encerrada toda su vida, hasta que un simple muchacho la salvó. claro estaba que él nunca iba a tener una larga cabellera, y mucho menos alguien que lo rescatara.

la omega junto a aquél rostro, tenía el pomulo izquierdo tan morado que juró era una mancha de nacimiento, pero al verla de cerca estaba rosacea y con algunos toques de verde, mientras sus rojas venas se marcaban más fuertemente en esa zona. los ojos de la chica estaban hinchados de lo que el sabia por experiencia eran de llanto, y su hombro tenía una marca tan horrible de una mano.

¿ese podría ser su futuro?, ¿hoy se vería "bonito" y mañana tendría mas tristezas marcadas por el cuerpo recordandole la realidad que vivía, como aquella muchacha?.

se mordió el labio con más intensidad, como si eso fuera a calmar el recorrido de la primera lagrima del día al caer en todo el mal augurio en el que se encontraba y se encontró desde que salió del interior de su pobre e insensible madre.

—pensé que por no llorar eras el esposado de algún alfa.—habló aquella chica, con un tono ronco medio inaudible. ¿había estado gritando?—pero era raro que seas el esposado y aún así dejen que te maquille.—comentó con un tono entre amargo y gracioso, queriendo tomarle un poco de gracia a la tan fúnebre situación.

el gusto a podrido se le subió hasta la punta de la lengua, y la garganta le ardió tanto al carraspearla por tratar de decir algún comentario; nada salió y su boca simplemente se quedó cerrada en una línea recta. la chica le miró con una sonrisa de costado, que al momento se deformó y una lluvia de gotas se asomaron por los grandes ojos celestes que poseía.

no pudo contener su inevitable cascada, y el escuchar a la pobre muchacha decirle entre hipidos silenciosos "por favor secatelas, que si estás desarreglado me dañarán", le carcomió la última celula de esperanza en su vida, y no tuvo más remedio que comerselas mientras los nudos subian desde su esófago y bajaban hasta el estómago.

marca ;; namjinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora