LA CALMA DESPUÉS DE LA TORMENTA

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La calma había llegado, tomé aliento y solté un suspiro de alivio pero a mi mente como un torbellino llegaron los recuerdos del infierno y me alarme cuando en mi pecho sentí una punzada y en mis labios un gusto agridulce.

¿Por qué sentía melancólico a mi corazón? ¿Por qué no me sentía completa?

mis pupilas se dilataron dejando entrar la luz que la dañó mostrando fragmentos de mi ser que aun seguían en el infierno que aun seguían en aquel lugar caótico que ya comenzaba a sentir como mi hogar. 

Ahora la calma que tanto había deseado se veía tan triste e insulsa que no sabía como antes, tan dulce y gloriosa.

Comencé a extrañar mi hermoso caos y la alguna vez temible tormenta que me había hecho el favor más grande.

Ahora mis pedazos estaban esparcidos por dónde un día fui feliz creyendo que no lo era y mi cuerpo vacío miraba a los ángeles que no comprendían que el paraíso era sinónimo de infierno para alguien que ya no encajaba en ese cielo privilegiado de los que seguían las normas.

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