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Hayoung empezaba su primera clase con una tristeza pintada en su rostro que incluso Kangmin sintió cómo ésta se propagaba por todo su alrededor apagándole las ganas de vivir hasta a él. Hayoung agradecía que su amigo no hubiera indagado más allá del "¿cómo te fue en tu cita con Wooyeop?". Si eso hubiera pasado entonces seguramente Hayoung hubiese roto en llanto como la mismísima María Magdalena a las siete de la mañana y su orgullo no podría soportarlo, Kangmin tampoco -lo golpearía como si fuera su saco de boxeo personal- y Hayoung ya no podía recibir más golpes de la vida o se mataría.

Cuando tocaron el timbre para salir a almorzar, Kangmin decidió abandonarlo por irse con aquel tal Hohyeon con el que pasaba más tiempo últimamente y, Hayoung no lo admitiría, pero estaba tan sensible que maldijo en todos los idiomas que sabía a su amigo por dejarlo solo para finalmente terminar su pequeño berrinche en aquel jardín trasero al que ya estaba acostumbrado a refugiarse desde hacía unos meses atrás.

Por supuesto, ahí estaba él de nuevo, sentado en la misma banca bajo la sombra que el frondoso árbol detrás suyo le brindaba. Hayoung se acercó y sin pedir permiso se sentó a su lado llamando la atención de Wooyeop.

Éste último se quitó los audífonos y lo miró con una pequeña sonrisa.

—Hola—saludó extendiendo su sonrisa de oreja a oreja.

Hayoung sintió como las mariposas de su estómago revoloteaban solo al ver al chico sonreír de esa forma solo para él... ¿Solo para él? Ah, seguro que también le sonreía así al jodido Ken coreano.

—Hola —su respuesta fue tan seca como el desierto.

Wooyeop se extrañó cuando no recibió ni una sonrisa por parte de Hayoung como estaba acostumbrado y eso no le gustaba, le hacía sentir algo raro en el pecho.

—¿Todo bien? —preguntó con algo de duda y miedo sembrado en la voz.

—No —respondió con sinceridad.

Wooyeop iba a preguntarle qué pasaba, pero entonces Hayoung hizo algo que lo sorprendió sobremanera. El moreno llevó sus manos al rostro de Wooyeop y tocando con suavidad las comisuras de sus labios, las moldeó hasta formar una sonrisa forzada.

—Hayoung, ¿qué estás haciendo? —preguntó confundido y asustado. Nadie jamás en su vida le había hecho algo así. Era extraño, pero en ningún momento hizo el esfuerzo de separar al moreno.

—¿Le sonríes a él también de esta forma?... Tan brillante que parece que tengo al sol en frente —Hayoung sonaba tan triste que rozaba lo miserable.

Wooyeop frunció el ceño y con suavidad tomó las manos de Hayoung entre las suyas y las separó de su rostro. Sin embargo, cuando el moreno pensó que lo soltaría, Wooyeop, contra todo pronóstico, terminó por entrelazar sus manos sorprendiéndolo como nunca.

—Si con él te refieres a Taeseon... estas muy equivocado. Es un amigo, hermano prácticamente. Y créeme, es incómodo el solo imaginar que algo podría suceder entre él y yo —explicó Wooyeop tratando de no reírse en esos momentos.

Aun así, Hayoung no estaba conforme, aunque si un poco avergonzado.

Respiró profundo e intentó expresarse con palabras tratando de elegir las mejores, pero era casi imposible. Sus labios se secaban y su mente parecía quedarse en blanco. Wooyeop le miraba expectante y su sonrisa comenzaba a borrarse y Hayoung solo podía pensar en que lo quería ver sonriendo siempre.

Me gusta que me arda mi piel
Que la vida me golpee otra vez
Me gusta sentir el dolor
El castigo por dar tanto amor
Me gusta no saber de ti
Me gusta que estés mejor sin mi
Llanto
Me llamas otra vez
Estaba buscándote
Toda la tarde, toda la tarde
Llanto
Me dejas otra vez
Estaba esperándote
Toda la noche
¿O acaso me vas a dejar?
¿Acaso me vas a dejar?

Wooyeop realmente se sorprendió y se quedó con la boca abierta cuando de la nada Hayoung comenzó a cantarle. En primer lugar, porque la voz del chico era sorprendentemente hermosa que sentía como sus oídos eran bendecidos y en segundo lugar porque le estaba dedicando una canción... Una jodida canción de algo así como desdicha amorosa. Ni siquiera sabía quién la cantaba, pero eso no le importó demasiado. Podía decir con certeza, que Hayoung era todo un personaje y lo quería en su vida.

Conocía esa canción solo que nunca le prestó demasiada atención. La escuchaba cuando estaba triste y ponía su playlist de música triste para llorar y ponerse aún más triste sabiendo que no tenía una pareja a quien dedicárselas, pero ahora era a él a quien le dedicaban una de esas canciones. Simplemente era irreal, no podía creerlo.

Cuando Hayoung se detuvo y lo miró formando un puchero con esos voluminosos y rosáceos labios que poseía, Wooyeop se tentó demasiado por lo lindo que se miraba, pero decidió concentrarse en lo que éste intentaba decirle a través de aquel pedazo a medias de canción.

—¿Estás celoso? —preguntó Wooyeop de la nada apretando las manos del mayor entre las suyas.

Hayoung se quedó en silencio y agachó su rostro tratando de ocultar la sangre que se concentraba en sus mejillas rápidamente sin darle tiempo de hacer nada más que retorcerse ligeramente de vergüenza.

—¿Tal vez? —respondió Hayoung dubitativo.

Wooyeop tocó con ternura el mentón de Hayoung antes de obligarlo a levantar la cabeza con suavidad y lentitud para que sus miradas se encontraran de una vez por todas, le sonrío y apretó y acarició las mejillas con delicadeza tratando de transmitirle todo el cariño que había acumulado en su corazón desde que lo conoció hasta este día.

"Hayoung, no te voy a dejar... Eres mi langosta".

Hayoung siempre pensó que Wooyeop era un chico realmente interesante y que siempre le sorprendía con lo que decía y hacía cada día que pasaban juntos, con él siempre esperaba lo inesperado... Le encantaba.

Canciones para ti [ TRCNG ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora